La señora Pam no debería estar en ningún otro sitio más que en una barraca de feria, tal es el cúmulo de barbaridades que expele por su boca para regocijo de unos pocos -poquísimos- de sus partidarios. Pero sigue ahí y ahí seguirá mientras este Gobierno moribundo exhale un hálito de vida.
Y la explicación es bien sencilla: no hay nada fuera de ahí que les otorgue la visibilidad que tienen, aunque digan y hagan cosas como las que hace y dice Pam.
No existe Podemos fuera de Madrid pero es que dentro de Madrid está Más Madrid, que no se quiere juntar con ellos porque solos están muchísimo mejor.
Y fuera de Madrid el partido Podemos es un partido muerto. En Cataluña están los “comunes”; en Valencia está Compromís, y en Andalucía está un conglomerado de partidos y partiditos de los que Podemos forma parte pero ya se vio en las elecciones andaluzas, que se quedaron fuera de la candidatura aunque luego colocaron a su gente; en el País Vasco no existen; en Galicia estaban las Mareas pero eso se ha deshecho en cientos de grupos y subgrupos y tampoco tienen representación parlamentaria. Y así sucesivamente.
La Moncloa es el refugio y el nido de Podemos
Sólo les queda Madrid, entendiendo por Madrid el Palacio de La Moncloa porque en la Asamblea de Madrid tuvo que venir el líder supremo de Podemos y bajar de los cielos monclovitas para raspar un 7,21% del voto y arrancar 10 concejales. La quinta y última fuerza.
Quiero decir que La Moncloa es su refugio y su nido. No tienen otro, pero es un nido muy confortable donde acampan no sólo Irene Montero e Ione Belarra, sino Alberto Garzón y todos ellos con sus secretarios de Estado, sus directores generales y sus asesores que se cuentan por cientos.
Con ese peso tiene que cargar el PSOE por decisión del presidente del Gobierno, que era muy consciente de que, o pactaba con Pablo Iglesias o se hundía en la miseria. Y pactó.
Pero ahora, cuando la legislatura está a punto de acabar, las excentricidades de la pandilla de Podemos están irritando ya hasta a las ministras socialistas más condescendientes con sus excesos.
Lo de esta semana, con la miembro de Podemos llamando puñado de fascistas a todo aquel que en el hemiciclo no compartiera los puntos de vista de sus ministras, fue de aurora boreal. Y no acaba aquí la cosa: la ministra Montero (PSOE) dijo ayer que la ley de Vivienda estaba a punto de ser pactada, cosa que inmediatamente le fue desmentida por la ministra de Podemos Ione Belarra.
Se están haciendo unos hombrecitos en el único lugar en el que tienen visibilidad, que es en el Gobierno de España, porque fuera de ahí no existen literalmente. Y Pedro Sánchez les va a aguantar hasta el final por ver si entre todos ellos encuentran el modo de sacar la cabeza, electoralmente hablando.
Es una operación de socorros mutuos en la que el peso de la carga corre de cuenta del PSOE. Mientras haya legislatura habrá Pam porque Pedro Sánchez no las puede cesar. A ninguna de ellas.
Eso no impide que desde aquí se reclame el cese de unas señoras que se empecinan en el error y se ceban además en la burla. Sabemos que es una reclamación inútil pero es nuestra obligación exigir que haya una cierta dignidad en los niveles intermedios de los ministerios.
Así que tendremos Irenes Monteros, Iones Belarras, Albertos Garzones y Pams para el resto de la legislatura.
Ya falta menos.
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