A dos semanas de las elecciones municipales y autonómicas nadie duda de que el PP ganará tanto en la comunidad como en el ayuntamiento de Madrid. Según la mayoría de las encuestas (incluida la del CIS), Díaz Ayuso podrá gobernar con mayoría absoluta, mientras que Martínez Almeida necesitará el apoyo de Vox.

El PSOE se conforma con arrebatarle la segunda plaza a Más Madrid, que hace dos años quedó como segunda fuerza más votada en la Comunidad y que fue el partido que obtuvo más concejales en el Ayuntamiento en 2019, por delante incluso del PP.

Es probable que Lobato consiga el premio de consolación que no pudo lograr Ángel Gabilondo en 2021. Ahora Mónica García lo tiene más difícil, porque Más Madrid no cuenta prácticamente con alcaldes en la Comunidad, mientras que el PSOE sí. Al votarse al mismo tiempo municipales y autonómicas, lo lógico es que el tirón de los alcaldes socialistas ayude a Lobato a quedar el segundo en la Comunidad. Sin embargo, Reyes Maroto lo tiene más difícil frente a Rita Maestre, que parece tener asegurada la segunda plaza.

El PSOE lleva sin gobernar en la Comunidad de Madrid desde los tiempos de Joaquín Leguina y han pasado 28 años desde entonces. En el Ayuntamiento, exceptuando los cuatro años de Manuela Carmena, los alcaldes siempre han sido de derechas desde la etapa de Juan Barranco.

Los problemas del PSOE en Madrid vienen de lejos. Incluso cuando Felipe González gobernaba en España, Madrid era un quebradero de cabeza para los socialistas. Las sucesivas derrotas han provocado que sus liderazgos hayan durado menos que un caramelo a la puerta de un colegio. El último error estratégico del PSOE fue intentar cambiar, en plena campaña, el perfil moderado de Gabilondo por otro más radical para acercarse a Pablo Iglesias.

Esa debilidad histórica ha hecho posible que una marca a su izquierda, como Más Madrid, se haya consolidado como una alternativa real.

La victoria de Carmena en 2015 fue un hito, algo excepcional. Ahora Madrid (el partido que encabezaba la ex juez y ex militante del PCE) logró 19 concejales, más del doble que el PSOE (8). Ese año el PP pasaba por sus horas más bajas, quedando en segundo lugar en el Ayuntamiento (15 concejales). Por eso, a pesar de que Ciudadanos tuvo un buen resultado (11), la derecha quedó fuera de la alcaldía por un sólo concejal.

Pero la debilidad del PSOE en la Comunidad y en la capital de España explican sólo en parte el fenómeno de un Madrid azul durante casi seis lustros. La abrupta salida de Cristina Cifuentes (absuelta por el TSJM del llamado caso máster), o de Ignacio González (imputado en el caso Lezo y para el que la Fiscalía acumula una petición de 18 años de cárcel), o la condena a Granados por Púnica, dañaron al PP en Madrid, pero sólo de una manera coyuntural. Almeida y, sobre todo, Ayuso han pasado de ser dos desconocidos a asentarse como sólidos candidatos a repetir tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad.

Rufián: "Ayuso ganó en Madrid cerrando hospitales y abriendo bares. A veces la gente vota contra sus intereses pensando que vota a favor de sus principios"

¿Qué tiene Madrid para que la derecha mantenga su feudo contra viento y marea? La respuesta no es sencilla. El estereotipo no da la clave de ese éxito político. Preguntado por El Independiente, el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, sentencia: "Ayuso ganó en Madrid cerrando hospitales y abriendo bares. A veces la gente vota contra sus intereses de clase pensando que vota a favor de sus principios, como la patria, la libertad o el antisanchismo...". Esa opinión -al margen de incorporar cosas que no son ciertas- no explica por qué en Madrid la gente antepone sus principios a sus intereses.

Otra opinión, desde un punto de vista opuesto al de Rufián, es la del jefe de Gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez: "La gente vota a la derecha en Madrid por el modelo de vida. El mensaje constante de la subvención que hace el Gobierno aquí se rechaza. El taxista que tiene un taxi se esfuerza por tener otro. Madrid es aspiracional".

De lo que no cabe duda es de que el modelo liberal y de rebaja de impuestos ha funcionado en Madrid. Cuando los líderes del PP debaten con los líderes de izquierdas sobre modelos económicos miran a Madrid, y ahora también a Andalucía.

Madrid ha conseguido lo que parecía imposible hace un par de décadas: situarse como la Comunidad líder en PIB de España, superando a la que, durante mucho tiempo, fue la locomotora económica de España, Cataluña. Madrid supone el 19,4% del PIB nacional (con datos de 2022), mientras que Cataluña se sitúa en el 19%. La renta per cápita en Madrid es casi 5.000 euros superior a la de Cataluña.

Ese crecimiento se ha basado en una política amable con los empresarios y en una reducción constante de impuestos. Según un reciente informe del Instituto de Estudios Económicos, con datos de 2020, la presión fiscal en Madrid se sitúa 13 puntos por debajo de la media de la UE, mientras que la de Cataluña está 34 puntos por encima.

Según datos del Ministerio de Hacienda, la presión fiscal en Madrid supone el 32,03% sobre los ingresos, mientras que en Baleares se sitúa en el 37,15, en Cantabria en el 35,67% y en Cataluña en el 33,41%. Son diferencias apreciables, que para un sueldo medio pueden suponer varios miles de euros al año.

Miguel Ángel Rodríguez: "Madrid es aspiracional, lo que importa es el modelo de vida; la gente rechaza la política de subvenciones del Gobierno"

Madrid ha jugado fuerte en el terreno fiscal y la baza de ser una Comunidad abierta como idea fuerza frente a otras autonomías que priman la diferencia, el distinguirse de las demás, discriminando a veces por razones de lengua o por tendencias políticas. Los resultados económicos son evidentes: el paro en Madrid (11,01% según la EPA del primer trimestre de 2023) está tres puntos por debajo de la media de España y es casi la mitad de la tasa de desempleo que sufre Extremadura.

La sobreactuación de la izquierda, muy condicionada por el sectarismo podemita, al retratar a Madrid como una especie de selva liberal y neocapitalista (Pablo Iglesias habló explícitamente de "parar al fascismo") ha sido contraproducente. Después de cuatro años de "ayusismo", Madrid sigue siendo una comunidad dinámica y tolerante en la que, eso sí, el debate político trasciende lo local para convertirse en nacional. Cuando Ayuso confronta directamente con el presidente Sánchez no lo hace para segarle la hierba bajo los pies a Feijóo, sino porque sabe que, de esa forma, atrae para sí a todo el voto de la derecha, desde Ciudadanos hasta Vox.

Puede gustar o no, pero el Madrid de Ayuso no sólo gusta a la mayoría de los madrileños, sino que atrae cada vez a más turistas y a gente que quiere trabajar y vivir aquí (la ciudad de Madrid sigue ganando población). La izquierda tendría que preguntarse honestamente por qué pierde casi siempre en Madrid. Algo deben estar haciendo mal, pero aún no lo saben.