Lo suyo es que el Domingo de Ramos Yolanda Díaz aparezca por Magariños en borriquita, bajo un sol de estuco y un aleteo de hojas de palma como el de un Espíritu Santo de los esparteros, humilde, sequizo y glorioso. Yo no sé qué está intentando negociar con ella Podemos, o los cuatro que son ahora Podemos, apenas un par de ministerios de las escobas y un faquir con dieta de clavos y capitalistas, o sea Pablo Iglesias. Me refiero a que a un mesías como Yolanda no se le piden primarias ni negociar listas, sólo que te acoja bajo su manto, entre la salvación de sus sandalias y el agua fresca de sus manos. Yolanda Díaz no tiene partido, no tiene organización y no tiene programa (recién caída de los Cielos, ha tenido que ir a que el pobre le explique qué le hace falta al pobre y el enfermo qué le hace falta al enfermo, como si eso hubiera cambiado algo desde Augusto). Yo creo que no tiene ni borriquita, sólo unas alas de lino blanco, inmensas como el desierto, y la profecía que ella misma lleva anunciando desde Isaías más o menos. Sólo tiene su misión y su halo y no puede renunciar a eso para ser otro zelote o Magdalena de Iglesias.

Yolanda es el ángel que ella se ha fabricado, bordándolo en sus vestidos de ajuar, y que ha vuelto a traer la promesa eterna de esa salvación siempre postergada (la salvación siempre está postergada porque, si no, sólo quedaría para vender la miseria presente). Él ángel ha aprovechado el Gobierno como un montículo y los focos como un cielo abierto de cúpula, pero no tiene nada ni dice nada, aparte de que ella es el camino, la verdad y la izquierda. Pero seguramente no quedaba más recurso que el misticismo y el rayo divino, volver a reiniciar el ciclo milenarista y salvífico, una vez que hemos visto que el apostolado de Podemos se ha quedado en falsos mesías babilónicos, pueriles cortes babilónicas, terribles crueldades babilónicas y terrosos vibradores también un poco babilónicos. O sea, que esto es un poco un ángel contra curas de pueblo y beatas de pueblo, con teología de velatorio y mal de ojo, y me parece que o Podemos caza al ángel o el ángel expulsa a Podemos con lanzallamas, pero otra no hay.

Yolanda es el ángel que ella se ha fabricado, bordándolo en sus vestidos de ajuar, y que ha vuelto a traer la promesa eterna de esa salvación siempre postergada

Yolanda intenta sobrevivir con la transformación, con la metamorfosis (los dioses, y hasta los humanos, sólo perviven en la metamorfosis, que ya lo contaba Ovidio, y eso sirve lo mismo para Afrodita, Julio César, Jesús o Sánchez, ese Narciso). Por el contrario, Podemos intenta sobrevivir con la resistencia, con la contumacia, con la rigidez, con la pura fuerza, aunque ahora sólo sea una fuerza de dos amigas, ahí como de la mano en el baño, más el ayatolá de la mochilita, voz que clama en el desierto de la izquierda diletante y repanchingada. Podemos aún se siente a la vez ortodoxia teológica y brazo secular, con una especie de tradición imperial romulana que se ha inventado Iglesias, ese mito de la izquierda de carpetilla y plazuela que aún le debe a él la vida como a la loba capitolina, a pesar de que yo creo que ese mito terminó justo con su vicepresidencia alegórica e inútil, rendida tan fácilmente. Después del corte de coleta, un corte no ya simbólico sino bíblico, Podemos sólo se ha prorrogado en el caos de Irene Montero e Ione Belarra. Yolanda es el intento de escapar u olvidar ese caos, y por eso Sumar y Podemos son incompatibles.

Yolanda no reinicia ni cambia la izquierda, que eso no se puede hacer, es como querer cambiar los Evangelios. Yolanda sólo quiere olvidar a Podemos, que nos olvidemos de Podemos, de su caos y de su babilla, al verla a ella descender entre tules y querubines trompeteros. Yolanda incluso podría aceptar a gente de Podemos que se olvide de Podemos y la acoja a ella como verdadera y única salvadora. De ahí el elogio que les dedicó a Montero y Belarra el día de la moción de censura, que fue el verdadero día de su presentación, allí ante el sanedrín de Vox, ante Abascal con su barba de Semana Santa. Yolanda no trae nada diferente (hasta votó no a la reforma del ‘sólo sí es sí’), pero ofrece sin tener y promete sin poder, que así funcionan los ángeles de estampita. Si nos damos cuenta, Yolanda ha sido ungida por manos múltiples y ligeras, incluidas las manos ganchudas de Iglesias y las manos azulinas de Sánchez, pero aún la gente no la ha elegido para nada, salvo para que hablara de las fiestas en su pueblo. Claro que los ángeles no se eligen, sólo se aparecen. En cuanto a Podemos, no quiere negociación sobre programas sino sobre sitios, no quiere primarias para derrocar al ángel sino para asegurarse una supervivencia más cómoda. De todas formas, quizá prefieran resistir en unos escañitos con algo de sidecar o de empalizada antes que disolverse en la majestad autovendida y autocomprada de Yolanda. 

Yolanda debería aparecer el domingo en borriquita, y de hecho lo hará: en la borriquita de Sumar, en la borriquita de “presidenta segunda” que le dejó Patxi López con tonillo de chambelán, o en la borriquita de su poni de niña con poni. Pero aparecerá en borriquita, para que se cumpla su autoprofecía autocumplida, el anuncio del anuncio del anuncio del anuncio que ya nos adelantaron heraldos de heraldos de heraldos de heraldos, ángeles falsos o comprados, enredados en sus ropones y trompetas como sotas de baraja. Yolanda apuesta por la entrada triunfal y por el Cielo con milagro de piñata y pirotecnia, mientras que Podemos apuesta por apretar los dientes y tirarse faroles con ejércitos de trols y perroflautas. No está la cosa para pactos, sino para la lucha final.

Yolanda, y con ella Sánchez, intenta vender otra vez el viejo Paraíso a través de un nuevo ángel, sonriente como una azafata con blusa de lazo. En Podemos, que son cuatro, a lo mejor sólo quieren un rinconcito para pasar el mal trago o, llegado el caso, la vejez. Los dioses caen, los profetas se equivocan, los sacerdotes se disculpan, pero el negocio sigue. Aunque yo no veo al ángel enfangándose ni a los zelotes transfigurados. O sea, que no veo acuerdo. Esto lo decidirán las urnas, que ya eligieron y descabalgaron antes a muchos otros salvadores, frailes de borrico, barrabases y bandoleros.

Lo suyo es que el Domingo de Ramos Yolanda Díaz aparezca por Magariños en borriquita, bajo un sol de estuco y un aleteo de hojas de palma como el de un Espíritu Santo de los esparteros, humilde, sequizo y glorioso. Yo no sé qué está intentando negociar con ella Podemos, o los cuatro que son ahora Podemos, apenas un par de ministerios de las escobas y un faquir con dieta de clavos y capitalistas, o sea Pablo Iglesias. Me refiero a que a un mesías como Yolanda no se le piden primarias ni negociar listas, sólo que te acoja bajo su manto, entre la salvación de sus sandalias y el agua fresca de sus manos. Yolanda Díaz no tiene partido, no tiene organización y no tiene programa (recién caída de los Cielos, ha tenido que ir a que el pobre le explique qué le hace falta al pobre y el enfermo qué le hace falta al enfermo, como si eso hubiera cambiado algo desde Augusto). Yo creo que no tiene ni borriquita, sólo unas alas de lino blanco, inmensas como el desierto, y la profecía que ella misma lleva anunciando desde Isaías más o menos. Sólo tiene su misión y su halo y no puede renunciar a eso para ser otro zelote o Magdalena de Iglesias.

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