La inadmisión del recurso contra la orden nacional de detención dictada por el Tribunal Supremo, lo que forzará el debate en el Pleno del órgano de garantías, que cuenta con una mayoría progresista, tiene todas las trazas de repetirse.
Carles Puigdemont tiene, así, todas las cartas en la mano para extorsionar a los socialistas sobre la composición de la Mesa del Congreso, que son quienes ahora mismo tienen la posibilidad de iniciar las negociaciones con los de Junts, cosa que a los populares les está vetada por razón de su ideología.
Pero a Puigdemont le ha venido Dios a ver con esta negativa a admitir a trámite por el Constitucional su recurso ante el TC contra la orden nacional de detención dictada por el Tribunal Supremo, lo que forzará el debate en el Pleno del órgano de garantías, que cuenta con una mayoría progresista.
Pero ya será demasiado tarde para lo mollar, que es la presidencia del Congreso, las vicepresidencias y, ojo, la pretensión de contar con grupo propio con las ventajas que ello supone de tiempo de intervención en los plenos, de financiación, de posibilidad de presentar iniciativas parlamentarias, de número de asesores y por último pero no menos importante de servicios de prensa.
Todo esto se dirimirá el próximo día 17, jueves, pero para entonces el recurso de súplica de la Fiscalía no habrá tenido efecto porque únicamente se podrá ver en el mes de septiembre que es cuando vuelven a estar operativos los tribunales.
Por lo tanto, lo que hagan los de Puigdemont en el asunto de la constitución de la Mesa del Congreso será independiente o, en todo caso, se basará en conjeturas de lo que pueda suceder en el caso del recurso de súplica de la Fiscalía del TC.
Puigdemont ha resultado ser determinante para casi todo en esta legislatura demencial que a Sánchez le ha salido mejor de lo que él esperaba pero mucho peor de lo que necesitaba el país
Por eso es tan importante lo que suceda el próximo día 17. Porque si el PSOE es el que tiene la mayoría relativa tendrá unas consecuencias determinadas en relación con Junts, el partido de Puigdemont, que ha resultado ser determinante para casi todo en esta legislatura demencial que a Pedro Sánchez le ha salido mejor de lo que él mismo esperaba pero mucho peor de lo que necesitaba el país.
Si Junts es necesario, que lo es, para votar a favor de un presidente socialista, estará como un solo hombre prietas las filas e impasible el ademán. Pero puede que los de Puigdemont quieran jugar de farol, recurran al filo de la navaja y entreguen la presidencia al PP con todo lo que eso significa de ningunear sus opciones de tener grupo propio -que en ningún caso con una presidencia del PP tendrían-, lo cual estrangularía sus opciones de financiación, de intervención en los plenos y de todos los aspectos favorables que con la constitución de un grupo propio tendrían.
Eso es un cálculo que estarán haciendo ya porque el día 17 de agosto es el próximo jueves y estas cosas conviene tenerlas muy pensadas con antelación. Pero es seguro que lo que se juegan los de Junts es tanto como lo que se juegan los del PSOE: tener el control de la Mesa del Congreso es tener el control de lo que se dirime en la sede de la soberanía popular, lo cual no es ninguna nimiedad.
Por lo tanto, nos esperan días de alta tensión ¡pensando y calculando lo que van a hacer los de Puigdemont!
Nunca pensamos que nos veríamos en esta.
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