La semana que concluye ha sido rica en acontecimientos, tanto políticos como deportivos, de la mayor relevancia. Hemos asistido a una reunión clave entre el candidato designado por el Rey para someterse a la confianza del pleno del Congreso de los Diputados y ser elegido presidente, o no, del gobierno, Alberto Núñez Feijóo y el actual presidente en funciones y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Un encuentro que, por encima de valoraciones políticas, nos ha dejado lecciones acerca de la importancia de lo que vengo denominando hace años, en mis libros y en mis conferencias, como don de gentes, y de la relevancia de la inteligencia emocional y la comunicación verbal y no verbal en los comportamientos, públicos y privados, de los grandes líderes. 

Hemos sido también testigos, en los últimos días, del desenlace -o tal vez aún no- del episodio que tuvo que ver con la impresentable actitud del ya ex máximo responsable de la RFEF, Luis Rubiales, y que empañó el gran éxito de nuestra selección de fútbol femenino, proclamada campeona del mundo. Otro ejemplo en el que estoy en condiciones de demostrar que, la aplicación de algunas de las técnicas y cualidades que vengo enseñando y entrenando hace años, son de la máxima utilidad en la gestión y la resolución de crisis como esta. Situaciones límite en las que por el nefasto exceso de ‘egos’ y por una lamentable falta de empatía y de ese ‘don de gentes’ al que me refiero, naufragan liderazgos que parecían inamovibles, o son conducidas a la catástrofe organizaciones, instituciones o naciones enteras.  

El ‘don de gentes’ es el mayor acelerador del éxito personal, no solo para los ciudadanos corrientes sino para los grandes líderes

En muchas ocasiones me han preguntado si ese ‘don’ es real o simplemente un tópico, si vale o no para algo, y si existen personas ‘tocadas’ por esa ‘cualidad divina’ que las hace diferentes, únicas… también si puede entrenarse o se nace con ella. ¡La respuesta es que sí! El ‘don de gentes’ existe y es real. Constituye una poderosa herramienta -tal vez la que más- para llegar a la cima y mantenerse en ella. Por supuesto que hay gentes que nacen con él, pero puede entrenarse, trabajarse y perfeccionarse. 

El ‘don de gentes’ es el mayor acelerador del éxito personal, no solo para los ciudadanos corrientes sino para los grandes líderes. Se trata de la herramienta definitiva que hace saltar los límites del resto de nuestras cualidades… ¡para bien! 

¿Tienen Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo don de gentes y capacidad de comunicación?

¿Cuántas veces he calificado a Pedro Sánchez, como el gran ‘Ave Fénix’ de la reciente política española? ¡Tantas que ni recuerdo el número exacto! En los últimos días hemos asistido a una muestra más del dominio de este ‘don’ por parte del actual presidente del gobierno en funciones. En su entrevista del pasado jueves con Alberto Núñez Feijóo, trascendiendo del contenido político de sus respectivas posiciones, si atendemos exclusivamente a su comunicación no verbal puede verse cómo quien, en todo momento, lleva la iniciativa y domina la escena es Sánchez. Desde los primeros instantes, exhibe una sonrisa franca y una posición corporal ‘suelta’, segura, fluida y en absoluto tensa o forzada. Cabeza alta, cuerpo erguido pero sin un artificial envaramiento y mirada clara a los ojos de su interlocutor. Frente a él, pudimos encontrar a un aspirante en el que la tensión y un cierto nerviosismo eran evidentes; con una sonrisa forzada de forma evidente por la cortesía de un acto oficial, obligado por su posición institucional pero que le resultaba, a todas luces, incómodo, el líder del PP demostraba, seguramente sin ser del todo consciente de ello, que no era él quien tenía la iniciativa. Alguien podría apuntar que Feijóo es más espontáneo y menos estudiado que el presidente del gobierno y por eso puede caer en algún error de comunicación. Sin embargo la pregunta que me hago es: ¿puede un líder o alguien que quiere serlo no trabajar y mucho su comunicación a todos los niveles? No hace falta que de mi opinión, la conocéis de sobra.

¡Las manos!

Hay más, claro está. A pesar de que la entrevista tuvo una duración inferior a una hora y que las imágenes que se han suministrado a la opinión han sido escasas, pudimos ver mucho más. Siempre he dicho que una de las cosas que mejor maneja Pedro Sánchez, de forma natural e intuitiva y sin haber necesitado un gran entrenamiento para ello, son sus manos. Desde el primer minuto de este encuentro, el saludo previo en el que el presidente en funciones extiende la mano a Feijóo para estrechársela y este trata sin éxito de cogerle el codo, signo inequívoco de que intentaba ‘mandar’ en la escena, vuelve a apreciarse quién realmente maneja las riendas de la situación. 

Las manos son uno de los aspectos, bien lo sabemos los expertos, más complejos de trabajar a la hora de preparar a un político, a un directivo o a cualquiera que tenga que aprender a manejarse en actos públicos. Son muy pocos los que saben qué hacer con ellas; estamos acostumbrados a imágenes que ofrecen una impresión muy pobre de algunos personajes: las habituales manos dentro de los bolsillos, los brazos cruzados en posición defensiva o de puro desinterés, los dedos índices apuntando al interlocutor en clara señal de amenaza. Son muchos los que, con un esforzado entrenamiento, consiguen mejoras notables. Hay otros en cambio, es cierto que los menos, que nunca llegan a dominar, del todo, este apartado. Algunos ‘elegidos’ como Sánchez, tienen la suerte de haber nacido dotados de esa habilidad que les ha venido dada por la naturaleza de forma casi intuitiva. 

Detalles como el que la duración de la entrevista quedara, en la práctica, predeterminada por la agenda de Pedro Sánchez, que a las 11.00 había convocado a la dirección del PSOE en su sede de Ferraz, el hecho de que Alberto Núñez-Feijóo tuviera que esperarle algunos minutos, o el aparatoso ‘atrezzo’ del que se rodeó el líder socialista, que se presentó en las dependencias del edificio de grupos del Congreso de los Diputados, no como secretario general del PSOE, sino como lo que es, como presidente del gobierno en funciones, con la correspondiente exhibición de escolta, asesores y coches de acompañamiento oficial, dejaba también a las claras a quién correspondía la preeminencia de la cita política.

La necesidad de saber pedir perdón, y de hacerlo adecuadamente.

No solo en la política o en la alta empresa son de aplicación estas recetas; también en otros campos como el del liderazgo deportivo al más alto nivel, el del cine, las artes o todos cuantos tengan la máxima relevancia pública

No solo en la política o en la alta empresa son de aplicación estas recetas; también en otros campos como el del liderazgo deportivo al más alto nivel, el del cine, las artes o todos cuantos tengan la máxima relevancia pública. Tal y como explicaba al principio, el impresentable comportamiento de Luis Rubiales durante la ceremonia y la celebración posterior a la consecución del mundial de fútbol para nuestra selección femenina es un excelente ejemplo de cómo los gestos y la comunicación no verbal no engañan nunca, y dejan patente -por mucho que se intente disimular- la excelencia o la miseria del personaje en cuestión, que se ve multiplicada exponencialmente por su exposición pública o por su ‘viralidad’ e indecente uso de testosterona. 

Las explicaciones dadas por Rubiales ante la Asamblea extraordinaria de la RFEF muestran a las claras que lo importante no es sólo lo que se dice, sino cómo se dice. En este caso, su negativa a dimitir, enfatizada en repetidas ocasiones, venía acompañada de una actitud que lejos de denotar seguridad denotó arrogancia, prepotencia y chulería. Los peores aditamentos para un líder que se ve ante una situación límite.

Este mismo viernes hemos tenido el contrapunto perfecto en la comparecencia pública del seleccionador nacional masculino, Luis de la Fuente. Tanto él como Jorge Vilda, seleccionador femenino, cuyos perfiles no pueden verse salpicados en absoluto por la impresentable conducta de Luis Rubiales, fueron recriminados, eso sí, por haber aplaudido al ínclito ex mandatario durante su ya tristemente famosa comparecencia. 

De la Fuente ha ofrecido hoy una rueda de prensa en la que ha pedido disculpas de una forma humilde y convincente. Intelectualmente su actuación ha sido indefendible y su compartimento viernes 25 de septiembre en la rueda de prensa de Rubiales impresentable como sus aplausos. Sus disculpas llegan muy tarde y después de las decisiones de la FIFA. Sin embargo hoy ha sido sincero,  me ha dado pena y emocionalmente no puedo no empatizar con las presiones que ha sufrido y creerme la sinceridad de sus disculpas.  Cualquiera ha podido apreciar la sinceridad de sus palabras afirmando que pensaba que iba a asistir a una previsible despedida del personaje pero jamás al bochorno de su negativa reiterada a abandonar su cargo de manera fulminante. Si añadimos el estrés que tanto en él como en Vilda habrán supuesto los acontecimientos de estos días, la conclusión de que se están conduciendo correctamente es más que evidente.

La importancia de un asesoramiento especializado

Siempre que entreno o explico este concepto de ‘don de gentes’ hago referencia en la ‘tríada virtuosa’ que está compuesta a partes iguales por el carisma, la empatía y la simpatía. Acompañadas de dosis adecuadas de resiliencia -Pedro Sánchez sabe bien de ella- de asertividad, de una natural simpatía -que no debe ser confundida con la tristemente famosa y chabacana ‘campechanía’- y de un cierto sentido del humor, cualquier personalidad puede ser transformada en una auténtica ‘máquina’ arrolladora de éxito en la vida. Por supuesto que hay personas que nacen con una natural disposición para todo esto, pero otras muchas necesitan un entrenamiento supervisado por un especialista que les coloque en el sendero adecuado para desarrollar todos sus talentos ocultos y conseguir limar todas sus inseguridades y sus miedos.

Curiosamente muchos piensan que grandes líderes que han destacado por su ‘Don de gentes’ y capacidad de comunicación llevaban estas cualidades de fábrica. Barack Obama, Justin Trudeau, Adolfo Suárez, John Fitzgerald Kennedy, son solo algunos de los nombres de líderes políticos dotados de ‘don de gentes’ y gran capacidad de comunicación. Todos ellos dotados para triunfar, pero ninguno de ellos lo ha conseguido sin asesores extraordinarios a su lado.

Una buena formación y el entrenamiento al lado de un gran sentido común, llevan a lo más alto. La clave, al final, reside en aplicar siempre el sentido común y en el dominio de la inteligencia emocional, residenciada en el lado derecho de nuestro cerebro. El mismo en el que se encuentra nuestro pensamiento lateral. El ‘don de gentes’ exige un correcto entendimiento de las distintas emociones de cuantos nos rodean y con los que interactuamos. Interpretar y gestionar esos sentimientos es vital; el dominio de este arte es la diferencia entre el éxito o el más absoluto fracaso. Como se ve, cada día tenemos constantes ejemplos de ello. 

La semana que concluye ha sido rica en acontecimientos, tanto políticos como deportivos, de la mayor relevancia. Hemos asistido a una reunión clave entre el candidato designado por el Rey para someterse a la confianza del pleno del Congreso de los Diputados y ser elegido presidente, o no, del gobierno, Alberto Núñez Feijóo y el actual presidente en funciones y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Un encuentro que, por encima de valoraciones políticas, nos ha dejado lecciones acerca de la importancia de lo que vengo denominando hace años, en mis libros y en mis conferencias, como don de gentes, y de la relevancia de la inteligencia emocional y la comunicación verbal y no verbal en los comportamientos, públicos y privados, de los grandes líderes. 

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