Lo de Yolanda Díaz ayer por la noche en la Sexta con Jordi Évole, fue por una parte, la primera, una elegía de sí misma y en la segunda parte fue una tesis doctoral sobre la necesidad de que Podemos y Sumar se sumen, so pena de que la derecha y la ultraderecha gobiernen en el país. Pero del programa de Sumar, que llevamos esperándolo mucho tiempo, no hubo nada de nada.

La primera parte giró en torno a ella misma, a su modo de hacer política, a sus principios: “Yo respeto mucho las instituciones” pero "soy republicana" y propondría para presidente de la República a Iñaki Gabilondo. Y todo así. 

Una autopromoción descarada con ella como protagonista única porque es lo más destacado del proyecto Sumar. Y así se lo hizo ver el propio Évole pero ella negó la mayor y sostuvo que cuando se habla de Sumar se habla también del proyecto de Ada Colau o del proyecto de Mónica García. Eso es algo que sólo sostiene ella porque en ninguna parte se ha visto el proyecto más que como lo que es: una idea de Yolanda Díaz y de nadie más, al que se han ido sumando otras formaciones de ámbito territorial, salvo Izquierda Unida, que es la única que tiene vocación de ámbito nacional.

La segunda parte de la entrevista versó sobre la desunión y la ruptura de hecho, de ella, aunque no lo dijera así, y los dirigentes de Podemos, desde el momento en que Pablo Iglesias decidió nombrarla sucesora hasta el momento actual en que las relaciones están rotas a pesar de que ella no lo considera de  ese modo.

La entrevista fue

una autopromoción evidente -sonrisa va, sonrisa viene y sonrisa que se pierde- y una reflexión amplia sobre las consecuencias de que Podemos y Sumar no vayan unidos a las elecciones generales

La señora Díaz espera todavía que las cosas se reconduzcan o eso es lo que dice ante las cámaras, que por cierto soportaron un montaje demasiado sofisticado para lo que era una entrevista sin más. La secuencia la abría un trío de chinos -asiáticos en cualquier caso- que discutían sobre los problemas que aquejan a Sumar y a Podemos, pero trasladado a un país asiático, no sabemos por qué. Quizá porque donde se celebraba la entrevista fuera en un restaurante chino. Son cosas del montaje sofisticado.

Sobre Pablo Iglesias, del que se jactó que lo conoce muy bien, dijo: “Siempre tuve dudas de que se fuese a ir, lo conozco bastante. Hay que dejar volar a la gente en política, hay que dejar hacer. No sé lo que quiere él, pero que está presente es evidente. Está ahí siempre, hasta ha anunciado cosas del Consejo de Ministros. (…) Su liderazgo en Podemos es muy agudizado”, le reprochó. 

Pero lo que le reprochó con más contundencia fue el modo en que la designó como su sucesora: “Se lo dije a él, cuando me eligió a dedo. Fue una falta de respeto a su organización política y él lo ha matizado en su libro pero yo me enfadé muchísimo”. 

Todo lo  cual no le ha impedido aprovechar su situación de designada a dedo para distanciarse de las dos ministras de Podemos que se sientan como ella en el Consejo de Ministros y elaborar al margen de Podemos, y con evidente distancia provocada por ella, una plataforma llamada Sumar pero que está conformada, por lo menos de momento, por pequeños partidos de ámbito territorial. 

Sobre las primarias abiertas, explicó que Compromís o que los Comunes de Ada Colau también tienen que poder participar en esa elecciones para elegir a los representantes de Sumar, no sólo los militantes de Podemos que están muy concienciados sobre lo que su partido espera de esas primarias.

Al final le preguntó Jordi Évole si asumiría alguna responsabilidad en una hipotética victoria de la derecha, junto con la ultraderecha. y naturalmente ella desvió la atención hacia otro lado arguyendo que todavía no estaba todo el pescado vendido y que todo podría ocurrir incluida la suma de Sumar con Podemos, eso que todos dan por descartado menos ella porque “hay mucho tiempo por delante” dijo.

En resumidas cuentas, una autopromoción evidente -sonrisa va, sonrisa viene y sonrisa que se pierde- y una reflexión amplia sobre las consecuencias de que Podemos y Sumar no vayan unidos a las elecciones generales.

La entrevista no dio más de sí.