El ser una persona refugiada implica que además de luchar contra la injusticia, la inclemencia climática, la guerra, el exilio, la separación… también lidiar frente a la hipocresía y la política de doble rasero que algunas personas practican cuando visitan a sus semejantes en situaciones de vulnerabilidad y desesperación.
Y eso se nota cuando esas mismas personas te miran a los ojos, te abrazan y te escuchan atentamente dándote entender que, si al menos no sufren lo que padeces, te comprenden y se solidarizan con tu causa, y crees que han firmado contigo un trato intangible basado en la empatía, el humanismo y el compromiso de que llevarán tu voz y congoja allá donde tu jamás llegarías. En el caso de los refugiados saharauis ese ejercicio ruin e inhumano se puede contar por miles. Y en eso los políticos se llevan la palma.
En sus manos tuvieron la posibilidad de cambiar las cosas, pero optaron por olvidarse de quienes en su día le abrieron de par en par sus jaimas
Desde 1975 hasta la actualidad, por los campos saharauis han pasado cientos de miles de personas. Algunas aún siguen yendo; otras no volvieron jamás, pero no se olvidaron de las penalidades de los saharauis. Y están los huéspedes que llamaron la atención. Los que crearon grandes expectativas y esperanzas por razón de sus cargos o influencias, especialmente políticos, que, por avatares de la vida, llegaron a ser años más tarde grandes líderes mundiales.
En sus manos tuvieron la posibilidad de cambiar las cosas, y que, sin embargo, optaron por olvidarse de quienes en su día le abrieron de par en par sus jaimas; le sirvieron el mejor té; los dátiles más exquisitos; y lo que es peor, les confesaron sus secretos, sus sueños. Les hablaron con el corazón.
La flamante primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, es una de ellos. Aunque es cierto que es difícil predecir si defraudará o no a los saharauis, sí recordarle al menos sus compromisos. La actual líder de Fratelli d'Italia estuvo en los campamentos de refugiados saharauis durante diez días en 2002, donde dejó impresa su experiencia sobre el Sahara en su libro autobiográfico Io sono Giorgia: le mie radici, le mie idee publicado el año pasado. La política italiana formó parte del Intergrupo Paz y Libertad para el pueblo saharaui, donde defendía sin vacilaciones el reconocimiento del Estado saharaui (RASD) por parte del Gobierno italiano. De su estancia en el Sahara, Meloni llegó a escribir: “Allí entendí lo que significa amar de verdad tu propia tierra (…) he bebido té en el desierto con las mujeres saharauis de este pueblo orgulloso”, concluye. Veremos qué sucederá a partir de cuando haya formado gobierno.
Meloni estuvo en los campamentos de refugiados saharauis durante diez días en 2002
Pero tal vez el caso más sonado, fue el del expresidente del Gobierno español Felipe González. El líder socialista antes de hospedarse en el Palacio de La Moncloa, pernoctó bajo las estrellas del desierto en los campamentos de refugiados saharauis. Apenas llevaba dos años en el cargo como secretario general del PSOE, cuando aquel joven abogado, pronunció, un 14 de noviembre de 1976, el famoso discurso delante de cientos de saharauis en la hamada argelina, donde condenó el abandono de España a su antigua colonia, el Sahara Occidental, y afirmó sentir “vergüenza de que el Gobierno no haya sólo hecho una mala colonización sino una peor descolonización, entregándoos en manos de gobiernos reaccionarios como los de Marruecos y Mauritania”.
Para concluir reafirmando aquello de que “sabemos que vuestra experiencia es la de haber recibido muchas promesas nunca cumplidas. Yo quiero, por consiguiente, no prometeros algo, sino comprometerme con la Historia. Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final”. Nada más lejos de la realidad.
Unos años después de aquella arenga, González se convirtió en el tercer presidente del Gobierno de España, cargo que ostentó durante largos 14 años. No solo incumplió lo que prometió, sino que además defraudó y con creces. Y no escatimó esfuerzo alguno en agudizar si cabe el sufrimiento del pueblo saharaui, convirtiéndose en aliado de quienes consideraba gobiernos “reaccionarios”.
González no escatimó esfuerzo alguno en agudizar si cabe el sufrimiento del pueblo saharaui
El octogenario político ahora es uno de los mayores lobistas de Marruecos. Aunque sus palabras fueron dichas en el desierto, la memoria de los refugiados, y la Historia nunca las borrarán. Pero no solamente estos dos políticos se comprometieron con los saharauis. La lista es larga. me viene como colofón la actitud de la actual primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, que también estuvo en 2008 en los campamentos saharauis como presidenta de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas (IUSY, en sus siglas en inglés) donde conoció de cerca su sufrimiento.
“Es hora de que se reconozca al Polisario”, llegó a reclamar delante del difunto presidente saharaui, Mohamed Abdelaziz, durante el Festival de IUSY celebrado en 2009 en Hungría, donde el líder saharaui era invitado de honor. Sin embargo, ahora de primera ministra se pone de perfil ante las empresas neozelandesas que roban impunemente los recursos naturales del Sahara Occidental ocupado por Marruecos.
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