Elías Bendodo, coordinador del PP, ese trabajo complicado o imposible, ha salido muy indignado enseñando un billete de lotería con publicidad de la ley del ‘sólo sí es sí’. La verdad es que la ley Montero, ley propagandística y con el tamaño de un sello, la ve uno muy bien en un billete de lotería, allí en el sitio de una carabela, de una Anunciación o de un aniversario de Alfonso X. La ley, con su eslogan, su logo y no sé si hasta su canción, como una vuelta ciclista, no deja de ser una de estas cosas colombinas, conmemorativas, museísticas, olímpicas, que suelen poner en la lotería para no dejar en crudo el egoísmo de los millones y el azar de la suerte. La ley Montero tiene algo de aspiración a la gloria filatélica, algo de efemérides de la reconquista, algo de arte de convento, algo de olimpiada de Gallardón y algo del sello del PCE, que también han sacado aquí nuestros ilustradores (no lo digo sólo por dibujantes sino por educadores). Yo creo que la ley estaba más pensada para acabar en un décimo de lotería, como el recuerdo de Naranjito o el centenario del Hércules de Alicante, que para ser aplicada por los jueces.
Todo lo que hace el Gobierno parece una rifa de baraja o un tocomocho, así que poner una ley en un billete de lotería casi parece más propio que sacarla en el BOE. Yo no descartaría que las leyes sanchistas salgan también en los anuncios de turrón, con mucho ropopompón de nostalgia, y en los de la propia lotería de Navidad, que te encogen el corazón hasta hacerte soltar una lagrimita muy navideña de tocinillo de jamón. La ley Montero es más sentimental que jurídica, y se trata de anunciar no una ley sino un sentimiento, como la Coca-Cola no te anuncia el refresco sino una emoción. La lotería, hecha de sueños de chimenea, repartos de abuela y esperanzas de camarero, era el mejor sitio para poner esta ley que es como una bufandita o un decimito de madre o de amiga, un rezo laico a la esperanza. En los juzgados la ley es un desastre, pero eso es porque no nos la imaginamos, como sí ha hecho el Gobierno, en manos de un calvo que mueve la nieve y la fortuna con las manos como un yoyó.
Lo mismo les choca que se pueda colocar publicidad institucional en la lotería, pero es porque el sanchismo ya es patrimonio nacional
La ley Montero es como una ley pasada por una joroba, que a ver si hay suerte. Es una ley que requiere suerte con los jueces, suerte con las víctimas y hasta suerte con los violadores, porque la ley chapucera o trabucada no te da seguridad de nada, como no te da seguridad de nada el anuncio de la lotería ni la Virgen que mira el número capicúa de tu décimo como un tejado lleno de palomas. La lotería, con su cosa oficial, nacional, entre papel moneda e instancia, a uno le parece la manera que tiene el Estado de certificar nuestra desprotección de tiesos y, a la vez, comunicarnos la despegada esperanza que tiene en que nuestras miserias acaben por la pura suerte. La ley Montero parece un poco eso mismo, una póliza de esperanzas, con anuncios con calvos falsos y nieve falsa, que terminan en la papelera, o destrozadas en un abrigo ratonero, o en el centrifugado feroz de la realidad. Claro que la ley tenía que terminar en la lotería, como los turistas terminan en Doña Manolita, museo del jamón de los millones.
La ley Montero era publicidad desde el principio, que primero fue un nicho de mercado, ese nicho del manifestódromo de un feminismo cabreado y emberenjenado, luego fue un eslogan que iba bien con los bocinazos, y luego un producto que, claro, estaba hecho para satisfacer las rimas y las pancartas pintadas con las manos, que en realidad sólo eran esas mismas rimas y pancartas elevadas al rango de ley sin consistencia de ley e incluso sin gramática de ley. La ley Montero, en realidad, terminó su recorrido en el momento de su ideación, de su conceptualización como producto o performance. Lo demás era propaganda con nebulizador, como esos perfumes de Navidad que también te venden un concepto, no un olor, el concepto de ser Antonio Banderas o el Jacq que buscaba aquella señorita con tanta necesidad. Sin embargo, yo creo que la ley Montero se perdería en grandes anuncios televisivos y de cartelón, como si se anunciara La casa de papel o el fino Tío Pepe. Le viene mejor la publicidad íntima, plegada en el bolsillo como una carta o un salvoconducto, con tu número como con tu nombre, o sea este gran acierto de poner esa ley en la lotería como una madre te pone el beso en el décimo.
Elías Bendodo, muy ofuscable siempre, se ofusca viendo esa ley todo chasco y todo matasellos anunciada en un décimo como si Irene Montero fuera una madonna o fuera el Escorial. Pero a mí me parece, como he explicado, de lo más lógico que ha dado esta ley y de lo más coherente que ha dado el sanchismo. En la lotería se trata de ocultar con bibliofilia, arquitectura, voluntariado o santoral que el Estado sólo quiere recaudar y que nosotros sólo queremos el Gordo para comprarnos el pisito o irnos al Caribe. En este caso concreto, se trata de ocultar con efemérides e hitos inventados o fracasados que Sánchez sólo quiere su colchón en la Moncloa como una colchoneta de Curro. Es el gran tocomocho nacional, que no sólo llega hasta la lotería sino que aspira a empapelar todo el Estado. Por cierto, lo mismo les choca que se pueda colocar publicidad institucional en la lotería, pero es porque el sanchismo ya es patrimonio nacional o todo el patrimonio nacional es sanchista.
Elías Bendodo, coordinador del PP, ese trabajo complicado o imposible, ha salido muy indignado enseñando un billete de lotería con publicidad de la ley del ‘sólo sí es sí’. La verdad es que la ley Montero, ley propagandística y con el tamaño de un sello, la ve uno muy bien en un billete de lotería, allí en el sitio de una carabela, de una Anunciación o de un aniversario de Alfonso X. La ley, con su eslogan, su logo y no sé si hasta su canción, como una vuelta ciclista, no deja de ser una de estas cosas colombinas, conmemorativas, museísticas, olímpicas, que suelen poner en la lotería para no dejar en crudo el egoísmo de los millones y el azar de la suerte. La ley Montero tiene algo de aspiración a la gloria filatélica, algo de efemérides de la reconquista, algo de arte de convento, algo de olimpiada de Gallardón y algo del sello del PCE, que también han sacado aquí nuestros ilustradores (no lo digo sólo por dibujantes sino por educadores). Yo creo que la ley estaba más pensada para acabar en un décimo de lotería, como el recuerdo de Naranjito o el centenario del Hércules de Alicante, que para ser aplicada por los jueces.
Te puede interesar
-
Feijóo, a los socios de Sánchez: "Apoyarle te convierte en encubridor o cómplice de sus desmanes"
-
Óscar López afirma que España tiene un Gobierno limpio y la oposición más sucia de la historia
-
Los 890.000 euros de corrupción que asedian al Gobierno, según Aldama
-
Sánchez encabeza la querella conjunta del PSOE contra Aldama por injurias y calumnias
Lo más visto
- 1 Aldama puede acabar con Sánchez
- 2 Hatamleh, NASA: "En el futuro nos casaremos con robots":
- 3 El inspector jefe de los 20 millones se reunía al lado de la Jefatura
- 4 Las medias verdades y mentiras de la colaboración de Aldama con los servicios de inteligencia: "Es un fantasma"
- 5 El primer gran 'servicio' al PSOE de David Broncano
- 6 Nueva ley 'antiokupas' aprobada por el Congreso
- 7 Recuperan un ancla del siglo XIX en la casa de un vecino de Muxía
- 8 Cena de Delcy con sorpresa... y la sorpresa era Pedro Sánchez
- 9 Los 890.000 euros de corrupción que asedian al Gobierno, según Aldama