Vamos a ver: en los ayuntamientos que gobierne el PP no pueden, o no deben, asumir que las políticas de Igualdad o de defensa de la violencia machista residan en Vox, por la sencilla razón de que todo lo que no se agrupe bajo el término “violencia intrafamiliar” será expulsado de su responsabilidad.
Y el PP será responsable de esta cesión que es justamente la que pretende Vox para apuntalar sus planteamientos. Pero eso es lo que parece que está pasando en múltiples ayuntamientos en los que el partido verde está reclamando esa competencia precisamente para amarrar al PP a una cesión que no puede hacer de ninguna de las maneras.
Lo sucedido en Valencia está teniendo mucha mayor trascendencia de lo que Carlos Mazón calculó cuando hizo aquel papel vergonzoso para cerrar el pacto con Vox pensando que con el apartamiento del condenado hace 20 años por ejercer violencia psicológica a su exmujer, lo tenía todo resuelto pero ya ha visto que no es así.
Valencia es el ejemplo utilizado por Vox para tratar de repetir en todas las comunidades donde sus escaños son necesarios para abstenerse o en su caso votar a favor del candidato popular
Valencia es el ejemplo utilizado por Vox para tratar de repetir en todas las comunidades y en todos los ayuntamientos donde sus escaños son necesarios para abstenerse o en su caso votar a favor del candidato popular para repetir la operación.
Y eso es lo que el PP no puede tolerar bajo ningún concepto. Y no sirven las medidas expuestas por los de Vox en el sentido de que son más duras que las más duras de cuantas hayan podido plantear los políticos del PP y aún los del PSOE.
Porque si eso fuera cierto, si eso fuera real, no tendrían ningún inconveniente en bautizar como violencia machista o violencia de género los crímenes habidos en el seno de una pareja, de una prostituta o de una mujer que se haya cruzado en el camino de un asesino. El planteamiento de que eso de la violencia de género es una construcción ideológica bien podría someterse ante la evidencia de las muertes.
No, lo que los de Santiago Abascal pretenden es controlar los ayuntamientos y las comunidades para, una vez hecho eso, crecer en escaños en las próximas elecciones generales.
Y a eso se tiene que oponer con todas sus fuerzas Alberto Núñez Feijóo acompañado de Fernando López Miras de Murcia y de María Guardiola de Extremadura. Porque no estoy segura de lo que digo, pero tengo la impresión de que si hay repetición electoral en esas dos comunidades, los electores sabrán bien a qué se deben esos segundos comicios y actuarán en consecuencia.
En cualquier caso, es preferible perder Extremadura -Murcia no se perdería en ningún caso- a estar atado al dictado de la parte más dura de Vox que es lo que está pasando ahora mismo. En Vox ha ganado el sector más intransigente y eso se nota en sus planteamientos. La lona de la calle de Goya de Madrid donde se tira la bandera LGTBI junto con otras banderas de sectores independentistas es una buena prueba de lo que pretende ese partido.
Y como dice María Guardiola “No puedo dejar entrar en el gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes ni a los que despliegan una lona y tiran a una papelera una bandera LGTBi”. Eso es lo que debe hacer la dirección nacional del PP.
Los votantes de Núñez Feijóo disminuirán si no lo hace y, por el contrario, aumentarán considerablemente si demuestra que no está dispuesto a cualquier cosa con tal de tocar poder.
Porque de ese modelo ya tenemos a Sánchez.
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hace 1 año
No estoy de acuerdo con el artículo. El PSOE y los partidos del Frankenstein han derivado a rumbos cada vez más radicales y el PP se ha acomodado en los 30 últimos años a este rumbo. Es necesario virar 180 grados hasta volver al rumbo inicial del pacto constitucional de 1978. Después cada partido puede proponer lo que crea conveniente pero con las reglas de juego de 1978.