El camino de la UE hacia una mayor competitividad y resiliencia solo tendrá éxito si reconocemos que sus componentes económicos, industriales, laborales y sociales se refuerzan mutuamente. En la medida que avanzamos hacia nuestros objetivos de neutralidad climática, digitalización y sostenibilidad a largo plazo, debemos ser conscientes de que los distintos acontecimientos repercuten en nuestros sistemas de protección social.
El modelo europeo de economía social de mercado ha resistido al paso del tiempo, pero con los enormes retos a los que nos enfrentamos, nos corresponde reflexionar sobre si nuestras redes de seguridad social son suficientemente sólidas, no solo hoy, sino de cara al futuro.
Aunque la economía europea ha mostrado una notable resiliencia frente a las múltiples perturbaciones de los últimos años, los consumidores y las empresas se enfrentan ahora a la fuerte subida de los precios de la energía y de los alimentos, y la inflación sigue siendo elevada. Si bien los niveles de pobreza han ido disminuyendo en la última década, no lo han hecho de igual manera las desigualdades. La pandemia del coronavirus exacerbó las desigualdades existentes, lo que revela posibles lagunas en la adecuación y la cobertura de la protección social.
Un estado del bienestar moderno debe proporcionar fuertes amortiguadores contra las perturbaciones económicas e invertir
En la fase inicial de la pandemia, el estado del bienestar desempeñó un papel de vital importancia, con la rápida introducción y expansión de regímenes de reducción del tiempo de trabajo y el uso de la digitalización para que fuera posible trabajar y estudiar desde casa. Estas medidas permitieron ganar tiempo mientras se desarrollaban vacunas eficaces, lo que consintió que los trabajadores clave siguieran realizando tareas indispensables en el ámbito de los transportes, servicios y cuidados.
En la reunión informal de ministros de Empleo y Asuntos Sociales celebrada en Estocolmo el 4 de mayo, debatimos los retos y oportunidades relacionados con la evolución demográfica y el envejecimiento de la población, y cómo aprovechar las oportunidades para permitir una protección social adecuada y sostenible. Durante la reunión, examinamos el informe del Grupo de alto nivel sobre el futuro de la protección social y del estado del bienestar en la UE, en el que se describen las implicaciones de las megatendencias clave para el diseño y el alcance de los sistemas de protección social y su financiación.
El informe subraya que un estado del bienestar moderno debe proporcionar fuertes amortiguadores contra las perturbaciones económicas e invertir en «trampolines» que ayuden a las personas en las transiciones críticas a lo largo de toda la vida, incluida la transición de la vida laboral a la jubilación. El informe concluye que una educación y cualificaciones de alta calidad, unos cuidados asequibles y el desarrollo de la primera infancia, así como unas políticas inclusivas en materia de seguridad social y salud pública, serán ingredientes clave para la futura resiliencia económica y social de Europa.
Tenemos que garantizar una financiación sostenible para un estado del bienestar resiliente y adaptable. Se necesitarán nuevas fuentes de financiación en vista de la creciente demanda. Cada euro gastado es una inversión con un rendimiento a largo plazo.
Tenemos que seguir protegiendo a los más vulnerables de la sociedad, evitar que las personas caigan en el ciclo intergeneracional de la pobreza y la exclusión y ayudar a quienes ya se encuentran en ese ciclo a salir de él. Según una encuesta, menos de la mitad de los europeos considera que tiene las mismas oportunidades que otros para avanzar en la vida. Y con más de una de cada cinco personas en la UE en riesgo de pobreza y exclusión social, no tenemos tiempo que perder.
Con el Pilar Europeo de Derechos Sociales y su Plan de Acción de 2021, Europa ya está liderando la tarea de reforzar la calidad y la disponibilidad de la protección social, a fin de cumplir su promesa de construir una Unión de la Igualdad. En los dos últimos años, los Estados miembros de la UE han acordado nuevas políticas en materia de cuidados de larga duración, regímenes de renta mínima adecuados, lucha contra el sinhogarismo, una Garantía Infantil Europea y objetivos de «Barcelona» revisados en materia de atención a la infancia, y un Plan de acción para la economía social.
Las megatendencias que afectan a la protección social son bien conocidas: cambios demográficos como el envejecimiento de la población, el cambio climático y la transición ecológica, un mundo laboral cambiante y la transformación digital. Las personas se ven afectadas por estas megatendencias de diferentes maneras y en distinta medida, por lo que nuestros sistemas de protección social deben ser tan dinámicos como sólidos.
Un estado del bienestar bien diseñado puede absorber perturbaciones económicas asimétricas, ofrecer protección contra los nuevos riesgos sociales y garantizar que las personas reciban servicios sociales de alta calidad a lo largo de todas las etapas de su vida. No hay soluciones milagrosas. Pero hay muchas ideas sobre la mesa, y el informe del Grupo de alto nivel ofrece interesantes elementos de reflexión para los próximos meses y años.
*Nicolas Schmit, comisario europeo de Empleo y Derechos Sociales, y Anna Diamantopoulou, antigua comisaria europea de Empleo, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades, y presidenta del Grupo de alto nivel sobre el futuro de la protección social y del estado del bienestar en la UE.
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