Como era de suponer y como estaba previsto en el manual electoral revolucionario, María Corina Machado está ganando en las encuestas, todo indica que resultaría ganadora y optaron por eliminarla del camino por la vía jurídica a lo bestia. En paralelo, la campaña, para obtener un candidato que le funcione al régimen, ha comenzado. Para que el lector español comprenda un poco lo ocurrido, no le voy a explicar la tediosa inconstitucionalidad que se utiliza en la Venezuela chavista para privar a un ciudadano de sus derechos políticos nada más y nada menos que por la vía administrativa, sin que medie un juicio y ocurra una sentencia como lo indica el artículo 42 de la constitución, sino que utilizaré para exponer la desproporción monstruosa con un ejemplo que todos conocen, el de Oriol Junqueras.
Le ruego que, para efectos comparativos, solo nos centremos en la proporción del hecho y no en si es justo o no lo ocurrido. Llamar a la independencia en un acto de sedición, rebelarse contra la constitución y el Estado y usando fondos públicos de España, llevó a condenar a Junqueras después de un juicio una pena de 13 años de inhabilitación política, mientras que, en Venezuela las inconsistencias -equivalentes a menos del salario- en una declaración jurada de patrimonio que no representan faltas graves ni enriquecimiento ilícito, sin juicio, aplicaron 15 años de pena inmediata.
Se entiende, que toda declaración jurada de bienes lo que busca es “reflejar la real situación patrimonial del declarante” pero tanto usted como yo sabemos que se trata de controlar y evitar el enriquecimiento ilícito de un funcionario público, en especial de aquellos que tienen responsabilidad en el manejo de los recursos y contratos de un Estado. ¿Falló María Corina en reflejar que no se ha enriquecido ilegalmente? No, reflejó su patrimonio real, que hay que decirlo, refleja por mucho que no necesita ni le pasaría jamás por la cabeza robarse un centavo, lo que empeora aún más el asunto de la proporcionalidad y la obligación del estado de condenar a partir del daño causado al erario. ¿Existió algún daño a ese erario o el monto reflejaba inconsistencias graves que pudieran representar un delito? No, en lo absoluto.
¿María Corina tenía alguna responsabilidad en la contratación pública o siquiera podía pisar una oficina o conocer a alguien que otorgara contratos? Mucho menos.
Pero la barbaridad no quedó solo allí. En el mismo acto le informan que es la única culpable sentenciada sin juicio del gobierno interino de Guaido, siendo pública y notoria que fue la única política y cabeza de un partido político que nunca participó de su gobierno y quien públicamente se distanció de la unidad por sus innumerables desencuentros por el comportamiento errático de esos partidos. (Infobae). Así como de forma, también pública y notoria, adversó y emplazo a Guaidó (BBC), en carta pública y cuando nadie hablaba de eso, se atrevió y exigió transparencia advirtiendo sobre la presunta corrupción (ventevenezuela.org), también dijo públicamente que le indignaba su gobierno (Bloomberg), y aconsejaba que debía “deslastrarse de cómplices y corruptos”. El descaro llega a ser tan surrealista, que habiendo sido María Corina quien emplazo al gobierno interino a explicar lo ocurrido en la empresa Monómeros de Colombia (RCN) fue la única condenada por las irregularidades que aparentemente se cometieron, sin juicio, por lo ocurrido en Monómeros. Vamos, ya no surrealista, sino el vivo ejemplo de un país completamente subdesarrollado es Macondo pero más irracional.
Es el equivalente a que a usted se le pasara el tiempo de parqueo y en vez de una multa, el policía lo condena de una vez a quince años sin licencia de conducir. Por eso María Corina simplemente aparcó mal su coche, en un país en el que el policía, en un estado policial, es juez, jurado y verdugo, pero también es legislador y miembro de la Sala Constitucional ya que inventa o interpreta una ley por cada caso como le ordenen.
Digo que el manual pretende escoger a partir del quinto o sexto candidato, porque Henrique Capriles está tan inhabilitado por quince años como María Corina, mientras que el segundo competidor con posibilidades se acaba de retirar de la contienda interna de la oposición y el cuarto, tampoco asistió al debate. En otras palabras, el primer análisis es muy interesante porque parte más de lo que no se vio. Es, salvando las distancias numéricas, el equivalente a que Sánchez hubiera llegado al debate y no estuviera Feijoo, ni siquiera Abascal para darle algún sabor, sino varios líderes como el de Navarra Suma, el de Coalición Canaria y algún vocero de Teruel Existe. ¿Que estos son importantes en sus localidades? Si, pero ni juntos tienen votos para alcanzar el cuarto lugar en las elecciones a la presidencia.
Es importante lo que no se vio, porque allí está parte de la clave de lo que va a ocurrir. No estuvo presente el segundo en popularidad porque Benjamín Rausseo ha decidido no contar con los votos de la coalición opositora para ir nuevamente solo a las elecciones, y si haces lo mismo de siempre, te ocurrirá lo mismo de siempre, seguramente se retirará próximamente o a última hora o sacará unos pocos miles de votos. Se pierde con él una estupenda plataforma para captar tanto el voto protesta como el del que odia profundamente a la unidad opositora, pues es un candidato simpático y atractivo, para un grupo completamente indispuesto a votar por la plataforma unitaria.
Tampoco fue al debate Henrique Capriles, el tercer candidato en las encuestas. A este se unió para no participar quien está en cuarto lugar, Manuel Rosales, de quien los expertos sostienen que no fue porque tiene pensado retirarse de la contienda porque si participa perdería la gobernación de Zulia que administra hasta el 2025. Por lo tanto, lo que vimos fue a María Corina con todos sus números a favor, junto a otros siete candidatos que nunca saldrán ganadores, porque en su mayoría, ni siquiera aparecen en las encuestas con algún número relevante.
El siguiente punto del análisis es que el manual revolucionario de elecciones es parecido al de Corea del Norte. Me explico, muchos analistas españoles sostienen que el debate Sánchez-Feijoo fue el menos visto en la historia política al ser sintonizado por apenas 6 millones en comparación con los cerca de diez del Sánchez-Rajoy (2015) y los 13 millones del Zapatero-Rajoy de 2008, esto podría ser malinterpretado como desinterés por parte de la mitad de los que antes veían los debates televisados, pero, cuidado con estos cálculos.
Es como si explicáramos que nadie está ya interesado en el Fútbol porque cada vez son menos los que lo sintonizan en la televisión. El asunto, es que ya la gente simplemente no ve televisión como antes y sigue todos los debates a través de un marco de multiplataformas, cuando lo quiere y donde le resulta más ventajoso. Pero ese debate Sánchez-Feijoo fue visto directamente a través de las plataformas de streaming desglosados de acuerdo con la tendencia del votante, es un formato de ediciones más consumibles que antes no estaban disponibles y a través de sus medios, analistas y creadores de contenido favoritos.
Basta colocar los filtros en YouTube, por número de visualizaciones, para ver en cada periódico, youtuber y creadores de contenido cientos de miles de visualizaciones de las distintas ediciones del cara a cara o de ambas líneas discursivas, a tal punto que dejé de sumar, en una comparación para este artículo cuando traspasó los 10,4 millones de vistas, solo en YouTube. Ahora sumemos las otras plataformas, con las que no contaban Zapatero ni Rajoy y entenderemos que pudo llegarles a veinte millones o más de interesados.
Por eso la mayoría ya no ve televisión como hace veinte años, cuando un hogar promedio encendía durante ocho horas su tele y había que acomodar el horario para sintonizar cada programa. Hoy pasamos 3 horas diarias en televisión, pero a la carta y un promedio de otras seis en distintas pantallas, en fin, que consumimos mucho más tiempo de pantalla que nuestros abuelos y, además, estamos mucho mejor informados y en tiempo real. Pero en el caso de Venezuela no hay tal cosa como televisión o programas de opinión que puedan transmitir el debate porque están autocensurados, no hubo ninguna tertulia televisada que se hiciera eco porque no existen las tertulias, los creadores de contenido hicieron sus análisis, pero no se vio aquí porque muy pocas o ninguna página se puede ver en Venezuela y el debate hasta ahora solo lo han podido ver un poco más de doscientos mil espectadores que en su mayoría están fuera del país. Aún así, fue un éxito por el esfuerzo de los organizadores.
El manual revolucionario de elecciones establece que ningún periódico, televisión o radio podrá dar cuenta de la realización del debate. Las reseñas del debate se hicieron en portales, redes sociales, en algunas plataformas de medios que no están censuradas y las que lo están los usuarios solo pueden accederse a través de un VPN. Los youtubers e influencers se hicieron eco desde sus cuentas personales en Venezuela y si hubo más difusión fue por los que están fuera de Venezuela, de manera que el debate fue también fue inhabilitado al censurar a los medios para que siquiera lo reseñaran. Y así, los candidatos debatieron como en Norcorea.
El tercer punto del análisis del debate es también interesante. Su contenido permite al espectador saber que entre los ocho candidatos opositores, todos son de centro o algo que se denomina centrismo liberal, un demócrata-cristiano y solo la candidata Solorzano se atrevió a apuntarse en la centro-derecha, aun cuando dirige un pequeño partido que se identifica como socioliberal y ecologista, por lo que, si bien ella puede tener alguna tendencia, su partido y línea discursiva es en realidad de centro.
En fin, que, tras la inasistencia de los socialistas, socialdemócratas y socialcristianos al debate, el de estos candidatos fue uno entre el centro radical y la centro izquierda, como quedó evidenciado en casi todas las respuestas y todo parecía una especie de sesión de preguntas y respuestas entre ocho participantes de Ciudadanos y UPyD.
Y aquí bien vale hacer una aclaratoria. Los partidos que adversaron al régimen en el pasado y cuyos representantes no acudieron al debate, es decir el famoso G-4 son todos de centroizquierda. Un nuevo Tiempo, Acción Democrática y Voluntad Popular son de esa tendencia y los dos últimos están inscritos en la Internacional Socialista, sus cabezas más relevantes son socialdemócratas con cierta tendencia populista y sus programas son muy de izquierdas. Mientras que Primero Justicia, un día concebido como centroderecha, está hoy representada por la centroizquierda populista autodefinida como progresista. Y mucho menos fue la izquierda, de la izquierda opositora.
Y esto es interesantísimo. No solo porque no hay nada de sabor en la sopa política ya que el lenguaje opositor no tiene sal ni condimentos, sino que, en Venezuela, tras más de veinticuatro años de socialismo extremo, no hay nadie de cara al electorado, absolutamente nadie equivalente al Partido Popular y ya ni hablar de VOX. Así que bien cabe un chiste de mal gusto, en Venezuela no existe ni la derechita cobarde, la oposición o es de las izquierdas o del centro y valdría decir entonces ¿En el centro de qué si no hay nadie en el otro extremo?
Lo que nos lleva a la que, a mi juicio, fue la segunda pregunta más importante del debate. La definición del adversario al que combaten. Cuatro calificaron al régimen como una dictadura, dos como una tiranía, en algunos casos mezclaban el crimen organizado con ambos términos y otros dos, simplemente optaron por no calificarlo de alguna manera. Y he aquí, entre estos dos aspectos y a mi juicio, el inmenso problema que tiene el electorado venezolano.
Uno de los grandes errores que tiene la política moderna y esto también ocurre en España, es que trata de prescindir de un fenómeno propio de los electores, como son sus sensaciones, sentimientos y pasiones políticas. Para un gran sector, la política simplemente trata sobre encargarse bien de las cosas, como si se tratara solamente de gestionar lo público administrando bien las cosas y así no levanta absolutamente a ningún alma del piso. Y lo segundo, es que prescinde también de lo educativo. Todo político es en principio y, ante todo, un educador. Porque debe explicar a su electorado permanentemente sobre su presente y le dibuja el camino de un mejor porvenir. En fin, que un virtuoso de la política es aquel que levanta pasiones en el corazón y siembra su proyecto en las mentes de los votantes, porque la política no es otra cosa que despertar las pasiones de los votantes y crear adeptos a una causa en común que nos lleve juntos al futuro.
Por eso es tan importante tanto identificarse uno mismo, como la definición del adversario y además saber en qué escenario nos desempeñamos, para definir cuál es el proyecto viable para conducir al electorado y en esto, la oposición también falla. ¿Conoce al electorado? Veamos. Decir en Venezuela que un gobierno es una dictadura, no le dice absolutamente nada al elector ni lo educa en nada porque para muchos Simón Bolívar fue un dictador y eso es aceptable, como también lo fue Guzmán Blanco, de manera que la dictadura no le dice nada malo al venezolano porque la República se formó, sustentó y desarrolló en dictadura prácticamente en un 80% de los años.
El venezolano de hecho se ha formado desde primaria con un Gómez que era un tirano liberal, ¡Abajo la tiranía! Se puede leer en el bachillerato como grito contra el general Medina y el ¡Cayó la Tiranía! Cuando se marchó el general Pérez Jiménez. Pero a su vez, el alumno venezolano es educado con que Gómez pagó la deuda y pacificó a Venezuela, Medina fue un gran demócrata y Pérez Jiménez fue un gran desarrollista. Por lo tanto, en la cabeza del venezolano, una dictadura o una tiranía son palabras tan vacías como que les digan que son de” centro” y todos los apellidos que le han anexado para decirnos nada.
Y el siguiente error consiste en carecer de un proyecto de supervivencia. Creo que la oposición no ha entendido lo que está en juego, que no se trata de ganar una elección que todos sabemos que va a ser más inhabilitada que los políticos. Lo que se juega en este periodo es su desaparición y el juego, no debe ser electoral, debe ser de coordinación para la supervivencia de una Unidad que permita tener referentes claros de cara al futuro próximo, cuando nuevamente el escenario político internacional, se alinee con la oposición y esa comunidad tenga con quien hablar. No entenderlo, es suicida.
Pero seamos honestos, parece un suicidio asistido en momentos en los que la eutanasia es bien vista.
Lo que salva a este debate son los deseos de libertad de los jóvenes que lo organizaron, la necesidad de respirar por horas aires democráticos porque eso si no se puede negar, a pesar de las diferencias los candidatos hicieron un alto para responder al enorme esfuerzo para que Venezuela tuviera un intercambio de buenos deseos, entre quienes aspiran con o sin posibilidades que volvamos a ser una gran nación.
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