Es la ley del silencio en el código de honor siciliano: no informar nunca sobre los delitos cometidos y las víctimas que los sufren. Igual pasa en el caso Marta del Castillo desde 2009. Ahora, catorce años después por puro agotamiento y sin solución por parte de la familia, al fin cuentan lo que ese silencio prohibió explicar durante 14 años.

Yo fui uno de los que callaron y no permitieron explicar la vertiente política del caso, yo también recibí la orden superior de evitar esa arista, la que relacionaba como testigo a una importante persona del PSOE andaluz en el asesinato de Marta.

En ninguna televisión nacional se habló de ella, ni sabe la opinión pública cuál fue su implicación, ni siquiera cuál es su cara. Mientras la familia del Cuco se paseaba por los platós y Miguel Carcaño era señalado por todos como el autor material sin pestañear, alguien que estaba allí y al menos debía ser interrogada pasó como una sombra, evitando los medios de comunicación, ni a penas mencionarla. El PSOE andaluz llevaba gobernando en aquel momento ininterrumpidamente durante 31 años en la Junta de Andalucía y todo lo que sucedía en esa tierra lo controlaba al detalle.

La historia es muy simple. Miguel Carcaño está cumpliendo 21 años de prisión por la muerte de Marta, saldrá antes de 2030 y ya ha pedido permisos, más de 30 veces, aunque se les han denegado. Francisco Javier Delgado es su hermano; para la policía, la familia de Marta, incluso para su propio hermano que cumple condena, es él el presunto autor material de la muerte de Marta, aunque nunca pudo probarse. Su novia era por aquel entonces la clave del caso, María García Mendaro, hija de Ángela Mendaro, figura relevante del PSOE de Sevilla y muy vinculada a la consejera de la Presidencia de la Junta.

La novia de Francisco Javier Delgado estaba estudiando en la casa de su novio aquella noche que fue asesinada Marta en ese domicilio. Siempre declaró que estuvo sola esa noche y que no vio a Miguel Carcaño. Mintió. Fiscalía llegó a pedirle 5 años de cárcel por encubrimiento y contra la integridad, pero quedó absuelta. Nunca declaró ante un juez ni fue detenida. Todos los que estaban en esa casa de la calle León XIII de Sevilla esa noche lo fueron menos ella.

Me contaba estos días el abuelo de Marta que “un día estando en los juzgados, un policía me dijo: '¿ve ese magistrado que está ahí? Es el tío de María García Mendaro'. Era un alto cargo en la Audiencia de Sevilla”. Incluso asegura que la presión del partido boicoteó presencias públicas de la familia en los medios, como el día que le invitaron a la delegación de Málaga de Canal Sur para una entrevista y, tras desplazarle en coche de producción hasta allí, un alto cargo viene a decirle que “tiene órdenes superiores que le ordenan que no salga en el programa” y es devuelto a su casa. Antonio del Castillo pide explicaciones a superiores e incluso le llega a llamar el propio Manuel Chávez diciendo que él no sabía nada. Pero a José Antonio Casanueva no volvieron a entrevistarle.

Ahora la justicia cierra la posibilidad de analizar los teléfonos móviles de los implicados en el caso y hasta condena a la familia a pagar las costas judiciales causadas por esta solicitud de nulidad. Es un aviso para que “dejen de molestar”, dice la familia; intentan ahogarles económicamente para que callen y olviden, que es justamente las dos cosas que nunca harán mientras vivan.

Para casi todos los implicados y testigos de lo sucedido la vida sigue, la que fue novia del hermano de Carcaño es podóloga y pasa consulta a diario como si nada hubiese ocurrido. Todos intentan olvidar, mientras el cuerpo de Marta se pudre en una cuneta, bajo el río o en un pozo, aunque su alma lleva tiempo en el cielo marcando el camino a sus padres y amigos. DEP.

Es la ley del silencio en el código de honor siciliano: no informar nunca sobre los delitos cometidos y las víctimas que los sufren. Igual pasa en el caso Marta del Castillo desde 2009. Ahora, catorce años después por puro agotamiento y sin solución por parte de la familia, al fin cuentan lo que ese silencio prohibió explicar durante 14 años.

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