Tiene sentido. Todo un pelotón de atletas pedaleando con esfuerzo tiene una coreografía que bien conocen los profesores de “spinning” cuando lanzan sus consignas de ánimo.
Es muy musical ese vaivén de las bicicletas cuando se trata de una subida complicada, y es innegable que hay un potente dramatismo en las caras de los corredores cuando quedan pocos metros para la meta. Todo esto, en 1978, no se escapó a los llamados “ambientadores musicales”. Es un oficio ya en desuso que ahora recae en la directiva del programa, debiéndose en ocasiones a oscuros intereses, pero cumplió un importante papel muy eficaz en los medios (que eran dos, radio y TV) de los años 70. Vayamos a ese breve espacio de tiempo en el que la industria del disco aún no era consciente del poder de esa elección. Luego sí. Vaya si lo supieron.
Pero vamos a ver, si la Vuelta se lleva celebrando desde 1935, y la TV lleva emitiéndose en España desde 1956 ¿cómo es que hasta 1978 no existió la primera “canción de la Vuelta” en televisión, que por cierto, era esta?
La respuesta está en la parrilla de programación. Hasta entonces no tuvo entidad propia como programa. La obra de alguien que no está entre los vivos desde 1899 sirvió para dar vitalidad a la sección meramente informativa y con alguna entrevista de lo que era la noticia deportiva del verano, a falta de fútbol.
Perurena. Ahí es nada. Muchos niños y jovenzuelos descubrimos una de las mejores canciones del ex Beatle Paul y su proyecto Wings gracias, precisamente, a esos espacios que se emitían al final del telediario, pasadas las nueve y media de la noche. Preciosa canción pero no carente de ritmo este “Don’t say goodbye tonight”
Se permitían esos tres minutos de “videoclip” en un momento en el que no existía la prisa, entre otras cosas, por falta de competencia. Entrañables esos patrocinadores de la talla de Iberia, pintados en telas arrugadas por el viento, y esas gentes agolpadas con absoluta falta de precaución, a ambos lados de la carretera.
Otro de los grandes clásicos que deben su éxito en España a esta competición ciclista lo tenemos en una de las obras cumbre del pop y el funk de los 70: September, de Earth, Wind and Fire.
Completamos la tríada de temas ligados al mejor año musical de la vuelta, aquel 1979, con otro gran clásico que encajó perfectamente en el pedaleo y la emoción del último kilómetro: Born to be Alive, del divo Patrick Hernández.
En 1980, el ambientador musical de RTVE tuvo muy buen ojo al seleccionar un ritmo que todavía hoy llena pistas, más de 40 años después. Eso es algo que no se puede decir de muchas canciones. Lipps inc. y su viaje a Funkytown. Atentos todos a los maniquíes humanos en playback. “Im-perdible”.
Nos saltamos algunas canciones para ir de cabeza a otro de los grandes clásicos de la Vuelta. Aquel “Me estoy volviendo loco” de Azul y Negro, o su “spin-off” en otro himno tecno en español con título más que apropiado “No tengo tiempo”.
Iván podríamos asegurar que fue el primer desembarco de la industria musical en ese asunto, por aquello de que los ejecutivos discográficos se dieron cuenta del potencial de decisión de aquel ambientador musical, cuya identidad desconozco. El fenómeno fan de la revista Vale comenzó con Baila.
Uno de los indispensables, aún hoy, en cualquier fiesta con música de los 80 es el tema elegido para la Vuelta de 1986. Aún no se dejaba ver demasiado la influencia de las corporaciones musicales. El vídeo en el que Morten Harket se llevaba al comic a la chica marcó mucho a los jóvenes de la época, que lo veíamos en Tocata. Take on Me de A-ha. Ritmo no le faltaba.
En 1987 la casa discográfica de una jovencísima Gloria Estefan y su inseparable marido Emilio colocó en la programación nada menos que el primer proyecto musical internacional de la pareja, Miami Sound Machine. ¿Quién no recuerda la “conga”?
A partir de aquí, y si me lo permite el lector, dejo de pedalear. Básicamente porque la influencia de la industria fue tan indiscutible como para poner al pedalear al año siguiente hasta a Serafín Zubiri y crear un tema tan “ad hoc” como “Pedaleando”.
Ha habido en la Historia de este hito, como en Eurovisión, honradísimas excepciones de artistas que muchos admiramos profundamente pero, como podemos comprobar, hecho el negocio, deshecho el arte.
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