La actualidad lleva desde el pasado mes de mayo marcada por dos fechas: las elecciones municipales del 28-M y las adelantadas elecciones generales el pasado 23-J. Tanto en las municipales, como en las generales, la agenda política -aunque no se centró en lanzar propuestas sino más reproches- tuvo un claro componente nacional y poco o nada internacional.
La cuestión es que Marruecos siempre vuelve. Esta vez viene de la mano del viaje del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, junto a su familia, que han elegido al país magrebí como destino vacacional. La verdad es que la relación de este gobierno de coalición con Marruecos ha sido de las más moviditas en esta legislatura: cierre de fronteras, Pegasus, crisis migratorias, Sáhara, detrimento en las relaciones con Argelia y una XII RAN (Reunión de Alto Nivel) que se quedó con ganas de más.
Una vez expuesta esa larga lista de acontecimientos, se podría pensar que para tener amigos/socios como éste, mejor quedarte con los enemigos, pero las relaciones bilaterales son complicadas a cualquier nivel y el plano internacional no iba a ser menos.
La relación entre ambos países la construyen diferentes aristas: historia, cultura, economía y fronteras las hacen tener que entenderse. Ahora toca sentarse y hablar, porque por las malas nadie sale ganando en esta relación. Pedro Sánchez no toma la decisión de ir a Marruecos sin haberla meditado antes con su equipo. Además, durante este viaje también existirán conversaciones informales entre el presidente y miembros del gobierno marroquí. El momento pide intercambiar impresiones entre ambos gobiernos.
Marruecos está interesado para saber en qué medida le puede afectar el nuevo gobierno. La relación ha sido complicada, pero empiezan a entenderse. Además, ahora mismo España tiene la Presidencia del Consejo de la Unión Europea y eso interesa a Marruecos de cara a sus políticas sectoriales de pesca y agricultura.
Por otro lado, Pedro Sánchez debe tener dos cuestiones de interés: el reconocimiento israelí a la soberanía marroquí del Sáhara y el discurso del Rey Mohamed VI, el pasado 30 de julio en el 24º aniversario de su entronización, donde más allá de hablar de cuestiones nacionales en la que hace referencia a la vecindad con España y seguir trabajando en las relaciones entre ambos países.
Ahora bien, después de presuponer que la decisión de estás vacaciones está meditada y se van a producir conversaciones; pasemos a lo tangible, que es el impacto más allá del foco postelectoral y las cuatro fotos que vamos a ver durante su estancia.
España y Marruecos son dos países destinados a entenderse porque se necesitan; la política de enfrentamiento no sirve"
España y Marruecos son dos países destinados a entenderse porque se necesitan; la política de enfrentamiento no sirve. Marruecos necesita como socio clave y constante en Europa a España, ya que Francia siempre albergará la presión argelina. España necesita a Marruecos como socio en materia de migraciones y seguridad. La presencia marroquí como comunidad extranjera más grande en España tiene un peso reseñable. En cambio, las empresas españolas en Marruecos convierten a nuestro país en su principal socio comercial. Luego existen temas como pesca, agricultura o en clave ya no tan futurible las energías renovables son políticas sectoriales de especial interés para ambas partes.
La definición que marca esta larga relación de intereses comunes es la Realpolitik que les obliga a entenderse, porque entenderse supone un win-win para ambos países. Las relaciones internacionales marcan agendas sin posibilidad de que los actores elijan su programación. Esto no quita que ambos países deban sentarse y reconfigurar su estrategia conjunta que aún sigue planteando deficiencias.
La cooperación entre ambos países sigue necesitando programas que unan a jóvenes líderes de ambas regiones y que muestren no solo el país sino la cultura al otro. La juventud aprende más de su homólogo por las redes sociales que son un instrumento esencial, pero de carácter complementario. La labor en el ámbito universitario es importante, pero de cara a ámbitos estratégicos como la innovación, la cooperación debe seguir aumentando si de verdad queremos consolidar una relación "sana" entre ambos países.
La visita del presidente del gobierno en funciones tiene múltiples interpretaciones y por supuesto depende el prisma desde el que se analice. Por lo tanto, intentemos verlo desde un punto de vista alejado de que estamos en negociaciones de un nuevo gobierno y mirémoslo desde fuera de esa esfera. La normalización de ir de vacaciones al país con el cual probablemente más constante y movida haya sido tu agenda se convierte en un arma de doble filo. Veremos en un futuro no muy lejano qué ocurre.
La única constante que nos debe quedar es que Marruecos está ahí y la relación pasa por sentarnos y entendernos, porque Marruecos siempre vuelve.
Amin Lejarza Essalhi es analista internacional.
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hace 1 año
Desde luego que unas buenas relaciones pueden aportar grandes beneficios tanto a Marruecos como a España, y que hay mucho por hacer. Lo que ocurre es que ese entendimiento no puede pasar por el hecho de que un Gobierno español olvide que el pueblo saharaui tiene derecho a elegir libremente su futuro (incluida la opción de la independencia) y a disponer de sus riquezas.
El apoyo de Sánchez a la autonomía del Sahara Occidental dentro de Marruecos es el precio que Mohamed VI ha puesto a Pedro Sánchez para mejorar unas relaciones que están basadas en el chantaje permanente que le permiten, a mi juicio, las escuchas de Pegasus.
Me extraña que el autor de este artículo no haya mencionado ni una vez la cuestión saharaui, fundamental en las relaciones hispano-marroquíes.