Es el momento de recoger resultados y proyectarlos hacia el futuro. Y en eso han estado los dos partidos mayoritarios en sus respectivas reuniones de ayer. Pero con perspectivas diferentes. 

El PSOE, el perdedor de estas elecciones, está a la espera de que los de Puigdemont se cansen de reclamar la amnistía y el referéndum de autodeterminación, cosa que de momento no han hecho ni van a hacer porque se les hundiría un chiringuito montado sobre una quimera. Ninguna constitución del mundo cuenta entre sus posibles hipótesis la de la separación del territorio nacional por mucho movimiento independentista que cobije en su seno. 

En el caso de Junts x Catalunya esta es su realidad, y tardarán más o menos en darse cuenta, o eso esperan los socialistas, pero no existe posibilidad alguna de hacer ese referéndum de autodeterminación y, por supuesto, la amnistía está proscrita de nuestra constitución. Estos son datos que están a disposición de cualquiera mínimamente interesado en estas cuestiones.

Las negociaciones con Junts llevarán mucho tiempo, tanto como sea necesario, y mientras tanto, el presidente y su Gobierno seguirán en funciones presidiendo con las limitaciones propias de un  Gobierno con sus facultades mermadas. Pero ya verán cómo se las arregla el presidente para comportarse como si estuviera en pleno uso de sus atributos aunque no lo esté.

El PP ha tenido el mérito inmenso de recoger un partido en estado de shock y devolverlo a la vida casi duplicando sus escaños

Por lo que se refiere al ganador de estas elecciones, que es el PP, su presidente ha tenido el mérito inmenso de recoger un partido en estado de shock y devolverlo a la vida casi duplicando sus escaños. De 89 se ha pasado a 136, lo cual no   es poco. Es más, es mucho. 

El problema de Nuñez Feijóo ha estado siempre en Santiago Abascal, al cual va a necesitar ahora para intentar componer una sesión de investidura con algo de verosimilitud. Pero la realidad es que los de Vox le han hecho mucho daño al PP,  empezando por Valencia y terminando por Extremadura. La señora Guardiola tenía más razón que una santa cuando se plantó frente a los de Santiago Abascal al comienzo de las conversaciones. Lo que sucede es que las cosas se habían torcido en Valencia y a partir de ahí ya nada se pudo enderezar.

Pero Vox ha perdido en estas elecciones 19 escaños y se ha quedado en 33 de los 52 que consiguió en las elecciones de 2019. Eso demuestra que el futuro de Vox se va a parecer al de Ciudadanos por su cualificación de un partido inútil para satisfacer los intereses de los ciudadanos. 

Es cuestión de tiempo que esa gallardía tan, tan, tan antigua, se vea superada por la realidad de una sociedad que no se parece en nada a los planteamientos de Vox. Los toros, la ganadería, los menas, toda su parafernalia, podría ser asumida por el PP con algo más de pincel fino de lo que lo hace el partido de Abascal.

Quizá Alberto Nuñez Feijóo tenga que esperar a quitarse de encima a Santiago Abascal, para lo cual necesitará cuatro años por lo menos, pero que sus apuestas chulescas poniendo en las instituciones a verdaderos ejemplares de museo están reñidos con la sociedad a la que aspiran a representar eso está más claro que el agua.

Vox no sirve. Está de más. Y se ha visto en estas elecciones. 19 escaños  de 53 es una proporción gigantesca que se ha ido al PP con toda seguridad.

Alberto Nuñez Feijóoo tiene que intentar la investidura y, si eso no fuera posible, quedarse como jefe de la oposición y aguantar cuatro años en Madrid hasta que sea el momento de dar el golpe definitivo, ya sin Santiago Abascal o con el líder de Vox en sus horas más bajas.

Pero no es el momento de que tire la toalla porque lo que ha conseguido es extraordinario.