Fue la primera en disparar. A las 8,07 Yolanda Díaz colgó su primer tuit: "Hoy hemos alcanzado un acuerdo de Presupuestos justo y beneficioso para nuestro país". Se adelantó casi 20 minutos a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que tuiteó a las 8,25, y hora y media al presidente Sánchez, que también usó la red social para felicitarse y felicitar al país por tener un Gobierno tan preocupado por la gente. ¡Seguimos!
Los Presupuestos vienen cargados de buenas noticias. Los jubilados recibirán un 8,5% más el año que viene, con lo que quedan protegidos de la inflación; los parados cobrarán un poco más a partir del séptimo mes; las madres con hijos menores de 3 años recibirán 100 euros, y el bono de Renfe para viajes cortos se prorrogará durante todo el año 2023. ¿Alguien da más?
En conjunto, el gasto social se elevará a 266.189 millones, el más alto de la historia. Además, en el presupuesto también se incluye el impuesto de solidaridad a grandes fortunas (el llamado impuesto a los ricos) que, aunque apenas recaudará 1.500 millones, servirá para castigar a las rentas altas de las autonomías que no tienen impuesto de patrimonio: Madrid y Andalucía. Un traje a la medida para Díaz Ayuso y para el atrevido Moreno Bonilla.
Unos Presupuestos de izquierdas, o progresistas, muy del gusto de la ministra de Trabajo, que ha capitalizado, mejor incluso de lo que solía hacer Pablo Iglesias, esa orientación ideológica de las cuentas públicas.
En la pugna con la parte socialista del Gobierno, Díaz y los ministros de IU y Podemos han tenido que aparcar sus reticencias al aumento del gasto en Defensa y los retoques a la Ley de Vivienda. Margarita Robles y la OTAN se han salido con la suya, con una subida muy importante para cumplir el compromiso de llegar en cinco años al 2% del PIB. Lo que quería UP en la Ley de Vivienda era intervenir el mercado del alquiler, lo que no parece buena idea cuando el presupuesto contempla que la parte más importante de la subida del PIB se sustente en el ladrillo.
El fuerte aumento del gasto llega cuando el crecimiento se ralentiza. Son unos Presupuestos para ganar elecciones en los que a Sánchez no le importa demasiado que la ministra de Trabajo se apunte el tanto. Necesita una izquierda que no baje de 30 escaños
María Jesús Montero resumió en su intervención tras el Consejo de Ministros la esencia de estos Presupuestos: "El sector público es la locomotora de la economía".
Todo muy guay. El problema es que ese chute de gasto público llega cuando la economía se aboca a una ralentización del crecimiento y cuando aún no se sabe cómo y cuándo acabará la guerra en Ucrania. La propia ministra Calviño ha rebajado la previsión de crecimiento para 2023 al 2,1% (la AIREF deja la cifra en el 1,5%). A pesar de ese frenazo, desde el 4,4% que se prevé que crezca el PIB ese año, Montero espera que los ingresos tributarios suban un 6%. Y eso, teniendo en cuenta las rebajas del IVA y el recorte fiscal a rentas menores de 21.000 euros acordada la semana pasada. Es un poco el cuento de la lechera.
Es difícil que las cuentas cuadren. Como en otras ocasiones, el Gobierno se ha dejado llevar por el optimismo, pero ahora con una diferencia fundamental: el 2023 es año electoral por partida doble, elecciones municipales y autonómicas en mayo y generales... cuando toque, pero seguramente en diciembre.
Todos los Presupuestos tienen un aroma electoralista, pero el hedor de este tira para atrás.
Sánchez ha hecho unas cuentas públicas para ganar las elecciones, o al menos para intentar recortar la ventaja que le dan las encuestas al PP. No le importa demasiado que Yolanda Díaz se apunte en su casillero las medidas más progresistas, porque seguirá necesitando de una izquierda a su izquierda que obtenga al menos 30 escaños para mantenerse en el poder.
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