Ya la presentación de sus méritos al inicio de la conferencia que María Antonia Trujillo dio en Tetuán apuntaba mal: la ex ministra quería "aportar algunas reflexiones a esta Conferencia como experta en Derecho Constitucional y Derecho Europeo, como conocedora de la geografía de Marruecos desde el norte al sur -incluidas las tres actuales regiones del Sáhara, visitadas en varias ocasiones, incluidas Dajla y El Aaiún- y desde oriente a occidente, como amiga y familia de los marroquíes, y como portadora de una gran experiencia sobre el terreno como ministra de Vivienda del Presidente Rodríguez Zapatero y Consejera de Educación del Gobierno de Pedro Sánchez, por mencionar sólo el ámbito institucional". Ahí queda eso.
Ya se ve que la ex ministra tiene una excelente opinión de sí misma pero la verdad es que la conferencia es de una vulgaridad que tira para atrás, eso sí, centrada en discutir desde el comienzo de la historia toda vinculación de España no sólo con Ceuta y Melilla, sino con el Sáhara español al que hemos dejado de la mano de Dios por razones que aún no han sido explicadas ni por el presidente, ni por su ministro de Exteriores ni por el ex presidente Rodríguez Zapatero, que sin duda está en el origen del súbito cambio de criterio sufrido por Pedro Sánchez.
La conferencia tiene un sólo objetivo, que se plantea al final de toda la parafernalia de elogios al "joven" Mohamed VI cuyos esfuerzos por modernizar la sociedad marroquí llenan de panegíricos la conferencia destinada a discutir desde el principio toda vinculación histórica de España con las posesiones ya malamente abandonadas y, partiendo de ese abandono, reivindicar la cesión de las ciudades españolas de Ceuta y Melilla.
No es la primera vez, ni la segunda, ni la tercera, que la señora Trujillo reivindica la devolución de las ciudades autónomas cuyo estatus constitucional discute. Tampoco sería por eso, pero algo tendría que ver, pero el hecho es que fue expulsada de esa Consejería de Educación de la embajada española en Rabat con la que en esta ocasión, sin embargo, se adorna.
Pero es que esta señora quiso ser embajadora de España en Marruecos, cosa que finalmente no consiguió, porque a los "buenos oficios" de Zapatero con la renuncia a nuestras obligaciones como potencia administradora del Sáhara occidental, ella habría pretendido, eso sí, desde el diálogo que sirve para cualquier cosa siempre que no sea para defender lo indefendible, que España entregara Ceuta y Melilla a Marruecos.
Ella lo explica así: "Creo que los casos de Ceuta y Melilla –y los peñones e islotes- suponen una afrenta a la integridad territorial de Marruecos. Son vestigios del pasado que interfieren en la independencia económica y política de Marruecos y en las buenas relaciones entre los dos países. El peso relativo de los argumentos históricos y jurídicos ceden ante el devenir de los hechos que reclaman una respuesta política, ética, razonable y aceptable para ambos países mediante un diálogo abierto y sincero. Ante los efectos nocivos de unas 'fronteras no sanas', la respuesta política es el diálogo y no mirar a otro lado y el silencio. La reivindicación marroquí está plenamente justificada, está inscrita en su ideario nacional y es irrenunciable".
La opinión de Trujillo sobre Ceuta y Melilla no es una opinión particular. Mal que nos pese, esta señora ha sido ministra de Vivienda, la creadora de las famosas Keli finders
Como se ve, los intereses de España brillan por su ausencia. Ella está a defender los intereses de Marruecos para que "el peso relativo de los argumentos históricos y jurídicos" cedan ante una solución política que, como ella misma dice "es irrenunciable".
Naturalmente, ya nos habíamos dado cuenta de que esa cesión tremenda y por las bravas del presidente del Gobierno del Sáhara que un día fue español no ha traído como contrapartida el menor reconocimiento por parte de Marruecos de la españolidad de las dos ciudades autónomas.
No ha habido el más mínimo movimiento de reciprocidad que no haya sido la menor llegada de migrantes procedentes de Marruecos a las costas andaluzas y canarias. Eso ha sido todo y, puesto que es un asunto que puede diluirse en cualquier momento, no podemos esperar sino a que vuelva a necesitar Mohamed VI volver a presionar a España para que volvamos a las andadas.
Naturalmente, en su partido han puesto el grito en el cielo porque lo último que les interesa ahora mismo es plantear un asunto tan espinoso después de lo vivido con el Sáhara occidental. Y ahí ha salido Patxi López a decir que el Gobierno no duda de la españolidad de Ceuta y Melilla y añadió que ésta es "una opinión particular".
Bueno, según y cómo. Mal que nos pese, esta señora ha sido ministra de Vivienda, la creadora de las famosas Keli finders que consistían en una zapatillas para que los jóvenes fueran a buscar casa. Y ha tenido un puesto relevante en la Consejería de Educación de la embajada española en Rabat de la que fue expulsada por su talante. No es exactamente una opinión particular.
Pero lo importante de su conferencia viene justamente al final. Y dice así: "Teniendo en cuenta esto y si España ha cambiado su posición sobre el Sáhara, ¿por qué no puede cambiar España su posición sobre Ceuta y Melilla y los Islotes y Peñones?
Esta es la almendra de su discurso. Y habida cuenta de que el ex presidente Zapatero había abierto las jornadas, no desdeñemos que vaya abriéndose paso una cesión que, eso sí, ha puesto de acuerdo a todos los partidos de las dos ciudades autónomas en condenar semejante disparate. Pero por algo se empieza.
Aunque lo mejor ha sido el remate de lo que sería su sueño: "Que Marruecos y España seamos el mismo país". Y pensar que ha sido ministra del Gobierno de España...
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