El complejo de Dadaab, en la región noreste de Kenia, está formado por tres campos ─Hagadera, Ifo y Dagahaley─ que albergan a más de 300.000 personas refugiadas, la gran mayoría de la vecina Somalia. Hasta 2017, Dadaab era conocido como el mayor campo de refugiados del mundo, antes de ser “destronado” por Cox's Bazar, en Bangladesh. Dadaab ha estado regularmente en el centro de la agenda política keniana debido a la incoherencia de las decisiones tomadas con respecto a su mantenimiento o cierre, o la creación de nuevos campos. Lamentablemente, nunca se han puesto en marcha soluciones duraderas que vayan más allá de crear un espacio de vida precario y temporal.
Las actuales condiciones de vida en Dadaab son muy malas. El cólera reapareció en noviembre de 2022, afectando a más de 2.700 personas. Esta infección intestinal ─endémica en este tipo de entorno debido a la combinación de hacinamiento, insalubridad y falta de acceso al agua potable─, puede causar la muerte por deshidratación en tan solo unas horas. El cólera también es extremadamente contagioso. Se transmite a través de alimentos y agua contaminados, o por contacto directo con superficies infectadas.
En 2023 es inaceptable ver cómo se extienden las epidemias de cólera y, lo que es peor, cómo mueren personas a consecuencia de esta enfermedad
En varias ocasiones, hemos advertido públicamente de la alta probabilidad de aparición de una epidemia de este tipo, como consecuencia directa del deterioro de las condiciones de vida y la reducción de los fondos destinados a la ayuda humanitaria. No habríamos llegado a este punto si las personas que viven en este campo hubieran podido beneficiarse de unas condiciones de acogida que garantizaran un nivel mínimo de dignidad. En 2023, es inaceptable ver cómo se extienden las epidemias de cólera y, lo que es peor, cómo mueren personas a consecuencia de esta enfermedad.
Es cierto que se han llevado a cabo campañas de vacunación y se han tomado medidas para intentar frenar la propagación de esta epidemia, la peor de los últimos cinco años. Pero además de la epidemia de cólera, si las condiciones de vida no mejoran, es sólo cuestión de tiempo que otras enfermedades, como la hepatitis E, se propaguen por los campos. Si esto ocurriera, la capacidad de la asistencia médica en los campos se vería rápidamente desbordadas.
Cada día, nuestros equipos transportan 50.000 litros de agua potable en camiones a las afueras de los campos, donde se han instalado cerca de 9.000 personas refugiadas recién llegadas en una zona desértica. Se han construido decenas de letrinas nuevas dentro y fuera de los campos, y se han suministrado materiales para hacer refugios, esterillas y jabón líquido a las familias. Estas medidas de emergencia serán en vano si no forman parte de una estrategia global y sostenible para mejorar la acogida y las condiciones de vida de los nuevos refugiados y de los que llevan viviendo allí más de 30 años.
Debemos valorar a los refugiados de Dadaab y de otros lugares por no renunciar a la esperanza de una vida mejor
El gobierno keniano ha anunciado la reapertura de un cuarto campo, Ifo 2, para acoger a los nuevos refugiados que han llegado a Dadaab huyendo de la violencia y la sequía en Somalia y así descongestionar los tres campos saturados. Este traslado debe ir acompañado de importantes inversiones para garantizar un nivel de vida mínimo a los refugiados.
De aplicarse, las medidas anunciadas podrían ser una oportunidad para Kenia, tierra histórica de acogida y hospitalidad, pero también para ACNUR y la comunidad internacional, de poner fin a los ciclos de superpoblación y crisis sanitarias en los campos. Para ello serán necesarias soluciones duraderas y humanas que permitan a los refugiados reconstruir sus vidas lejos del sufrimiento del que han huido y de la desesperación que genera la vida en los campos.
Debemos valorar a los refugiados de Dadaab y de otros lugares por no renunciar a la esperanza de una vida mejor. Por su inmensa fuerza y valentía frente a los desafíos del camino. El momento de la celebración sólo llegará cuando los refugiados de Dadaab vean por fin una perspectiva más allá de los restrictivos confines del campo y se respeten plenamente sus derechos.
Adrián Guadarrama es médico y responsable de operaciones de Médicos Sin Fronteras (MSF) para Kenia.
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