La maniobra del Gobierno para lograr, por las bravas, una mayoría de izquierdas en el Tribunal Constitucional ha fracasado.
Este es el relato de los hechos.
Rotos los puentes con el PP para la renovación del órgano de gobierno de los jueces (el Consejo General del Poder Judicial), Moncloa, con el ministro Félix Bolaños a la cabeza, puso manos a la obra para romper el bloque conservador. Como son necesarios 12 votos para que sea efectiva la propuesta de los dos miembros del Constitucional, que, junto con los dos que nombrará el Gobierno, dará la mayoría progresista en dicho tribunal, era necesario que algunos de los miembros nombrados a instancias del PP cambiaran de opinión.
En el Gobierno se dio por hecho que el presidente del Supremo y del CGPJ, Carlos Lesmes, harto de un bloqueo que dura ya casi cuatro años, iba a colaborar en esa maniobra de división. La reforma de la ley del Poder Judicial, aprobada a instancias del Gobierno el pasado mes de julio, pone como fecha tope para la elección de los dos candidatos a miembros del TC, que le corresponden al CGPJ, el próximo 13 de septiembre. Lesmes había convocado Pleno del Consejo para el día 8, con la intención de que se aprobara la propuesta antes de que venciera el plazo.
Pero durante el verano no hubo contactos entre los dos grupos del CGPJ. Y, lo que es peor, los magistrados del Supremo a los que el bloque conservador tocó como posibles opciones (Marchena, Del Moral, Llarena...) declinaron el ofrecimiento. Tan embarullado está todo que nadie de peso en el Supremo quiere comerse el marrón.
Así las cosas, y ante una información publicada por Angela Martialay el pasado lunes en El Mundo, en la que hablaba de presiones al presidente del CGPJ por parte del Gobierno, Lesmes salió a la palestra ese mismo día para decir públicamente que él nunca pretendió usar su cargo para ir al Constitucional y, además, advirtió contra una supuesta "rebelión" en el CGPJ que impedía cumplir con su obligación de nombrar a los dos candidatos al TC.
Las sospechas de que Lesmes jugaba a dos barajas estaban ahí. De hecho, en el PP se piensa que el presidente del Supremo sí quería ir al Constitucional y, además, alcanzar la presidencia, con el apoyo de la nueva mayoría progresista.
En el PP se tenía la sensación de que Lesmes jugaba a dos barajas. Un almuerzo discreto el pasado martes entre el presidente del CGPJ y dos de sus vocales recondujo la situación. La maniobra del Gobierno había fracasado.
Algunos medios (como El País) dieron por hecho que Lesmes podría lograr que al menos tres miembros considerados conservadores se sumaran a los progresistas para sacar adelante a los dos candidatos al Constitucional.
El martes, sin embargo, el curso de los acontecimientos dio un giro radical. Dos vocales del CGPJ, José María Macías y Juan Martínez Moya, almorzaron en secreto con Lesmes y le expresaron el enfado de la mayoría conservadora ante su actitud, un tanto autoritaria, y poco clara respecto al nombramiento de los dos miembros del TC. Las fuentes consultadas coinciden en señalar que esa reunión recondujo la situación. Lesmes no iba a traicionar a la mayoría que le eligió.
En la noche del martes, ocho vocales conservadores mantuvieron una reunión (siete se reunieron a cenar y Martínez Moya participó en la conversación de forma telemática). El ambiente estaba muy caldeado contra Lesmes, ya que la mayoría de los reunidos no conocía el almuerzo que había tenido lugar ese mismo día. Se dijeron cosas muy fuertes contra el presidente del Supremo y del CGPJ, pero, al final, se encontró una solución que no dejaba mal a Lesmes y en la que éste estaba de acuerdo: en el Pleno que se celebra hoy no habrá votación sobre nombres, sino sobre las reglas de juego para una situación que no se ha producido nunca hasta ahora. Lesmes, además, se ha comprometido a no convocar un nuevo Pleno hasta que no haya un consenso entre los dos bloques sobre esas reglas de juego. Esto hace imposible que se cumpla el plazo del 13 de septiembre, como marca la ley, para nombrar a los dos miembros del TC que le corresponden al CGPJ. El Gobierno se encontrará entonces ante la disyuntiva de nombrar a los dos magistrados que le corresponden o intentar un acercamiento al PP.
Así las cosas, había enorme expectación ante el discurso de Lesmes que, en presencia del rey Felipe VI pronunciaría en la sede del Supremo con motivo de la apertura del año judicial. Lesmes fue muy duro, dio leña a tirios y troyanos. Y, para concluir, en un corrillo de periodistas, advirtió, tras concluir el acto, que dimitiría de su cargo si no se renovaba el CGPJ "en semanas". El discurso, eso es importante, ha sido del agrado de la mayoría conservadora.
Según una fuente de la máxima solvencia, el PP aprovechará esta circunstancia para presentar el próximo viernes una oferta de negociación al Gobierno y abordar tanto la renovación del TC como la del CGPJ. Sánchez, en principio, no se puede negar a sentarse a negociar.
Así que, aunque parezca una contradicción, ahora, que las cosas están peor que nunca, es cuando se podría desatascar la renovación del órgano del gobierno de los jueces y poner en marcha los nombramientos que llevan meses paralizados tanto en el Supremo, como en las presidencias de los Tribunales Superiores de Justicia y de las Audiencias Provinciales.
Si sale adelante la negociación, el TC tendrá, como es lógico, una mayoría progresista, al igual que el CGPJ. Pero una cosas es hacerlo recurriendo a métodos de dudosa legalidad, como las dos modificaciones que se han hecho en la ley del Poder Judicial, y otra es hacerlo por consenso.
Estamos, pues, ante una disyuntiva. Si el Gobierno acepta y se sienta a negociar, el problema se puede resolver en días, si no en horas. Por el contrario, si Sánchez decide rechazar la oferta, provocará un enfrentamiento aún mayor con el poder judicial. Veremos qué ocurre en los próximos días.
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