Por escapar del Tito Berni, que viene cojo de legaña de ingle y cagado de billetes sucios, el PSOE es capaz de investigar otra vez a Tejero, con su brillo de tricornio como el de un toro de Osborne en los ocasos del franquismo cuartelero. Se diría que un buen tricornio lo tapa todo, con su cosa de aguilucho negro que pervive en el sombrerito negro de viuda de España. No va a haber comisión en el Congreso por el tito y sus apóstoles de última cena (“no hay caso”, ya saben, que dijo Patxi López como espantando una mosca de vino de bodeguilla), pero sí se va a investigar el caso Cuarteles, que es un caso que se han sacado, curiosamente, de ahí donde no había caso. Donde antes había un socialista repartiendo socialismo, estampitas y chupetones, ahora hay corrupción en la Benemérita, que suena a corrupción en un convento, y sospechas para el PP de Rajoy, que es algo clásico, reconfortante e ingenuo como volver al asesino mayordomo o al peplum de Semana Santa.
Tejero es verdad que ya no da juego, pero el mito de la Guardia Civil aún está ahí, con su sombra de rama de ahorcado, con su leyenda de cementerio, y es quizá lo único que puede hacerle frente a un putero del pueblo, al entrañable socialista de saca pública agarrada como una cacha de chacha o al revés. Es curioso porque aquí se ha modernizado y democratizado todo, hasta Bildu, hasta Otegi, pero la Guardia Civil, como el Ejército, la policía y hasta los municipalillos, siguen siendo para la progresía algo así como los migueletes de Franco. El facha genérico, que ahora se llama ultraderecha con cierto temblor radiactivo, siempre queda mejor concretado y sustanciado en el guardia civil de Lola Flores, casi un torero goyesco o un ventero con sus guindas al pavo, o en el guardia civil de Lorca, casi un ciprés. Contra el socialista algarrobo, pero socialista al fin y al cabo, quizá la mejor distracción es la Guardia Civil, que es algo así como un Temple en Patrol.
A partir de un empresario que aparece un tanto lateralmente en el sumario del Tito Berni, el PSOE ha ido tirando del hilo y, en vez de encontrarse con el calzón o saco deshilachado de su exdiputado, desgastado de moteles y despachos como roído de ratones de villancico, se ha encontrado con adjudicaciones de obras en cuarteles de la Guardia Civil de Madrid en época de Rajoy, o sea una mina simbólica, una especie de pirámide de facherío y tinieblas, ese convento de corrupción que decía yo, pero elevado a convento de Almodóvar. Tenemos pues a la Guardia Civil, con el bolsillo y el corazón de plomo como la calavera; tenemos las adjudicaciones de obra, otro clásico que se puede poner a la altura del putero con tarjeta agropecuaria de consejería agropecuaria; tenemos al PP de Rajoy, que sigue siendo, no lo olvidemos, la justificación de Sánchez para su Camelot con monstruo de Frankenstein; y hasta tenemos Madrid, o sea el Madrid de Ayuso, que el Madrid de Ayuso es eterno como el de los Austrias, el de Galdós, el de Larra o el de don Hilarión. Es como si a Patxi López y a Sánchez hubieran venido a salvarlos los Cien Mil Hijos de San Luis.
Por escapar del Tito Berni, que viene cojo de legaña de ingle y cagado de billetes sucios, el PSOE es capaz de investigar otra vez a Tejero, con su brillo de tricornio como el de un toro de Osborne
El caso del Tito Berni, que era un caso que no había, se ha transformado en el caso Cuarteles, que ahora sí que hay caso, por allí tras la sombra de capote y garita de unos cuarteles desconchados ya antes en sombras. Y en el Congreso, donde Tito Berni invitaba a empresarios corrompibles o corruptores como a una arrocería, ahora sí que se ha desatado el zafarrancho contra la corrupción y contra los bigotes de charol, que recuerdan todos al Bigotes. Es, en realidad, sólo la cínica lógica de la política. Nadie acusa, acorrala ni investiga a su propio partido, salvo si se persigue una purga, como ocurrió con el pobre o quizá sólo torpe Pablo Casado. Patxi López se atrevió a decir que lo del Tito Berni no se investigaba en comisión porque estaba sub iudice, como si no lo hubiera estado en su día el caso Kitchen. O los ERE, claro, en el otro lado. Pero López se está acostumbrando a estas atragantadas como de búcaro que se mete, o ha pensado que esta última merecía la pena si dejaban de preguntarle por las digestiones peligrosas de sus compañeros de escaño, por allí por ese Congreso donde ahora se persigue mejor a esos civilones mitológicos que aúllan a la luna como licántropos con tabaco de liar.
El PSOE miró el caso Mediador y lo que vio fue el caso Cuarteles, que no sólo tiraba por el desagüe a ese personaje de desagüe que es el Tito Berni, sino que era incluso una oportuna venganza histórica que atravesaba a la derechona hasta llegar a sus raíces de hierro y pasamanería. Desde el Congreso, donde se atendía a los empresarios como tras biombos rojos de madame, lo que preocupa son esas alas de hule del guardia civil, que siguen sobrevolando la España negra a pesar del peso de sus tricornios hechos como de bala de cañón. Mientras, por el juzgado, el sobrino del tito, que heredó cargo y despacho en la Consejería, se sigue manejando con tanta chulería (heredada, consentida, conocida, alimentada, premiada) que tuteaba a la jueza que lo interrogaba. Y por el resto de la España socialista, por la que tan tranquilos andaban el tito, sus secuaces y sus clientes, se van enterrando esqueletos con dientes de oro y todos los ahogados que recordó el partido, allí bajo el cricrí de la rosa como el de las margaritas de Lorca. Si es por el PSOE, llegarán antes a Rajoy, a Ayuso y hasta a Tejero que a ellos.
Por escapar del Tito Berni, que viene cojo de legaña de ingle y cagado de billetes sucios, el PSOE es capaz de investigar otra vez a Tejero, con su brillo de tricornio como el de un toro de Osborne en los ocasos del franquismo cuartelero. Se diría que un buen tricornio lo tapa todo, con su cosa de aguilucho negro que pervive en el sombrerito negro de viuda de España. No va a haber comisión en el Congreso por el tito y sus apóstoles de última cena (“no hay caso”, ya saben, que dijo Patxi López como espantando una mosca de vino de bodeguilla), pero sí se va a investigar el caso Cuarteles, que es un caso que se han sacado, curiosamente, de ahí donde no había caso. Donde antes había un socialista repartiendo socialismo, estampitas y chupetones, ahora hay corrupción en la Benemérita, que suena a corrupción en un convento, y sospechas para el PP de Rajoy, que es algo clásico, reconfortante e ingenuo como volver al asesino mayordomo o al peplum de Semana Santa.