De Tezanos ya sólo se puede escribir con ternura, como del señor Miyagi. O como algunos escriben de Griñán, claro. Tezanos no ceja en una lucha contra la realidad y contra el tiempo que ha terminado en romántica, melancólica, arcaica y vana, igual que un aficionado a los soldaditos de plomo o al claqué. Tezanos no acierta nunca y no se cansa nunca, es como el Coyote del Correcaminos, que también nos daba ternura en ese fracaso suyo que era tenaz, voraz, urgente y sin esperanza. Tezanos ha vuelto del verano vigorizado, con una nueva catapulta y un nuevo esquema dibujados en su escritorio de jubilado acuarelista, belenista o ebanista. Con la ilusión de un chiquillo, con la ilusión de la primera vez, nos deja otra encuesta o quizá nos canta La verbena de la Paloma, nos deja el triunfo de Sánchez o quizá un triunfo de Gento, nos baila la remontada del PSOE más como un recuerdo que como una propuesta, como si fuera un foxtrot. Y yo creo que el personal sonríe, claro, como ante los viejitos enamorados o los viejitos bailones.

Lo de Tezanos está más cerca de las cabañuelas del pastor y de los augurios de la partera del pueblo, que veía el sexo del bebé en el apepinamiento de las barrigas

Tezanos, el CIS de Tezanos, que se dice así como si fuera su taller de bicicletas o su tasca con futbolines, asegura que el PSOE vuelve a ganar, apenas 7 décimas por encima del PP de Feijóo, pero vuelve a ganar. Aunque esto sólo lo dice Tezanos, como el único que aún dice “pollo”, “oiga, pollo”, a los jóvenes o a los advenedizos. El resto de las encuestas, las de las empresas que sí dependen de acertar, o sea las que intentan hacer ciencia, ponen al PP muy por encima del PSOE, pero eso de la ciencia a Tezanos le debe de parecer como la lista de los 40 principales reguetoneros, o algo así. Lo de Tezanos está más cerca de las cabañuelas del pastor y de los augurios de la partera del pueblo, que veía el sexo del bebé en el apepinamiento de las barrigas y manchas horrorosas a causa de los antojos no satisfechos. Tezanos, en fin, ha venido con mechero de mecha y con traje de chulapo a decirnos cosas que nadie cree, pero tampoco hace falta creerlas, porque tienen su sentido sentimental, personal y hasta histórico, como si fueran piropos de Arturo Fernández al chatín Pedro Sánchez.

Tezanos, el CIS de Tezanos, que se dice así, como si fuera su corsetería o su quiosco con caramelos adoquines, tenía ya que publicar esto, que Sánchez vuelve a ganar. Para cantar la remontada de Sánchez, algo así como una remontada de Perico Delgado, el PP tenía que ponerse primero por delante, por supuesto, pero tampoco demasiado tiempo. Esa jugada de Tezanos, la de dar ganador al PP por primera vez, fue una especie de arrastre de brisca que ya cumplió su misión. Pero ahora Sánchez está recibiendo a ciudadanos en la Moncloa como en albornoz de estadista, y paseándolos por sus jardines socráticos o alicatados, como si fuera la Preysler. Y el ciudadano sociológicamente sensible, ése que enseguida se eriza con lo que hace el presidente, ese ciudadano que busca o se inventa Tezanos, tenía que manifestarse.

Sánchez se ha quitado la corbata, y se ha enfrentado así descorbatado a los señores de los puros, que es como enfrentarse con despechugue y florete de duelista a unos señores con bazuca. Además, está dando entrevistas en los medios, entrevistas a dos páginas que parecen balcones de saetas en los medios creyentes, y entrevistas de nata y fresa en televisiones de nata y fresa. Todo esto tiene que reflejarse en la sociología nacional, y además rápidamente, que el ciudadano español enseguida está hablando en el autobús del CGPJ, al otro día, con un enfado de Champions League perdida. También tenía que reflejarse ese desigual debate en el Senado, dejar constancia, en esas placas de glorieta con Quijote que le salen a Tezanos, que lo ganó Sánchez, aunque ganara como el emperador Cómodo (se cuenta que al emperador le gustaba jugar a los gladiadores, pero con sus oponentes drogados o con espada de madera). Sánchez, en fin, está de zafarrancho y Tezanos tenía que hacer algo, que no es plan de quedarse quieto, que es como cuando el nieto se le viste de indio y le pide jugar. 

Tezanos, el CIS de Tezanos, que se dice así, como si fuera su colmado del Oeste o su talabartería, ha llegado del verano con su cubo escaso y épico de cangrejos o jureles de jubilado, y nos hace sonreír en ese empeño suyo por el madrugón, el arremangamiento y las batallitas de pescador dominguero que nadie cree. Ya uno sólo puede ver ternura en él, ni ciencia ni política ni interés ni mala leche, que cuando nadie te hace caso la mala leche es hasta cómica. De Tezanos ya sólo se puede escribir con ternura, como de Emilio Aragón o así. O como escriben todavía algunos de Griñán. Griñán, en el mejor de los casos, si no malversó sí prevaricó para que otros malversaran. Pero ahí lo tienen, simplemente como un viejo de Hemingway, fracasado, cansado, empapado en su pana socialista, aún heroico y existencial. Tezanos es inofensivo, pero un PSOE defendiendo la inocencia de Griñán, no. La ternura sólo la merecen los inofensivos, por si alguien aún tiene ganas de pellizcarles los mofletes a según qué abueletes y chatines.

De Tezanos ya sólo se puede escribir con ternura, como del señor Miyagi. O como algunos escriben de Griñán, claro. Tezanos no ceja en una lucha contra la realidad y contra el tiempo que ha terminado en romántica, melancólica, arcaica y vana, igual que un aficionado a los soldaditos de plomo o al claqué. Tezanos no acierta nunca y no se cansa nunca, es como el Coyote del Correcaminos, que también nos daba ternura en ese fracaso suyo que era tenaz, voraz, urgente y sin esperanza. Tezanos ha vuelto del verano vigorizado, con una nueva catapulta y un nuevo esquema dibujados en su escritorio de jubilado acuarelista, belenista o ebanista. Con la ilusión de un chiquillo, con la ilusión de la primera vez, nos deja otra encuesta o quizá nos canta La verbena de la Paloma, nos deja el triunfo de Sánchez o quizá un triunfo de Gento, nos baila la remontada del PSOE más como un recuerdo que como una propuesta, como si fuera un foxtrot. Y yo creo que el personal sonríe, claro, como ante los viejitos enamorados o los viejitos bailones.

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