La sensación al regreso de la precipitada visita a Riad, tras enterarse de la entrada de STC en Telefónica, de los dos máximos ejecutivos de la empresa española no es del todo tranquilizadora. El presidente y el consejero delegado de la compañía saudí insistieron a sus colegas españoles en lo ya dicho en el comunicado a la CNMV del pasado 5 de septiembre: que la compra de casi el 10% es amistosa y que, como primer accionista de la empresa, en espera de autorización del Gobierno, apoyará al actual equipo gestor.
Pero ni Álvarez Pellete (presidente de Telefónica) ni Vilá (consejero delegado) quedaron satisfechos con las explicaciones de los saudíes. De hecho, no hay fotografía oficial del encuentro, ni siquiera un escueto comunicado. Tan sólo silencio. Pellete ha convocado un consejo de Telefónica donde intentará calmar la inquietud de los, hasta ahora, principales accionistas: BBVA y Caixabank.
El ninguneo a España por parte de la empresa pública saudí divide al Gobierno. Además de Yolanda Díaz, la opinión de Margarita Robles es contraria a la compra, por ser Telefónica una empresa estratégica
Para que la entrada fuera amistosa, los saudíes deberían haber informado previamente a Telefónica. Y, por supuesto, al Gobierno. No olvidemos que STC está controlada por un fondo (PIF) al mando del cual está el príncipe heredero Mohamed Bin Salman. Por tanto (como ya hemos dicho en estas páginas), se trata de una operación de Estado. El sigilo, la ocultación, tienen poco que ver con el carácter supuestamente amistoso de esta operación. Olayan Alwetaid forma parte del consejo de GSMA (organización que agrupa a las grandes telecos y organiza el MWC de Barcelona), que preside Álvarez Pallete. Así que Alwetaid ha estado durante más de seis meses comprando acciones de Telefónica sin comentarle una palabra a la persona con la que comparte ese consejo. No es un detalle como para fiarse. Tampoco es una muestra indubitable de amistad.
Lo que han hecho los saudíes es como si, de repente, se te presentan en casa diez vecinos a la hora de la cena: "Venimos a tomar algo, en buen plan". Un destacado abogado madrileño lo califica como "majadería". "STC no ha tenido en cuenta la importancia institucional de Telefónica en España; un error táctico y estratégico".
Por mucho que se quiera disfrazar, la entrada de STC en Telefónica ha sido hostil, aunque las intenciones (ya veremos) sean buenas. Aunque sólo pretendan asegurar un dividendo para una empresa con un exceso de liquidez de más de 7.000 millones de euros.
STC, tiene como miembro de su comité ejecutivo y responsable de Proyectos Especiales a un ex de Telefónica, José del Valle. Dieciocho años estuvo en puestos clave de la empresa española, de la que conoce especialmente el negocio en Latino América. Como se ve, esta historia está llena de deslealtades.
El juego limpio ha estado ausente de este asalto pretendidamente amigable. Morgan Stanley, el banco de inversión que ya ha aflorado más de un 12% en Telefónica, dejó de recomendar ese valor a sus clientes para, dicen, no subir el precio de las acciones. Vaya, un bonito detalle. ¿Eso no es una muestra típica de información privilegiada? Pero sobre ese aspecto pueden estar tranquilos los saudíes, ya que su asesor no es otro que la firma Linklaters, en la que figura como socio asesor Sebastián Abella, ex presidente de la CNMV, organismo que aún no se ha pronunciado sobre la mayor operación bursátil llevada a cabo este año. El criterio de Abella, tan estricto antaño, parece tornarse flexible desde el despacho que abandonó para ocupar la cabecera de la CNMV y al que hace unos meses volvió como las golondrinas a sus nidos en primavera.
La operación fue diseñada hace meses, lo han dicho los portavoces de los saudíes. Pero seguro que en la manera de concretarla ha tenido algo que ver que el Gobierno de España esté en funciones. Un aspecto asimismo poco tranquilizador.
Por su parte, el Gobierno ha estado a por uvas. Al igual que el CNI, que se supone que cuenta con una división de Inteligencia Económica que no parece haber estado muy despierta a la hora de detectar que había alguien comprando acciones de Telefónica a mansalva por valor de más de 2.000 millones.
El Gobierno, claro, está dividido, ¡cómo no!, sobre este asunto tan sensible. Recordemos una vez más el carácter estratégico de una compañía, que no sólo controla áreas tan estratégicas como las comunicaciones de las Fuerzas Armadas y la ciberseguridad de las principales empresas españolas, sino que cuenta con una compañía (Telcrypt) que maneja datos muy sensibles para la seguridad del Estado. Mientras que el ministro Escrivá se ha mostrado como el mejor alumno de Adam Smith, alegando que este tipo de operaciones "se suelen hacer así", Calviño ha sido un poco más prudente, aunque ha resaltado lo maravilloso que es que se fijen en nosotros para invertir. Yolanda Díaz (vicepresidenta y líder de Sumar), está abiertamente en contra, esgrimiendo el carácter dictatorial de Arabia Saudí y su falta de respeto a los derechos humanos. Pero la opinión que probablemente tenga mayor peso en este asunto, es la de la ministra de Defensa, también contraria, aunque por razones más sólidas. Sánchez escuchará a Margarita Robles. No sólo porque su departamento es el más afectado, sino porque al presidente, en el momento político en el que estamos, no le viene mal dar un puñetazo en la mesa. Dar una lección de autoridad. Si le viene bien pararle los pies a STC por razones políticas, no duden que lo hará.
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