La frustración acumulada por Yevgueni Prigozhin contra el liderazgo del Ministerio ruso de Defensa llegó a su culmen el sábado 24 de junio. Prigozhin, un exconvicto de San Petersburgo, se convirtió en un magnate a través de un conjunto de privilegios y contratos lucrativos con las organizaciones públicas rusas, incluido el Ministerio de Defensa, y gracias a las operaciones y el control sobre los recursos en el exterior como líder del grupo de mercenarios Wagner con un historial de crímenes en países como Siria, Mali y Ucrania.

En su relación con Putin, Prigozhin desempeñó un papel cuasi-estatal para cumplir las funciones en las que el Estado ruso no quería verse implicado"

En su relación con Vladimir Putin, desempeñó un papel de un actor cuasi-estatal que pudiera cumplir las funciones en las que el estado ruso no quería verse implicado. La BBC describió a Prigozhin como un agente privado que era útil para el gobierno ruso por el hecho de que le proveía de una "negación creíble": le permitía negar su participación en operaciones altamente sensibles, incluidas las operaciones militares y manipulaciones mediáticas. Además, Prigozhin parece aún más trastornado y peligroso que Putin, si entramos en la narrativa de "una alternativa a Putin que podría ser peor". 

Desde principios de 2023 una serie de acontecimientos mostraban un cambio de rumbo en la relación con Prigozhin. Perdió el acceso a las cárceles rusas donde había estado reclutando a presos para su compañía militar en 2022 (además, según algunos medios de comunicación, los presos ya no mostraban tanto interés debido a la información que les llegaba sobre las bajas de Wagner en Ucrania). Se quejó de que le habían cortado los canales de comunicación con los principales responsables de la toma de decisiones en la guerra rusa contra Ucrania. Además, se quejó de la falta de munición de artillería y de la falta de apoyo del ejército ruso a los mercenarios de Wagner en Ucrania.

A principios de junio, se hizo público un vídeo del interrogatorio realizado por miembros del grupo Wagner a un comandante de una brigada del ejército ruso, en el que éste último afirmaba haber minado las rutas por las que Wagner iba a retirarse de Bajmut y haber bombardeado el vehículo enviado para desminar la ruta de retirada. El 1 de julio se suponía que todas las compañías militares privadas iban a firmar contratos con el Ministerio de Defensa ruso. Prigozhin dijo que no iba a hacerlo.

Esto ilustra la antigua rivalidad entre Prigozhin (y, como algunos observadores suponen, quienes pueden haberle apoyado en la estructura de seguridad militar rusa) y la cúpula militar de Rusia, encabezada por el ministro de Defensa, Serguei Shoigu. En su cada vez más activa campaña en las redes sociales, Prigozhin se presentó como un actor que está en contra de las élites y a favor de la "gente corriente". Lo que no deja de ser irónico, dado el lujoso patrimonio de bienes inmuebles de Prigozhin, entre otros activos, revelados por los periodistas de investigación, y dado el historial de cómo los mercenarios de Wagner basan sus tácticas de asalto en Ucrania en el sacrificio de su personal, entre otros elementos.

La declaración de rebelión de Prigozhin pilló desprevenidos a la mayoría de los observadores, tanto dentro, como fuera de Rusia, a pesar de los primeros indicios de su creciente frustración. Algunos observadores afirman que la marcha de Prigozhin fue un intento de evitar la pérdida de fuentes de ingresos y el control sobre Wagner, y de reforzar su posición en la rivalidad con la cúpula del Ministerio de Defensa, en lugar de desafiar personalmente a Vladimir Putin. La mayoría interpreta la respuesta al acto de Prigozhin, tanto del aparato de seguridad ruso, como del propio Putin, como una muestra de debilidad.

Los mercenarios de Wagner consiguieron avanzar más de 700 kilómetros sin ningún impedimento. Según los vídeos de fuentes abiertas, derribaron helicópteros militares rusos y un avión, sin encontrar obstáculos militares en su camino. En cuanto a la población civil, algunos rusos salieron a la calle para saludar a los mercenarios Wagner (a pesar de su fama de ser violentos y criminales de guerra) mientras que otros intentaban salir corriendo de sus ciudades o de Rusia. Desde luego, lo que no hicieron fue de cualquier manera en contra del movimiento de los mercenarios de Wagner, ni arriesgarse en apoyo de Vladimir Putin o del Estado.

Primero, Putin declaró traidor a Prigozhin después de haber permanecido en silencio durante un largo tiempo en una situación tan tensa; luego, surgió el acuerdo mediado por el autoproclamado presidente de Bielorrusia, Aleksander Lukashenko. Mientras tanto, Putin había estado aplacando, al menos retóricamente, tanto a los mercenarios de Wagner, como a los militares, para mantener la apariencia de unidad. El mando militar no aparecía por ninguna parte.

Aún no se sabe lo que va a pasar con Yevgueni Prigozhin. No sería razonable que Vladimir Putin le dejara seguir quejándose abiertamente de las pérdidas y de los fracasos rusos en Ucrania, del deficiente mando y abastecimiento militar, de la corrupción en el Ejército ruso y de la desigualdad existente entre la élite rusa y la "gente corriente". Hasta ahora la mayoría de las personas con cargos de alto nivel que eran críticos con el régimen de Putin eran asesinados, y el Kremlin decía que no tenía nada que ver con ello.

Podríamos ver purgas más duras, aunque clandestinas, de cualquiera que pudiera estar vinculado a Prigozhin"

Podría darse un intento de integrar a Wagner en la estructura del Ministerio de Defensa para disolverlo como un factor político-militar. Aunque esto, probablemente, no sentará bien a muchos de sus mercenarios, especialmente a los integrantes del mando. Podríamos ver purgas más duras, aunque clandestinas, de cualquiera que pudiera estar potencialmente vinculado a la posición de Prigozhin o apoyarla. 

Sin embargo, nada de esto eliminaría los factores clave que llevaron al acto de Prigozhin y al vacío de control resultante, aunque por ahora sea a corto plazo. Uno de los factores de lo sucedido son los fracasos de Rusia en su guerra contra Ucrania y la capacidad de resistencia ucraniana, de la mano de un considerable apoyo de sus socios internacionales, tanto en el frente de batalla, como en otros ámbitos, para que Ucrania sobreviva el continuo terrorismo ruso contra su infraestructura crítica y la población civil. Esto tiene un efecto desmoralizador en Rusia y fomenta la rivalidad entre los distintos partidos de la guerra.

Otro es la ruinosa corrupción dentro del ejército ruso. El tercer factor es el hecho de que la guerra afecta la vida de la gran mayoría de la élite rusa, infundiendo la incertidumbre y el temor de perder su lujoso estilo de vida que se han construido dentro y fuera de Rusia aprovechándose de los recursos y privilegios públicos. Ninguno de estos factores va a desaparecer pronto. 

En Ucrania, hay pocas expectativas de que el acto de Prigozhin por sí solo pueda cambiar algo en el campo de batalla. Cualquier incertidumbre o resentimiento generado por el cambio de control sobre el grupo Wagner podría socavar y desmoralizar partes de este grupo, y tener un efecto localizado en algunas áreas del campo de batalla, pero lo más probable es que no tenga una repercusión significativa en la guerra a corto plazo. No se puede decir lo mismo de sobre consecuencias más amplias, como las posibles represiones, purgas en la élite, incertidumbre sobre los objetivos de la guerra y el vacío de control que se ha demostrado en un solo día de rebelión. 


Anna Korbut es editora de UkraineWorld en español.