El termómetro de campaña tiene en máximos Que te vote Txapote. Un paseo por Pamplona estos días revela el rastro que están dejando estos inacabables días mitineros. No se habla de la Sanidad pública, se jalea Que te vote Txapote o se calla y por lo bajini resuena el "A mí eso no me gusta nada de nada" de gente que jamás votará a Pedro Sánchez pero que se aplica unos límites.

No es que el grito suene repetidamente en la plaza de toros, contrarrestado por una ración de pitos en contra, es que en el mismísimo comedor del hotel Europa, donde reinaba el No te vayas de Navarra, no paraba de resonar Txapote, aquí con casi ninguna muestra ruidosa de oposición.

El hecho en sí de que el cántico a coro contra Sánchez se haya instaurado en la vorágine de la plaza como si fuera El Rey, La chica yeyé, Barricada con No hay tregua o la memorable sintonía de la Metro-Goldwyn-Mayer dice mucho de la profundidad del asunto. El nombre de un etarra sanguinario como arma arrojadiza en Sanfermines sin alteración del orden público manifiesta. Jamás habíamos vivido una campaña electoral así, con 36 grados y otros muchos calores. La banda sonora de Pamplona amplía repertorio.

Roca Rey ondea la bandera de Osasuna en su vuelta al ruedo en Pamplona. | EFE

Entre pochas y claretes, antes de los toros, el comedor del Europa tararea Que te vote Txapote desgarradoramente. Comensales de las decenas de mesas comulgan juntos desgañitándose no con el Vals de Astráin -el emocionante y sin igual Riau, Riau- sino con el dedicado al candidato socialista en bucle.

Sin suceder nada extraordinario. Ni en el Europa -todo tradición apolítica- ni en la plaza de toros, apenas con unos pitos en contra. En plenos Sanfermines. Normalidad democrática a raudales.

Andrés Roca Rey, mientras, se metía la plaza en el bolsillo solo con el brindis desde el centro del ruedo, sin pegar ni un solo pase aún. Cosas de los reyes del show, no discutan más que no merece la pena. Luego ya, cuando se sucedieron los muletazos y los flequillazos, el volcán se derramó con el grito al unísono de "¡¡Peruuú, Peruuú, Peruú, Peruuuú!!". Lo nunca oído. Un país aclamado por la gloria de un torero que sabe dar fiesta como ninguno.

Unos Sanfermines inolvidables.