La cosa viene de lejos pero se ha agudizado en los últimos meses. En la Comunidad de Madrid la señora Rocío Monasterio se permitió en el mes de noviembre no votar los Presupuestos de la región lo cual redundó en el perjuicio de muchas inversiones y sobre todo en el perjuicio de mucha gente.
Pero a ella y a su partido no le importó votar con la izquierda un NO como una casa, algo que la presidenta de Madrid no le perdonará nunca a Rocío Monasterio.
Ése ha sido el mayor desencuentro entre ambas políticas que había empezado muy bien, y con mucha colaboración aparente, hasta que todo se fue yendo a paseo, probablemente por decisiones de más arriba. El caso es que la presidenta y la líder de Vox han acabado de espaldas la una de la otra, con mucho mayor peso la presidenta de la Comunidad de Madrid, que no en vano está ahora a cuatro diputados de la mayoría absoluta y la señora Monasterio cuenta con sólo 13 de los suyos.
La sesión de ayer colmó el vaso de la paciencia de Isabel Díaz Ayuso que decretó que cada uno por su lado y el que venga detrás que arree.
Era el último pleno de la corta legislatura pero en ese pleno se votaba la deducción fiscal aunque no sólo para las inversiones extranjeras.
La señora Monasterio votó en contra, porque dotaría de ventajas «a los que vienen de fuera» y no a los que siguen en Madrid «aguantando» el Ejecutivo de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, y a Pedro Sánchez.
Era un argumento muy traído por los pelos y muy poco razonable porque las deducciones fiscales eran para los que vienen de fuera, sean éstos de otras partes de España o sean del extranjero. Esto de “los nuestros” y “los demás” suena verdaderamente mal a los oídos de una liberal como Ayuso y a los de más gente.
Vox está intentando apretar al PP, pero el PP no se deja. Y los cálculos que se hacen desde cada una de las sedes son literalmente opuestos
El caso es que desde el mes de noviembre, las cosas se han ido enrareciendo y el debate de la moción de censura que se ha celebrado esta semana en el Congreso de los Diputados -y se celebraba contra el PP aunque no se dijera de ese modo- dio la puntilla a unas relaciones que no se sabe cómo acabarán tras las elecciones generales pero que a día de hoy no pasan por su mejor momento.
Por eso tiene sentido que Rocío Monasterio se pliegue a los designios de sus jefes y que se oponga a votar a favor de iniciativas como la de ayer, que estaba muy puesta en razón.
Están intentando apretar al PP, pero el PP no se deja.
Y los cálculos que hacen desde cada una de las sedes son literalmente opuestos. En la calle de Génova están apostando por la mayoría absoluta de Isabel Díaz Ayuso como una hipótesis plausible. Entre otras cosas porque calculan que Podemos se va a dar un batacazo en Madrid de los que hacen historia. También calculan que el partido ultraconservador no llegará a alcanzar los escaños que tiene ahora mismo. Puede incluso que, rotas las relaciones, Ayuso pase a ocuparse del votante de Vox descontento con el comportamiento de sus dirigentes y se lleve a algunos para “casa”.
Sin embargo, en Vox se calcula que la política que les garantiza un mayor crecimiento es ésta que les ha llevado a plantear una moción de censura contra el PP -no lo dicen así pero así es como ha sido- y a no votar los Presupuestos de la Comunidad de Madrid.
Ya falta poco para que despejemos las dudas, por lo menos en Madrid. Ya no va a haber más plenos y el lunes 4 de abril se disuelven todas las Cámaras autonómicas de las comunidades que concurren a las elecciones de mayo.
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