Ante una audiencia de cera y frío, como el tanatorio que son todos los salones de Putin y quizá Rusia entera, el neozar neosoviético acusó a Occidente de hacer justo lo que él hace: provocar la guerra, buscar la aniquilación del enemigo, destruir la civilización y ser Satanás con banderitas de patriotismo y puticlub. Este viejo mandamiento de la propaganda se llama proyección y ya nos aparece en las enseñanzas de Maquiavelo, que no era cínico sino sólo pragmático. Pedro Sánchez también lo emplea muy bien desde la púrpura de su traje berenjena: culpa a la oposición de crispación manteniendo él a extremistas y antisistemas en el Gobierno, señala a la derecha togada a la vez que él intenta controlar todo el Poder Judicial (y todo el Estado), acusa de incumplir la Constitución mientras él se afana en demolerla junto con sus socios exsediciosos y exmalversadores, y hasta advierte a Feijóo de traiciones internas cuando sus ministros no se hablan y sus barones le tienen asco y miedo como a las bichas del campo.
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