Los partidos en España, todos, son megaestructuras creadas no para mejorar la vida de los ciudadanos sino para ser utilizados como agencia de colocación, fondo receptor de subvenciones y organismo institucional superior en la sombra. Ellos pueden recibir millones de euros en crowdfunding pero, si usted ingresa más de 2.000 € en efectivo, levanta las sospechas de blanqueo de capitales, ellos no.
Los partidos en España, todos, se rigen por su estructura piramidal con una amplia base de trabajadores con sueldo asegurado por el partido a cambio de favores realizados en el pasado, no importa si se les nombra asesores, comisarios, subsecretarios… Son lo que llaman personal de confianza que lo engloba todo. A la cúspide de la pirámide solo llegan los elegidos y en raras ocasiones los más capaces y preparados para llevar las riendas de un país. Es más fácil que alcancen su cima los que han nacido y crecido bajo las siglas del partido desde los 18 años hasta su madurez, que los recién llegados. Ya se encargan los que están haciendo cola de terminar con ellos. Son muchos los que alcanzan la presidencia del gobierno sin haber pisado una empresa, sin haber creado un negocio, ni haber trabajado jamás para terceros.
Cuando fracasan en contadas ocasiones, asumen la derrota y dimiten como hizo Albert Rivera; lo más común es no hacer autocrítica y responsabilizar del fracaso a terceros. El pasado 23 de julio vimos improvisar una celebración al perdedor, Pedro Sánchez, comprobamos atónitos que tras dejarse 700.000 votos fuera de las urnas Yolanda Díaz se felicitaba a sí misma y de igual forma actuó Feijóo y los suyos con su victoria amarga en el balcón de Génova, luciendo una ridícula “camisa blanca de la esperanza”, solo Ayuso de “rojo tristeza“ no tenía nada que celebrar. En cuanto a Vox, que fue el único que asumió la derrota, está por ver que asuma también su parte de responsabilidad en ella y cambie su política errática, no siempre el boicot de los medios y el PP es el culpable de todo.
Se quejan PP y PSOE de tener que depender de partidos minoritarios, de estar atados por la ley electoral sin solución, pero ambos mienten. Jamás quisieron reformarla excepto para dar más poder al partido más votado y mantener eternamente el bipartidismo. Seguimos esclavos del poder que otorgan un puñado de votos frente a la voluntad de más de 10 millones de electores, y es por su irresponsabilidad manifiesta. La de los dos.
Es el miedo, no la ideología, quien domina el PSOE. Hay que preguntar a los Pages y Lambán cuál es su límite
La mal llamada “minoría catalana” les dio estabilidad en el pasado y siguen pensando que los toros volverán al redil a cambio de ser regados con dinero público, indultos, amnistías y si hace falta “consultas” que no se les puede llamar referéndums. Se equivocan y malgastan su tiempo y nuestro dinero. La paz social que han logrado Sánchez y Yolanda Díaz en el País Vasco es comparable a la que se vive en Sicilia o Nápoles, y la conseguida en Cataluña cada día se parece más a la franquista: unos mandan y otros obedecen.
Estos últimos cinco años hemos aprendido que si eres de los suyos la ley te ampara, que se lo pregunten a Griñán; que si te enfrentas a ellos te clausuran como a Tomás Gómez, si levantas la voz en su contra te ahogan económicamente o te envían un inspector de Hacienda y si no ganan las elecciones retuercen los resultados hasta alcanzar el poder que es lo único importante.
Teníamos la esperanza depositada en los barones de los partidos, por una parte Ayuso sabe que aún no ha llegado su tiempo y actúa como se escuchaba en Ferraz esta semana: “Dejad a Feijóo que se cueza en su propio jugo”.
En el PSOE las cosas están mucho peor. El poder de Sánchez es tan poco democrático que todos acatan, asumen y soportan lo que mande el dueño y señor de Ferraz, aún más tras los resultados del 23J. Los que afilaban sus cuchillos los volvieron a dejar en el cajón. Es el miedo, no la ideología, quien domina el PSOE. Hay que preguntar a los Pages y Lambán cuál es su límite. Hay que averiguar si Felipe González está dispuesto a ver a su PSOE arrastrado por el lodo por el interés de un secretario general que alguna vez fue apoyado por los militantes y que puede convertir a España en una sucursal de Venezuela si continúa en el poder 4 años más.
Partidos y democracia son incompatibles.
Había una enorme expectación en torno al análisis que el PP de Madrid en general, e Isabel Díaz Ayuso, en […]Los partidos en España, todos, son megaestructuras creadas no para mejorar la vida de los ciudadanos sino para ser utilizados como agencia de colocación, fondo receptor de subvenciones y organismo institucional superior en la sombra. Ellos pueden recibir millones de euros en crowdfunding pero, si usted ingresa más de 2.000 € en efectivo, levanta las sospechas de blanqueo de capitales, ellos no.