“Los tiempos están desquiciados.
Maldita mi suerte, haber nacido para corregirlos”
Hamlet hace este comentario tras hablar con su el fantasma de su padre y descubrir que Claudio, hermano del rey, es también su asesino. Claudio mató a Hamlet (padre) derramando veneno en su oído mientras dormía. Tras el crimen, Claudio accede al trono y se casa con Gertrude, la madre de Hamlet y, sí, la viuda de su hermano.
Esas cosas que se hacían por buscar la legitimidad, supongo.
Hamlet no aspira al trono. Aspira a poner orden en Elsinore, la corte de Dinamarca y pasa de la melancolía por la muerte del padre al tener un alma incendiada, puede que por venganza, puede que por la ausencia total de justicia… puede que por ambas.
Hamlet es la quintaesencia del desprendimiento, de la entrega por una causa, a su entender, justa. En un tiempo en el que la vida valía muy poco, bastaba con creer en la culpabilidad del asesino para ajusticiarlo.
Hamlet la creyó probada y ajustició a Claudio, pero por el camino cayeron Rosencrantz, Guildenstern, Ofelia, Polonio, Laertes, Gertrude y, finalmente, el propio Hamlet.
Todo esto nace de la frase que abre la tribuna de hoy. Hamlet se auto-inviste con el deber de retornar la cordura y la obra acaba con una masacre digna de una pesadilla.
El caso (y que El Bardo me perdone) es que siempre que he leído o escuchado esa frase, no puedo evitar en lo recurrente que es en actitudes que pretenden salvarnos a todos sin sacrificar apenas nada.
Me refiero al evento de este domingo en el Antonio Magariños de Madrid, donde se presenta SUMAR, la plataforma con la que Yolanda Díaz quiere aspirar a la presidencia del Gobierno.
No sacrifica nada porque es la segunda intentona. Lo intentó en junio de 2022 en Matadero. Mucha gente, muchas fotos, muchos posts… pero ninguna candidatura. Otros no hubieran aguantado la erosión de una indeterminación así, pero Moncloa sostenía a Yolanda Díaz y le daba protagonismo, medios y oportunidades.
Ha ido atesorando alianzas y capital humano y lo que ella ha atesorado pone al borde del naufragio a Unidas Podemos. No es atrevido, por tanto, afirmar que Yolanda Díaz se mueve con soltura dentro del terreno de las expectativas, porque lo de este domingo va a mover un entusiasmo enorme.
Con el acto de Magariños se inicia, de nuevo, una carrera por dominar la ultraizquierda en la que, esta vez, parece que gana Yolanda Díaz y pierde Pablo Iglesias. No Ione Belarra, no Irene Montero, no Lilith Vestrynge… no. No pierde la actual primera línea de Podemos. Quien pierde es el icono de la ideología, la hegemonía y el activismo: Pablo Iglesias y a Pablo Iglesias no le gusta perder. Es más, me sorprendería que se quedara quieto, porque todo esto eclipsa a los reyes de los asaltos a los cielos y genios de los núcleos irradiadores, que eran el propio Iglesias, Monedero y Errejón.
Podemos se ha quedado sin aliados y sin la mitad de los propios
Apuntar aquí que han anunciado su asistencia a Magariños muchos de sus antiguos socios y varios de aquellos que iniciaron con él el camino de Podemos. Acude Más País, Compromís, Izquierda Unida, En Comú Podem, Equo, la Chunta… vamos, la masa crítica de las confluencias… y aquello que se dio en llamar “los círculos” ya parecen estar dentro de Sumar… igual que lo está la mitad de Podemos.
Así que, con esto, Podemos se ha quedado sin aliados y sin la mitad de los propios.
Los únicos que no estaban entonces, pero que en este tiempo, desplazados por Podemos, han pasado de influyentes a alineados, son los sindicatos UGT y CC.OO. Estos también acudirán al Magariños, evidenciando el resultado del alineamiento.
Así que veremos qué decide hacer Podemos, pero si alguien quiere hablar de unidad en la izquierda, que sepa que, hoy, no existe. Hoy Yolanda Díaz, en vez de ser una líder incuestionable, es la cabeza de una nueva división de la izquierda.
Por ello hablará de un proyecto transversal, porque una confrontación con PSOE o con Podemos es un lujo que la izquierda, ahora mismo, no se puede permitir. No se lo puede permitir porque el propio Pedro Sánchez ha reconocido que su voluntad (opción, diría yo) es repetir en un gobierno de coalición, aunque, esta vez, la coalición tenga como segundo de a bordo a alguien, en principio, más alineado, menos problemático… en principio.
La otra mitad de Podemos que aún no se ha acogido a Sumar, está pidiendo primarias para poder justificar la integración y que se vea su integración en SUMAR (matemáticamente la expresión tiene su gracia) como proyecto, no como claudicación. Si caen dentro del proyecto de Yolanda Díaz, que sea porque las bases han dicho que sí.
¿Lo quieren de otro modo? Si va a haber que hacer a Pablo Iglesias irrelevante, que no haya nadie en concreto a quien culpar.
Porque… a fin de cuentas ¿quién puede competir hoy con alguien que tiene como padrino a Pedro Sánchez?
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