Todos se preparan para una sesión de investidura que no cuenta con los apoyos necesarios en ningún caso.
El de Alberto Núñez Feijóo que es quien ganó las elecciones y consiguió 47 escaños más de los que tenía Pablo Casado, no se olvide esto, es el más difícil porque tiene que contar necesariamente con Vox que le ha puesto las cosas de cara para alcanzar una investidura con todas las de la ley.
Y eso es porque el partido de Santiago Abascal ha puesto palos en las ruedas del PP hasta donde le han llegado las fuerzas y ahora hay muchos partidos que no quieren ni oír hablar de pactar con ellos. Es el caso del PNV sin cuyo concurso no será posible lograr la mayoría necesaria para conseguir la investidura.
De todos modos, lo que debería hacer el candidato popular es un ejercicio de madurez y en ese discurso plantear la necesidad, la conveniencia, la oportunidad incluso, de establecer un pacto de coalición con el PSOE porque formarían una mayoría imbatible de 258 diputados en este momento, y cuando digo en este momento digo en este mismo instante.
Pendiente aún de los votos de los CERA, que pueden quitar o poner uno o dos escaños todo lo más, circunscripciones electorales como Cantabria o Gerona. Son votos que no van a dar la mayoría a ninguno de los dos contendientes pero podrían hacer correr la balanza del lado de cualquiera de ellos.
Esa práctica, común entre los países de nuestro entorno, se demuestra imposible de asumir por parte de los socialistas actuales que no contemplan ni de lejos semejante hipótesis. Pero Nuñez Feijóo deberá insistir en ello porque no es posible que el PSOE pacte los próximos cuatro años con quienes quieren destruir España, a los que España como nación les importa “un comino” como dijo la hermana de Dolores Bassa no hace tanto en el Congreso de los Diputados.
Son los socios naturales del Partido Socialista, pero ahora con mucho menos poder y sin embargo con mucha mayor influencia. Todo eso se resume en Carles Puigdemont, un prófugo de la justicia española que puede tener la llave para conseguir la investidura de Pedro Sánchez.
Y contra eso es contra lo que se tiene que revolver Nuñez Feijóo subrayando el disparate que supone que un partido de Estado, y el PSOE lo es sin duda alguna, pacte con quienes precisamente pretenden destruir a ese Estado con la ayuda de quien representa al Estado mismo.
Siendo que quienes quieren destruir al Estado acaban de sufrir un varapalo considerable en Cataluña porque pasó de 23 escaños (13 de ERC, 8 de Junts-PDeCAT, y 2 de la CUP) a solo 14: siete de ERC y siete de JxCAT, y porque el PSC, con 19 diputados, ha sido la primera fuerza.
Cosa que no ha sucedido con Bildu que le ha arrebatado un escaño al PNV, un partido de gente mayor que ya no conecta con la gente joven de Euskadi que no saben quién fue Miguel Ángel Blanco porque nadie se ha molestado en explicárselo.
Núñez Feijóo necesita hacer un discurso que ponga en evidencia la contradicción en todos sus términos de los planes del PSOE para los próximos cuatro años
En cualquier caso, las aspiraciones del PSOE para domeñar las exigencias del partido de Puigdemont están de momento abocadas al fracaso y cuando digo de momento es en este instante. Veremos lo que dan de sí las negociaciones con Junts.
Alberto Nuñez Feijóo está obligado a hacer ese discurso de investidura y plantear con crudeza la naturaleza de los pactos a la izquierda del PSOE.
Dejemos de lado a Sumar, que parece que ha ganado las elecciones y en realidad lo que sucede es que ha perdido por lo menos cuatro escaños, de los 35 que tenía Podemos a los 31 con que cuenta Sumar.
El caso es que Núñez Feijóo necesita hacer un discurso que ponga en evidencia la contradicción en todos sus términos de los planes del PSOE para los próximos cuatro años. Y si fracasa, que fracasará porque Vox no le va a permitir que no fracase, siempre tendrá los planteamientos de Vox para desmarcarse de ellos aunque eso sirva para alejarle de la mayoría absoluta necesaria para sacar adelante la investidura en primera vuelta.
El ejemplo de José María Aznar de 1996 debe estar constantemente en el subconsciente de Nuñez Feijóo. Claro que Aznar no tenía un partido como Vox a su derecha porque estaba incluido en el PP. Pero, aun sin Vox, le llevó muchos meses poder pactar con PNV y con la extinta CiU. Y lo hizo.
Que tome nota Feijóo.
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