Nunca en la historia de España tuvimos un Gobierno tan rico, jamás las arcas del Estado estuvieron tan llenas: 240.000 millones de euros de recaudación en ingresos de Hacienda hasta noviembre pasado. Y sin embargo los españoles cada día más pobres, 4,8 millones de personas viven en situación de pobreza severa con menos de 6.300 € al año. Son un 10,2% de la población. La ayuda para ellos del Gobierno es un cheque de 200 euros al año, apenas 5 € por persona y mes, no llega ni a limosna, es un insulto. El Gobierno dispone de 33.000 millones de recaudación extra que no esperaba y no se gasta, mientras la renta de los hogares españoles ha caído un 6,7% en tres años, la mayor pérdida de poder adquisitivo de todos los países de la OCDE.

La nefasta gestión económica de Nadia Calviño y Sánchez nos mantiene en el último lugar entre los países que siguen sin alcanzar los niveles del 2019 previos a la pandemia, y no llegaremos hasta 2024. Cinco años perdidos y con datos debidamente manipulados en la mayoría de medios de comunicación a cambio de millones en subvenciones públicas.

El Gobierno se felicita por los buenos datos económicos conseguidos insultando la inteligencia de cualquier economista,  dicen que creamos más empleo que nadie, cuando lo cierto es que no creamos empleo neto, solo empleo público y temporal (ahora fijo discontinuo).

La economía real de España nos indica que tan solo 16,4 millones de autónomos y trabajadores por cuenta ajena soportan los sueldos, pensiones y ayudas de los 31 millones de españoles restantes.

La economía real nos indica que tan solo 16,4 millones de autónomos y trabajadores por cuenta ajena soportan los sueldos, pensiones y ayudas de los 31 millones de españoles restantes

Tenemos además más de 3 millones que cobran sueldos públicos entre funcionarios, personal laboral, diputados, senadores, parlamentarios autonómicos, fundaciones, consorcios y demás entes públicos que pagamos entre todos, la cifra más alta en veinte años, casi el 20% de las personas empleadas en España. Su gasto batió este año otro récord histórico superando los 150.000 millones de euros en sueldos al año que salen de nuestros impuestos. No paran de gastar lo que no tienen y de seguir endeudándose; en los Presupuestos del Estado del 2023 gastaremos 30.000 millones de euros de dinero público sólo en pagar los intereses de la deuda. ¿No sería más lógico reducir deuda con el excedente de recaudación conseguido? Se trata de tenernos dependientes del Estado, como en la antigua Unión Soviética, Cuba o Venezuela.

No se han bajado impuestos y apenas se han tomado medidas para abaratar el coste de la vida a los ciudadanos. Cuanto más aumentaron los precios, más recaudó el Gobierno, por eso ha esperado tanto para rebajar el IVA en algunos productos básicos, por eso y porque lo propuso el PP hace meses, motivo suficiente para no hacerlo.

Sería lógico que lo recaudado en exceso revirtiera en los ciudadanos, pero no ha sido así en estos cuatro años. Sánchez reparte migajas, céntimos de gasolina, o cheques más aparentes que eficaces. Igual que las ayudas a autónomos que apenas llegaron a una minoría, el kid digital que el Gobierno ha cobrado de Europa pero es incapaz de gestionar, el cheque cultural al que muchos jóvenes no pudieron acceder por lo complicado de las condiciones de cobro, y tantas otras ayudas directas que por dificultades en la letra pequeña de su concesión no llegaron a la mayoría de los colectivos.

Se trata de anunciarlas, no de cobrarlas, y en eso son expertos. Sirven para llenar algunos titulares en medios que a su vez reciben esa lluvia fina de dinero público, hasta 158 millones este año, en publicidad institucional.

Es una manera de hacer política, la que no resuelve pero aparenta resolver, la que dice cambiar las cosas para mantenerlas inmóviles y que nos quiere cada día más pobres a los ciudadanos y más ricos al Estado para ser obedientes y serviles al nuevo César, el doctor en economía que nos Gobierna.