Esto no ha hecho más que empezar, pero ha empezado bien, muy bien de hecho, con la designación para la sesión de investidura del presidente del PP. 

Pero a continuación el candidato, Alberto Núñez Feijóo, tiene que superar una sesión de investidura para  la que está a cuatro votos de la mayoría absoluta, eso en primera votación. Después bastará con que tenga más votos positivos que negativos, y eso tampoco estará claro porque no se sabe lo que va a votar, por supuesto, el PNV. Sí está claro lo que van a votar ERC, Junts, EH Bildu que votarán NO, lo mismo que votarán Sumar, y el PSOE.

Y, a partir de ahí le espera a Núñez Feijóo una tarea hercúlea la menor de las cuales es la formación del Gobierno. Lo que le espera, si es que logra superar la sesión de investidura, es la tramitación de leyes y el desmontaje de otras leyes a las que se ha comprometido derogar si es presidente del Gobierno. 

En esas dos tareas va a emplear la mayor parte de su tiempo, siempre  que, insisto, supere la sesión de investidura, lo que no está hoy por hoy nada claro. Puede que esta sea la tercera trampa en la que Pedro Sánchez esté dispuesto a hacer caer al candidato popular, como ha dicho últimamente por vía intermedia.

Por lo tanto, esperemos a ver en qué queda la cosa una vez que Francina Armengol hable con él y establezca la fecha más adecuada para esa sesión de investidura que puede ser una trampa, la tercera y definitiva, para Alberto Núñez Feijóo, que se quedaría así a las puertas de ser presidente del Gobierno pero a las puertas… sin pasar de la entrada del Palacio de La Moncloa.

El cálculo de Felipe VI ha sido lo más oportuno: ha designado candidato a presidir el Gobierno a quienes tenía más votos y lo podía acreditar. Porque el candidato socialista no contaba más que con los votos de Sumar y con los de EH Bildu, que siempre dijo públicamente que contaría con ellos. De los demás no se ha sabido nada porque es tradicional que no asistan a las audiencias con el Rey, dado que “no les representa”. 

Pero sí les representa la Constitución que se quieren cargar y el Tribunal Constitucional al que recurren cada vez que les interesa. En definitiva, es una manera de estar y no estar que conviene mucho a su modo de incorporarse a la vida nacional, con sus privilegios y sus reclamaciones.

Por eso digo que estamos en el principio de todo, habiendo hecho el Rey lo que tenía que hacer, que era designar a quien acreditara mayor número de votos favorables para la sesión de investidura.

A partir de ahí todo se va a complicar extraordinariamente, dada la posición del PNV, que ya he explicado en anteriores ocasiones que tiene muy, pero que muy, difícil batallar contra EH Bildu, que se le está comiendo por los pies en las elecciones del año que viene en el País Vasco. Y una derrota del PNV no es cualquier cosa. Aunque siempre le quedará aliarse con el Partido Socialista de Euskadi si las cosas le vienen mal dadas. 

De todos modos, no descartemos la posibilidad de que el PNV se abstenga en la sesión de investidura de Pedro Sánchez que se celebrará a continuación de la fallida de Alberto Nuñez Feijóo y en ese caso, que no es en absoluto improbable, iremos a nuevas elecciones.

Por lo tanto, no descartemos ir a unas segundas elecciones por la ceguera del PSOE de empecinarse en no pactar con el partido ganador de estas elecciones, que es el PP, y cuyos escaños sumados superan con mucho el 73 % . En definitiva, son las tres cuartas partes del total del hemiciclo. Pero no ha podido ser en la anterior legislatura y menos aún en esta.

De modo que si la investidura de Sánchez fracasa y muchos de nosotros deseamos que así sea por lo que supone para el futuro de España porque estaría pactando con los enemigos de la unidad del país, ya nos podemos conformar con una repetición electoral en diciembre o en enero del año que viene.