El diputado del Grupo Mixto Carlos García Adanero levantó el miércoles de sus asientos a las apenas dos docenas de diputados de PP, Vox y Ciudadanos que en esos momentos se encontraban en el Congreso de los Diputados. Los escaños de la izquierda también estaban casi vacíos. Pero el vídeo del discurso de Adanero contra la cesión a Bildu para que la Guardia Civil de Tráfico abandone Navarra se hizo viral en las redes sociales. Es lo que pasa cuando alguien habla con el corazón en la mano y, además, tiene razón.
Adanero llamó "indignidad" al pacto del Gobierno con Bildu: retirada de la Guardia Civil de Tráfico de Navarra a cambio de su apoyo a los Presupuestos. Había más concesiones, pero esta era la sustancialmente relevante. Los que tenemos algunos años recordamos la llamada Alternativa KAS, una plataforma reivindicativa de ETA/Batasuna que contemplaba como uno de sus cinco puntos la retirada de la "fuerzas represivas" del País Vasco. Pues bien, el pacto del Gobierno va en esa dirección.
La Guardia Civil (en Navarra hay unos 1.500 agentes) no desaparece de Navarra, es verdad, pero su jibarización, hasta convertir al cuerpo en algo residual, que sólo se ocupa a funciones de vigilancia en puertos y aeropuertos, armas, explosivos y pasaportes, como ocurre ya en País Vasco y Cataluña, siempre empieza por Tráfico. Es un primer paso necesario, como si se tratara de algo funcional, casi sin importancia, para luego reclamar la retirada total.
Hay en este acuerdo algo que supone un riesgo para el Estado, y es que las principales vías de comunicación con Francia dejarán de estar controladas por un cuerpo de seguridad dependiente del Gobierno central. La Junquera, Irún, y, a partir del 31 de marzo, Navarra, son vías que dependerán respectivamente por los Mossos, la Ertzainza y la Policía Foral de Navarra.
Los que aplaudieron los asesinatos de ETA ahora se apuntan el tanto de la retirada de la Guardia Civil de Tráfico de Navarra. El Gobierno da un paso más en el blanqueo de EHBildu
Pero lo peor, lo que convierte a este acuerdo en una indignidad, es con quién se pacta. No es con el PNV, ni con CiU, sino con Bildu, que, no lo olvidemos, sigue sin condenar los atentados terroristas. En Navarra, ETA asesinó a 14 miembros del cuerpo (entre ellos, el general Juan Atarés, que fue asesinado de tres disparos en la espalda el 23 de diciembre de 1985), dos de ellos precisamente miembros de la Agrupación de Tráfico (José Antonio Ferri y Antonio Fernández Álvarez murieron tras el estallido de un coche bomba en Estella en 1988). Bildu, entonces Batasuna, no sólo no condenó esos asesinatos, sino que los justificó y hasta los aplaudió.
Reseña hoy José Antonio Zarzalejos en su artículo en El Confidencial el libro de Kepa Aulestia ETA contra la prensa. Qué significó resistir. El propio Zarzalejos (ex director de El Correo) fue uno de los amenazados por la banda terrorista, que intentó atentar contra él en dos ocasiones. Aulestia rememora el papel de la también periodista Mertxe Aizpurua como parte del necesario entramado social/mediático del terrorismo. Aizpurúa -portavoz de EHBildu en el Congreso- se presenta ahora como defensora "de los derechos humanos y sociales" en el País Vasco. Es una burla. Pero el Gobierno ha colaborado, con este y con otros acuerdos, al blanqueo del partido filoetarra.
"¡Ya no matan! ¡Ya no matan!", exclaman algunos diputados del PSOE, y hasta el propio Patxi López lo refrenda. No matan, pero siguen ejerciendo una presión intolerable sobre los que consideran sus enemigos. Que se lo digan a los representantes del PP, o incluso a algunos socialistas, que viven en los pequeños pueblos de Guipúzcoa donde manda el partido abertzale.
La cesión, negociar con los que apoyaron a los asesinos la retirada del cuerpo al que pertenecieron los asesinados, no es aislada, forma parte de un plan global, más ambicioso. El traspaso de la gestión de las prisiones al Gobierno vasco ha llevado a una acelerada concesión de terceros grados. Primero, son los acercamientos a cárceles vascas, luego las reducciones de condena hasta su excarcelación. Y todo ello sin que se haya producido el necesario arrepentimiento.
Lo recordaba el pasado martes Carlos Bautista, fiscal coordinador de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional: "El colectivo de presos sigue controlado por la organización". Por eso no se producen los arrepentimientos.
ETA no quiere renunciar a su pasado, ni a su historia. Y sus propagandistas sacan pecho por los logros obtenidos a costa de chantajear al Gobierno con sus votos. Con chulería, como hizo ayer el diputado de Bildu Oskar Matute: "Circulen".
Señor Adanero, estoy con usted: se trata de una indignidad.
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