Sumar es un proyecto “capilar” de Yolanda Díaz, no ya por lo de la capilaridad de la campaña (centrarse donde hay más opciones) que decía este periódico sino porque todo es la magia de su melena más una cola de partidos, corrientes, greñas, remolinos y penurias o vergüenzas políticas como penurias o vergüenzas de calvo. Todo ese jopo al viento le da a Yolanda mucho volumen pero, en realidad, no se ponen de acuerdo en nada más que en estar tras ella, como damas de honor sujetando el velo o peinadoras haciéndole la trenza igual que una columna salomónica. Ha sorprendido a algunos que su segundo, el diplomático o excursionista de la diplomacia Agustín Santos Maraver, no vea en Marruecos una dictadura sino quizá un reino de Las mil y una noches, mientras que Yolanda, incluso a través de la tormenta de su cabellera, lo ha visto clarísimo. Pero yo no le daría importancia a lo que van diciendo por ahí los porteadores de su trenza, los escultores de sus rodetes, los tañedores de sus bucles, los navegantes de su melena o los colilleros de sus mechones, que son la mayoría.
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