La rueda de prensa celebrada ayer al alimón entre Santiago Abascal y Ramón Tamames no pudo esconder, aunque Abascal lo intentó denodadamente, el vértigo que acomete ahora mismo a los dirigentes de Vox, a cuenta de lo que se ha convertido en el mejor de los casos en una humorada que la sede de la soberanía nacional no tiene por qué aguantar y que ofende a quienes consideramos que el Parlamento español está para abordar asuntos de verdadera importancia para la vida de la gente.
Ofende al Parlamento, aunque la Cámara ya está suficientemente ofendida por el uso secundario que el presidente del Gobierno le tiene destinado desde hace casi cuatro años. En fin, que esta ha sido, por ahora, la última humillación a que se va a ver sometido el Congreso de los Diputados.
El profesor Tamames nos va a dar una conferencia sobre los males que aquejan a nuestro país en este momento, conferencia que bien habría podido impartir en la Academia de Ciencias Morales y Políticas de la que es miembro.
Pero las mociones de censura no están para que se guste el candidato a no se sabe qué porque Ramón Tamames no es miembro del Congreso. Lo fue hace tiempo, pero ese tiempo ya pasó hace mucho.
Nadie le puede negar a Tamames la lucidez, el conocimiento de la Historia de España, su valía profesional y tantas otras cualidades que le adornan. Entre las que, desde luego, no está la conciencia de sus limitaciones. Porque hay una limitación evidente para él: tiene casi 90 años y no es diputado.
Eso es suficiente argumento para no haber caído en el error cometido desde el comienzo por Santiago Abascal de articular con esos mimbres una moción de censura, que tiene un fin estrictamente político porque políticos son los elementos que lo componen.
Lo de ayer fue el modo que tenía Abascal de poner un paño autojustificatorio que tapara como buenamente pudiera las profundas disidencias
La particular personalidad de Tamames ha hecho que llame a los distintos medios de comunicación para proponerles ser entrevistado con lo cual las diferencias con los planteamientos de Vox han salido a la luz mucho más de lo que los líderes de esa formación verde hubieran deseado.
Lo de ayer fue el modo que tenía Abascal de poner un paño autojustificatorio que tapara como buenamente pudiera las profundas disidencias que existen entre el "candidato-que-no-es-tal" y la formación política que lo propone.
Por eso el Estado de las Autonomía quedará al margen de la charla que nos va a ofrecer Tamames el martes que viene.Y como eso, una multitud de cuestiones más en las que están a una distancia sideral ambos componentes de esta moción de censura que no es una moción de censura en sus estrictos términos sino una extravagancia de la que Abascal y los suyos no han sabido retirarse a tiempo.
Y ya, para rematar el esperpento, resulta que Tamames, hijo al fin de su tiempo pretérito, no calculó la rapidez con la que se transmiten las noticias ni que un discurso para una autoproclamada moción de censura no se enseña a los amigos sino que se guarda celosamente y sólo se consulta al círculo más próximo dentro del partido. Pero aquí está la gracia: que Ramón Tamames ya no es de ningún partido, y mira que ha circulado por unos cuantos.
Con lo cual si Pedro Sánchez tuvo alguna vez una cierta inquietud por conocer los términos de la intervención del economista, esa inquietud se le ha despejado el propio Tamames con su torpeza propia de quien ya no se maneja bien en los ritmos que se le dan ahora a las informaciones. Y más a ésta, que tenía la suficiente relevancia como para que hubiera algunos periodistas al acecho.
Ha sido el consuelo de quien no puede hacer otra cosa, el argumento esgrimido por Tamames en la rueda de prensa de ayer: "Pues ya está. Que se enteren mejor, que se lo estudien". Mmmmmmm…
Todo esto es un despropósito de tales dimensiones que, insisto, ofende al sentido común.
Y, por otra parte, el argumento antiguo que se manejó para armar la presentación de esta moción de censura, que tenía por objeto llamar al voto a Vox a las personas mayores, que por lo visto se le resisten al partido verde, no se sostiene. Esas personas son precisamente las que tienen más grabada en la memoria al Tamames militante comunista, que eso sí que se da de bofetadas con los planteamientos de Vox.
En fin, que será un espectáculo del todo prescindible del que no sabemos cómo acabará. Y, por supuesto, el PP, contra quien estaba destinado este movimiento antes de que haya degenerado en un sainete, deberá mantener su abstención suceda lo que suceda el martes y el miércoles de la semana que viene.
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