Cuando Putin decidió dar un salto cualitativo en su criminal anexión de Ucrania que se inició en 2014 en Crimea -quizás la invasión más exitosa en lo que llevamos de siglo- sabía que los ucranianos no resistirían sin ayuda de Europa. Y pensó que la Unión Europea no sería capaz de mantener la unidad o no lo haría durante mucho tiempo para asistir y apoyar, con todas sus consecuencias, la integridad territorial de Ucrania. 

Ahora tenemos ya perspectiva suficiente como para afirmar que la invasión de febrero de 2022 y todo lo acontecido desde entonces demuestran cómo Putin infravaloró los esfuerzos de la UE y su capacidad de actuar como un ente eficaz, sólido y unido, algo que se ha materializado a través de los sucesivos suministros de apoyo financiero, ayuda militar y hasta nueve paquetes de contundentes sanciones, con un décimo paquete en discusión en la actualidad. 

Sin embargo, en las últimas semanas esta unidad ha estado amenazada a propósito del debate sobre el envío de carros de combate a Ucrania. El lento proceso de decisión, impulsado por la luz verde de EEUU a mandar los M1 Abrams, y la posición dubitativa de Alemania, han dejado una vez más en evidencia algunas dificultades que siguen lastrando el camino hacia el tan repetido ideal europeo de "hablar con una sola voz", y de que exista una autonomía geopolítica y estratégica a la altura de los retos.

La cuestión de los tanques está precedida del contexto de entrenamiento militar y envío de armamento que la UE ha ido realizando, principalmente al amparo del marco del Fondo Europeo de Apoyo a la Paz desde el inicio de la invasión. El pasado octubre, la UE puso en marcha la Misión de Asistencia Militar de apoyo a Ucrania para mejorar su capacidad militar y que puedan defender la integridad territorial y la soberanía y proteger a la población civil. Esta misión, con un mandato inicial de dos años, proporciona formación militar, pero también incluye munición, equipos y plataformas militares diseñados para producir efectos letales. 

El envío de los Leopard supone un cambio cualitativo del armamento europeo, un cambio sustancial en nuestra participación en la guerra"

Es cierto, no obstante, que el envío de los Leopard 2 supone un cambio cualitativo del armamento europeo enviado hasta el momento, un cambio sustancial en nuestra participación en esta guerra. Y ahora Zelenski eleva su apuesta solicitando el apoyo con suministro de cazas F-16 y sometidos, como en el caso de los carros de combate, al veto de exportación por parte del país productor. Estamos con Ucrania. Comprometidos con Ucrania. Hemos dicho que ellos defienden nuestros valores y que cualquier paso hacia la victoria del agresor es una amenaza para todos nosotros. El próximo 3 de febrero se celebrará la Cumbre UE-Ucrania en la que previsiblemente se reforzará este compromiso adquirido en relación con una perspectiva de adhesión. Llegado a este punto, cuando ya se cumple casi un año del inicio de la invasión, un año de muerte, ¿qué sentido tiene mandar un goteo de armas y apoyo que no tenga un potencial material y simbólico para forzar un cambio en el rumbo de la guerra que permita una perspectiva del fin de la misma? 

La reflexión sobre tal decisión no es en vano. Moscú ya elevó su amenaza, señalando que la llegada de tanques pesados desde la UE y EEUU recrudecería la ofensiva, en lo que considera una implicación directa en el conflicto. Las consecuencias ya las estamos viendo, y las sigue sufriendo en primera línea la población de Ucrania: Rusia ya desplegó una primera oleada de misiles y drones-bomba que han matado al menos a 11 personas. 

Es cierto, también, que asumimos riesgos desde la UE, y por tanto nuestra población debe ser informada de las decisiones que los gobiernos y los responsables europeos adoptan. El canciller alemán expuso progresivamente sus dudas sobre la escalada, informando a la población sobre las negociaciones en curso y compareciendo en el parlamento para hablar del potencial envío de los Leopard 2. 

Vamos a llegar a la paradoja de conocer con detalle cuántos tanques mandan franceses y alemanes sin saber nada más que vaguedades sobre nuestra prometida aportación"

¿Y España? Poco más de unos canutazos de la ministra de Defensa vacíos de contenido, tan sólo aludiendo a la prudencia como una forma de ocultar las deficiencias internas, tanto entre la coalición como con aquellos partidos sobre los que se construye la misma. Vamos a llegar a la paradoja de conocer con detalle cuántos tanques mandan franceses y alemanes sin saber nada más que vaguedades y frases vacías sobre nuestra prometida aportación. Y, lo más grave, sin comparecencia en el Congreso, no por el calado de una decisión así, sino por obvias razones internas: para que no se ponga en evidencia, una vez más, la división en el seno de la coalición de gobierno. ¿Se imaginan que fueran Ciudadanos o el PP los que se opusieran? El presidente del gobierno ya habría convocado un pleno con tambores y trompetas. Su irresponsabilidad no conoce límites. Es muy sencillo: la opinión pública española tiene derecho a este debate.

Ione Belarra nos dice que este envío puede tener consecuencias imprevisibles. A esa imprevisibilidad estamos sujetos en Europa desde el inicio de la guerra. Pero quienes más saben de imprevisibilidad son los que desde hace casi un año se enfrentan a una realidad diaria marcada por el miedo, la huida, la destrucción y la muerte. Señalando, de una forma naive, que "la paz es condición de posibilidad para cerrar la brecha de desigualdad y garantizar los derechos sociales en Europa", está también obviando la realidad crítica y dramáticas de los civiles asesinados por bombardeos indiscriminados; de los torturados por la guerrilla privada de Putin, de asesinos a sueldo y presos liberados a cambio de su alistamiento. De las mujeres violadas salvajemente por tropas rusas.

Todos queremos la paz. Las vías diplomáticas, y las de diálogo y negociación, están abiertas. La gran diferencia entre los que llevan pidiendo de forma abstracta una negociación con Putin para excluir cualquier apoyo europeo a Ucrania y quienes hemos pedido  desde el principio una respuesta firme de la UE en favor de Ucrania y contra Rusia es que queremos que Moscú llegue a esa negociación, no para legalizar la anexión de territorios invadidos, sino para restablecer la situación anterior a la guerra y, de ser posible, llevar a Putin y a todos los responsables políticos y ejecutores de esta guerra a un Tribunal Internacional para responder por esta agresión y los miles de crímenes de guerra y contra la humanidad. 

Cualquier otra salida, cualquier otra negociación desde una posición débil que equivaldría a una cesión, deja la puerta abierta a la impunidad. Precisamente a esa impunidad que ha posibilitado lo que hoy ocurre. Nos deja, a todos --ucranianos y europeos—expuestos a la terrible imprevisibilidad de más guerras futuras.


Soraya Rodríguez es eurodiputada del Parlamento Europeo en la delegación de Ciudadanos