Empecemos por la propuesta de Pedro Sánchez: seis debates cara a cara con Alberto Núñez Feijóo.
Hay que recordar que en las elecciones generales de 2019 el mismo Pedro Sánchez, que hoy apuesta como los jugadores de póker a verse las caras cada semana con el líder del PP, se negó a aceptar uno sólo de esos cara a cara con Pablo Casado.
Y que, en una maniobra que pararon los trabajadores de los Servicios Informativos de TVE, Rosa Mateo llegó a decidir un cambio de fecha del debate que había planteado esa Casa de tal manera que coincidiera con la fecha en que Antena 3 iba a celebrar el suyo. Lo que había era la negativa rotunda del presidente del Gobierno a participar más que en un solo debate. Al final tuvo que participar en dos, porque los trabajadores de los Informativos se opusieron a semejante enjuague.
Y ahora se lanza como un poseso a proponer nada menos que seis debates, lo cual da una idea de hasta qué punto está desesperado y hasta qué punto ha decidido ignorar al resto de fuerzas políticas que también concurren a estas elecciones.
Concretamente está ignorando olímpicamente a Yolanda Díaz con quien hasta hace nada, concretamente hasta el 28 de mayo por la noche, constituía su muleta para sobrevivir en las próximas elecciones generales. “El espacio de Yolanda Díaz”, solía repetir en cada entrevista que concedía a determinados medios, como la ayuda que le era imprescindible para mantenerse en el poder.
Pues ahora mismo está la señora Díaz intentando componer un puzzle imposible y él no ha esperado a que lo componga. Ha tirado por la calle de enmedio y es evidente que la ha dejado tirada y allá se las componga. Ya no la necesita, es más, él pretende robarle a ella la mayor parte de los votos, si eso fuera posible, porque ha decidido absorber todo el espectro político a su izquierda.
Por eso el discurso del pasado día 31 de mayo lo podría haber redactado fácilmente Pablo Iglesias. Y por eso no quiere tener nada que ver con “el espacio de Yolanda Díaz” porque ese espacio ya es suyo por decreto.
Y ahí tenemos a la señora Díaz haciendo equilibrios para no decir que con Podemos no quieren ir ni a la vuelta de la esquina los de Compromís y los de Más Madrid o Más País. E invitando a Irene Montero a seguir los pasos de Alberto Garzón y de Ada Colau, a ver si cuela.
Mientras tanto, en Podemos hay varias líneas rojas que ellos no quieren pasar. Una es la de que los nombres Ione Belarra e Irene Montero tienen que ir en las listas de Sumar si al final se llega a un acuerdo. No está muy claro que Victoria Rosell tenga que entrar también pero las dos primeras por supuesto.
Y luego está la marca. Podemos no quiere quedarse sin su marca porque ellos valoran mucho los avances sociales que han llevado a cabo a lo largo de su estancia en el Gobierno. ¿Es que no saben todavía que todas esas medidas se las va a apropiar el presidente como si fueran salidas de su magín, que lo son en la medida en que fueron decididas en el seno del Consejo de Ministros?
Y la tercera objeción es la que se plantea cuando se ponen en el mismo saco unas candidaturas territoriales frente a las candidaturas nacionales.
Díaz tiene muy poco a lo que agarrarse salvo su pequeña autoridad personal por haber sido ministra de Trabajo y vicepresidenta del Gobierno
Del otro lado de la barrera desconfían mucho del comportamiento de los miembros de Podemos una vez que se hayan celebrado las elecciones generales: pueden pasar a organizarse por su cuenta, entrar en el Grupo Mixto o llevar sus iniciativas al margen del grupo que se constituya, lo cual está todavía por verse.
Pero Díaz tiene muy poco a lo que agarrarse salvo su pequeña autoridad personal por haber sido ministra de Trabajo y vicepresidenta del Gobierno. Pero uno de los puestos se lo debe a Pablo Iglesias y el otro se lo debe a Pedro Sánchez. Fuera de ahí no tiene estructura de partido, tampoco tiene cuadros y no tiene arraigo territorial. Es un liderazgo frágil que “reina” sobre otros partidos de ámbito territorial, salvo Podemos que tiene pretensiones nacionales.
No lo tiene nada fácil Díaz porque además este viernes a las 23,59 horas se acaba el plazo para registrar coaliciones y el batiburrillo de Sumar lo es. De manera que tienen muy poco tiempo y, aunque lograran presentarse, luego tendrían que organizar las listas, tarea que se antoja casi imposible porque si ya es difícil hacerlas cuando hay una única autoridad, no digamos nada cuando la diosa tiene siete u ocho cabezas, a cual más pagada de sí misma.
No le arriendo la ganancia a Yolanda Díaz, que se ha quedado compuesta y sin novio al pie mismo del altar al que la había llevado el propio Pedro Sánchez en volandas. Y ahora se encuentra sedotta e abandonata con un monumental lio y con el reloj corriendo, tic-tac-tic-tac que diría Pablo Iglesias.
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