El Gobierno nos ha montado un Consejo de ministros extraordinario sobre la sequía justo antes de que comience la campaña, que sin duda el españolito tiene aún más sed de Sánchez que de agua. Sánchez no se ha preocupado hasta ahora por el agua, como no se ha preocupado por la vivienda, o por nada, pero ahora lo ha encontrado todo ahí enterrado bajo una noria romana. Sánchez parece un indio con tambor o una Virgen milagrera con manto regalado por los labriegos, pero la verdad es que no nos trae agua, sólo ministros con la boca seca que intentan hacer un decorado fresco para la campaña, como botijos de una caseta de feria. Sánchez no va a parar la sequía, como Yolanda no va a parar el sol, no ya porque sea pertinaz como decía el Nodo sino porque toda España se ha peleado siempre ante las acequias y las fuentes de cántaro, como en algo de Blasco Ibáñez, y nuestros políticos no han hecho más que pelearse también. Sánchez no va a parar la sequía, pero puede regar dinero con su regadera, de ahí la urgencia, no hídrica sino electoral.
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