Por escapar del Tito Berni, que viene cojo de legaña de ingle y cagado de billetes sucios, el PSOE es capaz de investigar otra vez a Tejero, con su brillo de tricornio como el de un toro de Osborne en los ocasos del franquismo cuartelero. Se diría que un buen tricornio lo tapa todo, con su cosa de aguilucho negro que pervive en el sombrerito negro de viuda de España. No va a haber comisión en el Congreso por el tito y sus apóstoles de última cena (“no hay caso”, ya saben, que dijo Patxi López como espantando una mosca de vino de bodeguilla), pero sí se va a investigar el caso Cuarteles, que es un caso que se han sacado, curiosamente, de ahí donde no había caso. Donde antes había un socialista repartiendo socialismo, estampitas y chupetones, ahora hay corrupción en la Benemérita, que suena a corrupción en un convento, y sospechas para el PP de Rajoy, que es algo clásico, reconfortante e ingenuo como volver al asesino mayordomo o al peplum de Semana Santa.
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