Y lo ha hecho precisamente por quienes más se jactaban de defender a la formación desde la cual se podría “asaltar el cielo” en expresión un poco retocada de Karl Marx.
Pero desde ahí han llegado a la vicepresidencia del Gobierno, cosa que no es poco, viniendo del movimiento de los indignados, y han ocupado también el ministerio de Igualdad y el de Derechos Sociales y Agenda 2030 que tan cara le era al presidente del Ejecutivo.
Pero las cosas se han ido torciendo para ellos, por su grandísima culpa, desde el minuto uno de su entrada en el Gobierno. No ha habido un momento de sosiego por parte de la parte minoritaria que representaban.
Y la mano ejecutora ha sido ahora precisamente la de la vicepresidenta segunda, que lo fue tercera pero que con la espantada de Pablo Iglesias en mayo del 21 y su renuncia a ocupar la vicepresidencia segunda, le dejó el sitio a su pupila, la ministra de Trabajo, que ha sido la encargada de asestar el golpe definitivo a la formación morada ahora que lidera una suma de pequeños partidos todos a la izquierda del PSOE.
Porque ahora resulta que hasta para la ultraizquierda Irene Montero es divisiva, por eso no la han querido en sus listas. Y a Ione Belarra, dizque secretaria general de Podemos aunque su inspirador siga siendo el líder indiscutido Pablo Iglesias, le conceden en las listas por Madrid el quinto puesto por detrás de Íñigo Errejón, que va de cuarto. Esto es una humillación de gran duración, todo lo que se extienda la XV legislatura.
Una derrota en toda la línea con los puestos de salida ocupados por sus íntimos enemigos que se han levantado como fantasmas procedentes del pasado y ahora ven el momento soñado de ajusticiar al que fue en otro tiempo su partido o el partido con el que tuvieron muchos de ellos gran proximidad.
Mientras eso sucedía, centenares de cuadros de los territorios iban apostando por la unidad, conscientes de que ellos solos en la intemperie no hacían nada más que morir de frío. Y eso es lo que ha aprovechado la señora Díaz para acorralar a la dirección de Podemos
El líder verdadero de la formación, Pablo Iglesias, se ha dolido hoy del varapalo asestado a su formación: “Regala a nuestros enemigos un fin de fiesta inigualable”, ha escrito en Twitter. “Está comprometiendo sus propios objetivos como ejecutora final de una violenta campaña orquestada desde los más siniestros aparatos de las derechas mediática, judicial y política”. Y termina: “Ojalá escuche hoy a quienes le están diciendo que rectifique”.
Pero Díaz no va a rectificar metiendo en la lista de Madrid a Irene Montero porque lo que ella quiere es ajusticiar definitivamente a la pareja de Galapagar para que no le monten los números que estaban acostumbrados a montar en el seno del Gobierno.
Lo que Díaz quiere es ajusticiar definitivamente a la pareja de Galapagar para que no le monten los números que estaban acostumbrados a montar en el seno del Gobierno
Con todo y con eso, gentes de Podemos tienen puestos de salida en Murcia, Las Palmas , Badajoz, Cáceres, Ávila, Guadalajara, Teruel, Palencia, Segovia, Granada y Cádiz. En algunas de esas circunscripciones, Sumar no tiene prácticamente ninguna opción de obtener representación. Pero al núcleo duro le ha cortado las alas de manera irreversible.
Tenía razón Nadia Calviño cuando dijo el lunes pasado que con las elecciones de mayo “Podemos ha desaparecido”. Y eso era lo que esperaba Yolanda Díaz para asestar el golpe definitivo a Podemos: los resultados del 28 de mayo fueron catastróficos para el grupo morado y, como cualquiera que tuviera a mano los sondeos de los últimos meses, ella también creía que esa era la ocasión de atar en corto a la formación.
Los días que quedan hasta las elecciones generales van a ser de gran agitación en todos los partidos, y mucho más en Sumar porque ahí cada uno es de su padre y de su madre, y no hay otro aglutinante de peso más que Yolanda Díaz, Josep Vendrell y Rodrigo Amírola, los dos negociadores que tendrán que vérselas ahora con la elaboración de las listas, tarea hercúlea en la que probarán hasta qué punto Sumar es un éxito o un fracaso.
De momento, lo que hay ahí es una suma de personas luchando para colocarse en puestos de salida porque les va el sustento en ello, no un movimiento ciudadano, que es lo que se nos vendió al principio. Pero tampoco las previsiones son especialmente halagüeñas para esa suma de partidos.
Y visto que lo de Podemos ha sido más una humillación que otra cosa, no sé yo si esa unidad por la que clamaban ambas partes es exactamente lo que ahora tenemos delante.
Lo que sucede es que Yolanda Díaz ha engullido a Podemos y aún le quedan restos de la formación en las fauces. No es exactamente lo que todos entendemos por unidad. Más bien se trata de una deglución, ya veremos en qué se traduce la digestión de ese bocado porque Belarra no se va a quedar parada y sometida a la disciplina que la señora Díaz quiera imponer en su grupo parlamentario.
Seguro que hay guerra, como siempre que quedan restos de enemigos en la retaguardia. Pero Podemos, tal y como lo conocimos, ha quedado desmantelado. Ha muerto.
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