Patxi López se está convirtiendo en ese personaje españolísimo que es serio y cómico a la vez, como un alguacilillo de los toros, un macero de ayuntamiento, una dama de orfeón o un ministro de Cultura. Yo creo que Sánchez lo tiene más como distracción que como parapeto, como un señuelo de guerra o de caza, esa cosa de señuelo de pato que tiene a veces el bueno de Patxi López sobrenadando con sus ojos de madera entre la canalla periodística. Si hay algo que nos pueda distraer del tito Berni, ese prócer de la pelusa de calcetín y de la pelusa de talega, quizá es Patxi López tratando de explicar o de olvidar al tito Berni. Nos ha dicho ahora que “no hay caso”, ni para una comisión de investigación ni para un pase de aspiradora, aunque se registran despachos del Congreso y comandancias de la Guardia Civil como si fueran furgonetas de camello. La verdad es que ahora en España no hay otro caso ni cosa que el tito Berni, las peleas con boas de colores en el Gobierno enemigamente feminista, y, claro, el propio Patxi López intentando salir de todo eso como entre cuacuás. Todo gravísimo y cómico.
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