Máximo Huerta, exministro de un soplo y portadilla de aquel primer Gobierno de Pedro Sánchez que era como un casting de K-pop o un escaparate de Geyperman, ha revelado la última conversación que tuvo con él, y en la que el presidente quedaba como un malo de película con sillón de Emmanuelle, plan megalómano y huevera de plata. A Huerta no se le ha quedado nada de ministro, que no tuvo tiempo, así que sigue siendo un tipo normal con madre, perrita, trabajillo y ganas de rajar de aquel tío raro que, en un torreón de la Moncloa con reloj de columna, arpa de luz de persianilla y muñeco de ventrílocuo, sólo le hablaba de cómo iba a quedar él en la Historia. Yo creo que no hace falta ni que Pablo Iglesias diga que Sánchez “lo pagará”, que ya me parece condenado como todos los villanos o zumbados de película. Y además desde la primera escena, nada más quitarse los guantes de conducir, nada más aparecer con jersey de cuello de cisne, como aquellos malos de Colombo.
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