Pronto hará dos años que los talibanes llegaron de nuevo al poder en Afganistán. Su regreso ha significado un empeoramiento de la situación de la mujer en el país, como también ha generado una crisis migratoria importante de afganos. La llegada de los talibanes está lejos de ser positiva para la sociedad afgana. Hay estancamiento económico, reducción de los derechos y libertades, ninguna especie de garantismo por parte del nuevo Estado. Tampoco se prevé que la situación vaya a cambiar a corto o medio plazo.
Aun así, y a pesar de que oficialmente no se reconoce el nuevo Estado Islámico de Afganistán como legítimo, diferentes Estados han llegado a acuerdos y tratos con la nueva administración. Reconocida de facto como interina aun, funcionarios de los nuevos organismos se han reunido con representantes de Irán, Turquía, China, Rusia, Uzbekistán, Turkmenistán, Pakistán, entre otros. Es decir, por un lado, el nuevo Estado no es reconocido como tal, pero la nueva administración sí, pues mantiene relaciones diplomáticas con los países vecinos. Esto dibuja que el aislamiento internacional no es tal, a pesar de tensiones fronterizas como las existentes entre Turkmenistán y Afganistán hace unas semanas en diferentes puestos fronterizos.
Y es en estas relaciones bilaterales con miembros de la administración afgana donde podemos ver que hay interés por parte de los talibanes de normalizar la situación en el país, e institucionalizarse. Después de dos años, nadie plantea sacarlos del poder, a pesar de que no se les reconozca como legítimos gobernantes, y por otro lado tampoco hay interés en aislarlos por parte de los países vecinos.
El rol de Pakistán como elemento normalizador de los talibanes frente a China ha sido muy importante para que los proyectos de inversión chinos tengan interés en las reservas afganas de recursos. De la misma manera, se han dado garantías a Rusia para explotar otras zonas de recursos afganas.
El último en discutir sobre la situación afgana y su gestión económica ha sido Turquía esta semana, donde el ministro turco de Exteriores, y mano derecha de Erdogan, Hakan Fidan, se ha reunido con representantes afganos en Ankara. La alianza entre Pakistán, Qatar y Turquía ayuda a la normalización de los talibanes por parte de Turquía, como también que desde Kabul organizaran ayuda humanitaria para ayudar al gobierno turco con el terremoto de Diyarbakir.
A pesar de que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha criticado en repetidas ocasiones el integrismo religioso de los talibanes, ha habido reuniones y contactos entre ambas administraciones desde que llegaron al poder. El creciente rol turco en Asia Central con la retirada de la omnipresente Rusia de la región es uno de los factores que pueden presionar a la administración talibán para iniciar reformas, ni que fueran discretas.
La comunidad internacional les pide reformas, y no que abandonen el poder, lo que ha cambiado desde su llegada al poder
El integrismo de los talibanes en las cuestiones del día a día, como la discriminación de la mujer, la reducción de su espacio en la vida pública, como también el endurecimiento de las leyes religiosas en el país, es una cuestión poco interesante, y con una carga negativa importante en el momento de establecer relaciones diplomáticas, o reuniones. Por ello, los acuerdos que se desarrollan se hacen de manera discreta, sin mucha relevancia en la agenda, a pesar de que la tiene, y de una manera que también permite a los nuevos funcionarios afganos consolidar su poder en el país. La comunidad internacional les pide reformas, y no que abandonen el poder, dos años después de tomar Kabul, un hecho que también ha cambiado a lo largo de su llegada al poder.
El debate sobre si se reconoce la Federación de Fútbol Femenina Afgana en el exilio como legítima por parte de la FIFA puede provocar una situación de reformas en el país, sobre la practica de deporte. Como ayudó en su día la normalización del cricket femenino y masculino afgano a nivel internacional para que ahora los talibanes no hayan prohibido su practica cuando han recuperado el poder en todo el país. Son cuestiones que parecen intrascendentes para nosotros, pero consiguen hacer mellaa en el país y su sociedad.
Aunque estos dos años de los talibanes han sido un retorno del integrismo moral y religioso a Afganistán, como también hay cierto aislacionismo en el país, los discretos contactos que han existido pueden ayudar a cambiar las cosas al aprovechar la necesidad de los talibanes de ser normalizados como legítimos gobernantes de Afganistán. Como también de los países vecinos, y países con intereses regionales, expandir su influencia y peso en la zona.
Existe una necesidad de desmantelar parte de las políticas discriminativas que ha hecho la nueva administración, como también de evitar cualquier conflicto abierto con ellos. La condena de la administración talibán de los ataques a Pakistán desde Afganistán es un paso de gigante a nivel regional, pero también se tienen que resolver las tensiones con Turkmenistán y Uzbekistán.
La toma de Kabul demostró que la vía militar ha terminado en Afganistán, y que cualquier retorno a esas tesis es un error que no tiene ningún respaldo social en el país. Así pues, solo queda el diálogo y la diplomacia. Será una tarea difícil, incluso ardua si no hay interés más allá del económico para querer cambiar las cosas en el país, pero solamente así se podrá hacer que las mujeres vuelvan a estudiar, recuperen su espacio público, como también que se avance en derechos y libertades, aunque sea un Emirato Islámico. Tendremos que estar atentos a la situación ahora que parece ser que Turquía entra en juego.
Guillem Pursals es doctorando en Derecho, máster en Seguridad, especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Puede leer aquí sus artículos en www.elindependiente.com
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hace 1 año
Lo que se dice inteligentemente en este artículo es verdadero para la sociedad islámica en general, cada vez mas permeable a los valores de la sociedad humana global. Las guerras sólo radicalizan.
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