Ha pasado un año y ni jurídica ni política ni diplomáticamente el presidente Pedro Sánchez ha dado explicaciones convincentes ni creíbles en relación con la aceptación, por carta, de la propuesta marroquí (integración en Marruecos, vía improbable autonomía) para el Sahara Occidental. Está claro que es muy difícil poner en un texto político o en una declaración parlamentaria la consumación de una traición, un atropello y una ilegalidad ante el derecho internacional.
Desde que el Gobierno de Franco en 1975 entregó ilegalmente, en el Acuerdo Tripartito de Madrid, la colonia a Marruecos y Mauritania, provocando una guerra entre el Frente Polisario y las dos naciones ocupantes, no habían recibido los saharauis una bofetada a sus legítimas aspiraciones de libertad y autodeterminación como la que les ha propinado el presidente Sánchez y su lamentable y unilateral ocurrencia, en forma de carta en francés. Parece que se confirma en el tiempo la postura de Sánchez y el revés que, con ella, daremos a la ONU solo tendrá parangón en las imposturas de Donald Trump ante la comunidad internacional.
Desde 1975 no habían recibido los saharauis una bofetada a sus legítimas aspiraciones de libertad y autodeterminación como la que les ha propinado el presidente Sánchez y su lamentable y unilateral ocurrencia, en forma de carta en francés
La insólita actitud de Sánchez, mantenida en un tiempo de zozobra y crisis institucional, puede conducirnos a varias situaciones. La primera será a una mayor irrelevancia internacional.
España es la “potencia administradora de facto” del Sahara Occidental y aunque haya hecho dejación de sus compromisos y sus responsabilidades tiene ante Naciones Unidas y el derecho internacional una misión que cumplir y ahora, como hizo en el 75 Franco, el presidente español vuelve a entregar el Sahara a sus enemigos, esta vez en forma de reconocimiento de una supuesta autonomía que no se sostiene -más que en el imaginario alauita- si antes no existe un referéndum de autodeterminación.
Además, la carta a Mohamed VI, “la cena de la bandera al revés”, provocación indecente varios días después a España, y las consecuencias de la fallida cumbre de Rabat entre los gobiernos español y marroquí, con la insolente ausencia del monarca alauí, hacen que contemplemos en el presidente una posición personal que nunca puede ser considerada como una postura de España y ni siquiera del Gobierno de España por mucho que la suscriba su primer ministro.
El apoyo de Sánchez a Mohamed VI se sustenta en la premisa falsa de que Marruecos ostenta una especie de soberanía de la ex colonia española
Por otro lado el apoyo de Sánchez a Mohamed VI se sustenta en la premisa falsa de que Marruecos ostenta una especie de soberanía de la ex colonia española y por eso da valor a la unilateral propuesta marroquí de 2007 que propone una autonomía. Ignora que el Sáhara Occidental es en la actualidad un “territorio no autónomo” pendiente de descolonizar. La ONU descartó la propuesta de 2007 por inviable. O sea, si no hay soberanía sobre el Sáhara Occidental no puede haber un otorgamiento de autonomía.
Sin opción a la independencia, pues, no hay libre determinación, por eso la iniciativa de Sánchez destripa en solitario, sin apoyo de Gobierno ni de Congreso, las resoluciones de Naciones Unidas y el derecho internacional.
El Sáhara Occidental es hoy un “territorio no autónomo” que se autoproclamó como República Árabe Saharaui Democrática (RASD) el 14 de noviembre de 1975, habiendo sido reconocida por cerca de 80 estados del mundo. Y la RASD es miembro fundador de la Unión Africana (UA), organización continental semejante a la Unión Europea. Marruecos no se incorporó a la UA hasta 2017. Argelia y Sudáfrica, junto a otros países africanos, son los grandes apoyos de los saharauis en el concierto internacional.
En el Partido Popular la apuesta ha sido, es y será por el cumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas
Otra situación a la que nos conduce la iniciativa del presidente es la de tratar de olvidar que saharauis y españoles estamos unidos por íntimos lazos fraternales. Miles de familias acogen a los niños todos los veranos, miles de ciudadanos saharauis tienen la nacionalidad española fruto del vínculo colonial y laboral, miles de españoles nacieron en la colonia, en el Sahara el castellano es lengua oficial y se habla, a veces mejor que en España, además la cooperación ejemplar con el Sahara revela que España es responsable de su brutal desalojo al desierto argelino y que muchos españoles son conscientes de ello.
Sánchez también se ha cargado en parte ese escenario de acuerdo y unanimidad ya que obligará a buena parte del PSOE a desdecirse de lo defendido durante tantos años que no es otra cosa que el cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, que reconocen el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui. Incluso el Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell ha contradicho la posición del presidente español de forma muy clara.
No puede ser que quien traicione hoy a los saharauis coja el testigo a Franco
En el Partido Popular la apuesta ha sido, es y será por el cumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas. En ese marco trabajar por “la necesidad de alcanzar una solución política que sea realista, viable, duradera y aceptable para todas las partes” y “que prevea la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental”. Por otro lado está descalificada y desautorizada en Congreso y Senado la actitud unilateral e ilegítima del presidente Sánchez.
Para finalizar, la iniciativa de Sánchez es contraria al valor de la paz, de la seguridad y del respeto entre territorios ya que apuesta por “una insoportable solución para territorios invadidos militarmente y ocupados ilegalmente”, como acertadamente ha señalado Felipe Briones, presidente de la Asociación Internacional de Juristas para el Sahara Occidental.
Como recordaba este humilde parlamentario hace un año no puede ser que quien traicione hoy a los saharauis coja el testigo a Franco.
Carmelo Barrio Baroja es parlamentario vasco del PP y miembro del intergrupo “Paz y Libertad para el Pueblo Saharaui”
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