Más de cinco meses han pasado desde que comenzó el asalto militar a gran escala de Rusia contra Ucrania. El asalto que Putin quiso que fuera una guerra relámpago en la que supuestamente Ucrania habría caído en unas pocas semanas, si no en unos días. Varios países occidentales, cuyos servicios de inteligencia advirtieron sobre el ataque ruso contra una nación soberana, también pensaron que Ucrania caería en unos pocos días. Los ucranianos demostraron que todos estaban equivocados. Entonces, ¿por qué tanto Rusia como Occidente erraron tanto? La respuesta se encuentra en la dramática historia de Ucrania, y en los desarrollos del país desde su independencia en 1991. Estos acontecimientos provocaron un gran cambio mental en el pueblo ucraniano y dieron como resultado una resistencia increíble al agresor.
En las últimas tres décadas, los ucranianos han buscado la libertad tanto del imperio ruso como de sus propios regímenes corruptos y autocráticos
Dividido durante siglos entre varios imperios, el pueblo ucraniano nunca dejó de luchar por su propio estado y su soberanía nacional. Tan solo en las últimas tres décadas, los ucranianos han buscado la libertad tanto del imperio ruso como de sus propios regímenes corruptos y autocráticos.
La Revolución Estudiantil sobre Granito en 1990, la Revolución Naranja en 2004 y el Euromaidán o la Revolución de la Dignidad en 2013-2014 fueron los grandes acontecimientos de estos procesos. El más reciente de ellos, La Revolución de la Dignidad, comenzó como una protesta contra la negativa del gobierno del presidente Viktor Yanukovich a firmar un Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea. Luego se convirtió rápidamente en una revolución nacional contra un régimen corrupto que se deslizaba hacia la dictadura. Mientras que la gente en Occidente da por sentadas la libertad y la democracia que heredaron de sus antepasados, los ucranianos tuvieron que luchar por esos valores en la plaza central de Kiev, Maidán. Más de cien personas dieron su vida por la libertad en la Europa del siglo XXI.
El éxito de una revolución democrática en Ucrania, cercana a Rusia cultural y lingüísticamente, fue insoportable para el presidente Vladimir Putin y su régimen despótico. Quería castigar a los ucranianos, primero anexionando Crimea y luego, a través de aliados, anexionando de facto zonas de la región del Donbás al derrotar al ejército ucraniano en dos sangrientas batallas en 2014-2015. Luego, Moscú impuso a Ucrania los llamados acuerdos de Minsk, que sin embargo, pronto se convirtieron en objeto de diferentes interpretaciones y, como resultado, no se implementaron por completo.
El Kremlin se negó a ceder y, en cambio, insistió en una interpretación de los acuerdos que la sociedad ucraniana nunca aceptaría. Rusia exigió a Ucrania que renunciara de facto a su soberanía y se convirtiera en su títere. En vano, los rusos utilizaron la presión diplomática y militar para persuadir a Ucrania de que renunciara a sus demandas. Nada funcionó, e incluso el inexperto presidente ucraniano Volodímir Zelenski, elegido en 2019, se dio cuenta de que cualquier intento de implementar la versión rusa del acuerdo de Minsk desencadenaría otro levantamiento nacional, otro Maidán.
Cuando el presidente ruso, que está obsesionado con la idea de subyugar a Ucrania, se dio cuenta de que el gobierno de Zelenski no se rendiría, Rusia inició la invasión a gran escala el 24 de febrero de 2022. Tanto Putin como las potencias occidentales creían que Ucrania habría caído en unos días o semanas en el mejor de los casos. Todos se equivocaron y el mundo entero ha sido testigo del asombro ante el coraje de los defensores de Ucrania, que se mantuvieron firmes, siendo superados en número y armamento. No son solo las fuerzas militares, sino que toda la nación ha estado luchando contra los invasores rusos: agricultores, estudiantes e incluso amas de casa y abuelas se unieron a los grupos locales de defensa territorial o se convirtieron en combatientes. Miles de activistas civiles recaudan fondos en casa y en la diáspora para suministrar a los defensores del país desde medicinas hasta cascos, chalecos antibalas, vehículos y drones de ataque.
¿Cómo el Kremlin y Occidente se equivocaron tanto sobre el curso de la guerra?
Los planes de guerra relámpago de Putin fracasaron. Eso está claro. La pregunta ahora es: ¿cómo el Kremlin y Occidente se equivocaron tanto? Rusia tiene abrumadoramente más tanques, bombarderos, artillería, misiles y una fuerza de mas de doscientas mil hombres en la lucha, pero pocas personas se dieron cuenta de que finalmente, el éxito en una guerra depende más de las personas que del armamento. Los soldados motivados y experimentados son quienes finalmente deciden el resultado de las guerras; combatientes que saben que están protegiendo a sus hogares, seres queridos, libertad, independencia y democracia, y que están dispuestos a morir antes de ceder ante el tipo de dictadura cruel y despiadada que es la Rusia putinista. Cada Maidán demostró que Ucrania, a pesar de todos sus problemas y legados soviéticos, es verdaderamente una nación europea inspirada en los ideales de libertad, democracia, derechos humanos y dignidad humana.
Evidentemente, Moscú cayó en la trampa de su propia propaganda, ignorando, en particular, que la anexión de Crimea supuso un profundo cambio de mentalidad en Ucrania, que se estaba gestando paulatinamente desde finales de los años ochenta. Estos cambios afectaron principalmente al este y al sur del país, predominantemente de habla rusa y tradicionalmente conectado con Rusia cultural y económicamente. Después de la abrupta anexión de Crimea por parte de Rusia, miles de ucranianos de diversas procedencias se ofrecieron como voluntarios para unirse a las fuerzas armadas y comenzaron a luchar contra los llamados "separatistas", que en realidad eran títeres rusos. Este fue un momento decisivo de la "revolución mental" de la nación. Fue un cambio tectónico de la arcaica mentalidad soviética a la moderna europea. Nació la nación cívica ucraniana, una nación europea de gente libre y orgullosa. Desde entonces, se ha abierto un abismo entre Ucrania y Rusia.
Moscú cayó en la trampa de su propia propaganda, ignorando, en particular, que la anexión de Crimea supuso un profundo cambio de mentalidad en Ucrania
La distancia es más que ideológica; es una verdadera brecha de civilización entre las dos naciones. Eso es lo que Putin había sido incapaz de comprender, y eso es lo que Occidente ha pasado por alto. La lucha de Ucrania y sus aspiraciones de sumarse a una Europa unida fueron ignoradas en gran medida. Occidente también ignoró durante demasiado tiempo la naturaleza malvada del régimen de Putin, desde las atrocidades de Chechenia hasta el asesinato de opositores políticos y críticos del régimen, la invasión de Georgia en 2008 y la anexión de Crimea en 2014. Occidente ha estado apaciguando a Putin durante demasiado tiempo, haciendo la vista gorda ante sus insidiosos crímenes. La cobardía, la indecisión y la tendencia a apaciguar al agresor solo fortalecieron la confianza de Putin en la impunidad. Un mal impune siempre crece y se expande, convirtiéndose en un mal aún mayor, cuyas acciones brutales ahora estamos presenciando.
No podemos retroceder en el tiempo pero podemos y debemos aprender de nuestros errores. No se puede negociar con el mal; hay que destruirlo de una vez por todas. La historia ha demostrado muchas veces que la maldad impune volverá y continuará con sus acciones destructivas y sus terribles crímenes. Ucrania sigue luchando al frente de esta guerra de civilizaciones, luchando sola. Los ucranianos han demostrado un grado superior de habilidad militar combinado con un nivel increíblemente alto de motivación, coraje y abnegación. Ellos han demostrado que Ucrania puede y debe derrotar a Rusia putinista, pero tampoco puede hacerlo en solitario.
No se puede negociar con el mal; hay que destruirlo de una vez por todas
Los rusos todavía superan significativamente a los ucranianos en número de armas pesadas. Ucrania necesita un suministro masivo de armas pesadas como aviones, sistemas de defensa aérea, obuses de largo alcance, artillería de cohetes, tanques y municiones para reclamar una victoria decisiva sobre el imperio del mal. Aunque algunos países ya han comenzado a suministrar a Ucrania una gama de armas pesadas, el país necesita mucho más apoyo de todos aquellos que se consideran unas naciones democráticas, civilizadas y humanistas. Se han hecho muchas promesas, pero ahora es el momento de actuar y actuar con rapidez. Cada día de retraso le cuesta a Ucrania cientos de vidas de sus defensores y civiles bombardeados por los rusos día y noche.
Oleg Chupryna es profesor de Políticas y Relaciones Internacionales y doctorando del Centro de Estudios Europeos y Euroasiáticos de la Universidad de Maynooth (Irlanda).
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