El Gobierno acaba de reconocer que ha destruido más de 6 millones trescientas mil vacunas contra el Covid porque le ha caducado, algunas son las que tienen un precio más bajo como AstraZeneca, otras (más de 2 millones) son las más caras como Pfizer. Se calcula que el coste de la pérdida supera los 100 millones de euros. Ningún organismo público vigiló su fecha de caducidad ni propuso enviarlas a países con tasas de vacunación más bajas, como los 20 millones de dosis que donamos a África o los 22 millones a América latina. Simplemente caducaron por desidia y porque menos del 60% de los españoles se pusieron la cuarta dosis de refuerzo.

El Gobierno recibió más de 1.000 millones en préstamos para comprar vacunas Covid y debe usarlos, por eso aunque los stocks estén a rebosar y les caduquen, se siguen comprando más. Los depósitos del Ministerio de Sanidad tienen en estos momentos 106 millones de dosis, muchas caducan cada semana y sin embargo han decidido comprar 56 millones más este año, dice Carolina Darias que “por cumplir con los acuerdos de adquisición suscritos con las compañías”.

En Europa la mayoría de la prensa no investiga, solo se subvenciona, pero en Estados Unidos es distinto y han sido ellos, el New York Times, quien denuncia a la Presidenta de la Comisión Europea Von del Layen, por no hacer públicos los SMS que se cruzó durante semanas con el CEO de Pfizer Albert Bourla. Fue ella quien negoció en persona con todas las farmacéuticas la compra en nombre de la Unión Europea de vacunas Covid, pero con Pfizer podría existir además un conflicto de intereses, el marido de Von del Layen trabaja para una farmacéutica asociada a Pfizer. Además la compra fue de unas dimensiones nunca vistas, entre agosto del 2020 y mediados del 2021 la Unión Europea compró a estos laboratorios 771 millones de euros en vacunas Covid, lo que significa decenas de vacunas para cada europeo. En abril del 2021 de nuevo se negoció con Pfizer la compra de 1.800 millones de dosis adicionales, justo cuando anunciaron perder la confianza con las vacunas Janssen y AstraZeneka, es decir que mientras ambos se intercambiaban SMS privados que ahora esconden, Pfizer encareció el precio de sus vacunas pasando de los 15,5€ que costaba una dosis a los 19,5€ por vacuna, un 25% más caras. Fiscalía y Tribunal de Cuentas de la Unión Europea lo están investigando.

Las organizaciones satélite que les amparan se benefician de Gobiernos débiles como el español, capaces de ingresar 130 millones en vacunas por una foto con Bill Gates, como hizo Sánchez

La paradoja de la vacunación mundial está en un constante conflicto de intereses porque tan solo una familia decide el calendario de vacunación y a la vez son socios del principal laboratorio. Me refiero a Bill y Melinda Gates. Su Fundación es el primer donante de fondos a la OMS, antes superados por Alemania pero ahora ya no, tras anunciar una inversión de 9.000 millones de dólares hasta 2026 que les hace dueños y señores de las decisiones sanitarias en el mundo. A la vez esta Fundación posee 3 millones de acciones del laboratorio alemán Biotech, que junto a Pfizer puso en marcha las vacunas. Ellos deciden, y con sus decisiones se enriquecen aún más. Además las organizaciones satélite que les amparan se benefician de Gobiernos débiles como el español, capaces de ingresar 130 millones en ellas por una foto con Bill Gates como hizo Sánchez en Nueva York. 

Ya han pasado suficientes años tras sobrevivir a lo peor de la pandemia como para hacer justicia acerca de las vacunas y sus efectos, el supervisor oficial confirma 111 muertes en España por dosis defectuosas y según los expertos representan solo el 1% de las muertes totales, lo que significaría más de 11.000 fallecidos. ¿Es esa la causa del aumento de mortalidad en España desde hace tres años? Nadie lo sabe y nadie lo investiga, pero lo cierto es que triplicamos las muertes que se producían antes de la pandemia al igual que el resto de Europeos, aunque España ocupa la segunda posición en el número de fallecidos tras Alemania.

Esta omertà sobre las vacunas no puede continuar, sabemos que era un tratamiento experimental y nos lo inoculamos, pero no firmamos con ello un consentimiento de por vida para no controlar sus efectos. Quienes se han beneficiado económicamente de ellas deberían ser los primeros en darnos respuestas.

El Gobierno acaba de reconocer que ha destruido más de 6 millones trescientas mil vacunas contra el Covid porque le ha caducado, algunas son las que tienen un precio más bajo como AstraZeneca, otras (más de 2 millones) son las más caras como Pfizer. Se calcula que el coste de la pérdida supera los 100 millones de euros. Ningún organismo público vigiló su fecha de caducidad ni propuso enviarlas a países con tasas de vacunación más bajas, como los 20 millones de dosis que donamos a África o los 22 millones a América latina. Simplemente caducaron por desidia y porque menos del 60% de los españoles se pusieron la cuarta dosis de refuerzo.

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