Digamos antes de nada que lo de Valencia fue una metedura de pata hasta el corvejón de Carlos Mazón sin cuya metedura de pata las cosas habrían ido mucho mejor no sólo a Valencia, que también, sino al resto de comunidades y ayuntamientos ganados por el PP.
Pero las prisas del próximo presidente de la Generalitat valenciana por cerrar un acuerdo con Vox, creyendo que con eso estaba todo resuelto, sin darse cuenta de que él formaba parte de una cadena de acuerdos no necesariamente imposibles, lo ha precipitado todo.
Hasta el punto de que Alberto Núñez Feijóo se ha visto obligado a intervenir tutelando los posibles acuerdos con Vox o con otras fuerzas políticas. No estaba prevista la intervención del presidente del PP, pero las prisas de Carlos Mazón han desbaratado grandemente el tablero.
Merece una mención especial el papel con el que se selló el acuerdo. Era éste: 1/ Libertad, para que todos podamos elegir 2/ Desarrollo económico, para reducir gasto innecesario e impulsar la economía. 3/ Sanidad y servicios sociales, para reforzar la sanidad pública y los servicios sociales. 4/ Señas de identidad, para defender y recuperar nuestras señas de identidad. Y con esta chapuza se selló el acuerdo de la Comunidad Valenciana.
Luego lo han desarrollado más y ya tiene el aspecto de un acuerdo de legislatura, pero éste de arriba es el fetén, es la base sobre la que se firmó el acuerdo.
Hay que estar muy ciego para no ver que la violencia específica contra las mujeres se produce con una frecuencia estremecedora.
Pero han cometido el error los del PP valenciano de tragar con un discurso de los de Vox que ha levantado a los populares de sus sillas: la “violencia intrafamiliar”, que claro que existe, pero cuyo ámbito va mucho más allá de la familia y se ceba absolutamente en las mujeres.
Hasta el punto de que Feijóo ha tenido que cortar en un tuit -nótese la urgencia- la absoluta necedad de poner en las propuestas del pacto PP-Vox la lucha contra la “violencia intrafamiliar” sin decir una sola palabra sobre la violencia específica contra las mujeres, que hay que estar muy ciego para no ver que eso se produce con una frecuencia estremecedora.
Y ha tenido el presidente del PP que recurrir a un tuit para fijar la posición de su partido en un asunto capital para todo el mundo salvo para Vox. “La violencia de género existe y cada asesinato de una mujer nos conmociona como sociedad. Desde el PP no daremos ni un paso atrás en la lucha contra esta lacra. No vamos a renunciar a nuestros principios, cueste lo que nos cueste”
Incluso Santiago Abascal ha tenido que reconocer que la violencia contra las mujeres existe, en repuesta a José María Llanos, número dos de Vox en la Comunidad Valenciana y posible presidente de las Corts que aseguró que la violencia machista no existe y que la violencia de género tampoco. Luego rectificó y dijo que “condenaba todo tipo de violencia contra la mujer, incluida la machista, lo que niego es la existencia de la violencia de género”.
Con todo esto es con lo que tienen que cargar todos los que necesitan de Vox para armar sus gobiernos o sus corporaciones municipales dentro del PP. Y eso es porque Valencia les ha roto las estrategias y ha hecho que los de Vox se hayan crecido.
Es el caso del murciano López Miras, al que lo sucedido en Valencia le ha deshecho la maniobra prevista. López Miras no está dispuesto a que Vox entre en su gobierno porque le faltan sólo dos diputados para la mayoría absoluta.
A la hora de escribir esta pieza, el presidente murciano les ha propuesto a los miembros de Vox un pacto programático o de legislatura. Pero si no aceptan eso -porque se niega a que Vox presida las Cortes murcianas- serán los responsables de que Murcia tenga que ir a repetición de las elecciones autonómicas. La mayoría absoluta estaría entonces garantizada para López Miras. Y también para Núñez Feijóo en las próximas elecciones generales.
Algo parecido le pasa a la extremeña María Guardiola que sí acepta la presidencia de la Cámara para Vox porque, aunque el PP ha subido ocho escaños, necesita a esa fuerza para completar la mayoría absoluta.
Pero Vox no la quiere, quiere estar en el gobierno extremeño, como en Valencia. Están crecidos por lo que ha supuesto Valencia y ahora quieren entrar en los gobiernos sea cual sea su representación en escaños.
Porque no es lo mismo que le falten dos como a López Miras que que le falten 10 como a Mazón o que le falten 5 como a Guardiola. De hecho, ayer por la tarde Vox emitió un comunicado donde dice que renuncia a la vicepresidencia y que lo que quiere son carteras.
En Baleares parece que las cosas están encauzadas aunque no del todo porque los de Vox pretenden entrar en el gobierno pero Marga Prohens de momento se niega.
Esto por lo que se refiere a las negociaciones con Vox. Pero si lo de Valencia hubiera sido la única iniciativa por parte del PP, muchos votantes se habrían quedado con el voto en la mano sin saber a quién apoyar.
Afortunadamente, la jugada de Barcelona, donde no se espera en absoluto que Pedro Sánchez le dé las gracias a Núñez Feijóo por haberle rescatado la segunda ciudad de España y haberla puesto en sus manos, ha supuesto un alivio para muchos partidarios del presidente del PP porque se demuestra que en Barcelona, como en Vitoria, como en Durango, como en Labastida, es un partido de centro que no va a tolerar tentaciones independentistas si puede impedirlo.
Hay mucho en juego todavía.
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