La declaración contundente del ex presidente Aznar utilizando el eslogan de las víctimas de ETA “¡Basta ya!” no fue un discurso más, sino que fue su primer acto de campaña. Feijóo esta semana se llevó a los barones de su partido a un almuerzo privado en Génova al que acudió Ayuso; en él pidió confianza y les indicó que todo seguía siendo posible, hasta su investidura. Confía el líder del PP en una repetición electoral para enero y que la amnistía aprobada antes, por exigencias de Puigdemont, le aúpe a Moncloa, aunque la mayoría de las encuestas del partido aseguran a día de hoy que las cosas seguirán como están, con mayoría Frankenstein a la que se sumarían algunos escaños más como los de Coalición Canaria a cambio del cheque adecuado.
Lo cierto es que nadie en el PP confía ver como presidente a Feijóo y no hay alternativa a corto plazo, excepto que vayan a buscar un recambio del pasado. Alguien que se fue cuando habría podido seguir gobernando y que dejó un halo de prosperidad económica para España, además de un prestigio internacional ahora desaparecido. Esta persona es José María Aznar. El presidente que nunca se fue del todo y que ha ido tutelando con mayor o peor acierto las riendas del PP desde la sombra, en mayor medida que ningún ex presidente español. Nunca le gustó el papel de jarrón chino y está en plena forma física y mental para volver a ocupar la Moncloa. Y lo que es más importante: estaría dispuesto a ello.
En su discurso reciente habla de “activar todas esas energías, para plantar cara con toda determinación”, de poner a prueba “la fortaleza de la nación española”. Afirma Aznar que estamos ante “el hecho más destructivo que hemos padecido en la política democrática”, y añade: “Hay que decir basta ya. España no puede volver y no va a volver a un sistema basado en la exclusión y el sectarismo”. Aznar sitúa al país en una situación límite que necesita un golpe de efecto rápido y me consta que, en círculos íntimos de personas ajenas al partido, no ha rechazado capitanear él mismo ese frente común contra Sánchez y sus socios.
Si Feijóo es capaz de dar un paso al lado y ofrecer a Aznar el liderazgo del PP en una situación de emergencia nacional como la que vivimos, él aceptará el reto
Pero hay una dificultad para ello, condición sine qua non para que dé un paso al frente: que se lo pidan. Y no me refiero a los ciudadanos, sino a su partido. Si Feijóo es capaz de dar un paso al lado y ofrecer a Aznar el liderazgo del PP en una situación de emergencia nacional como la que vivimos, él aceptará el reto. Es cierto también que eso significa rendirse a una realidad, que no hay relevo generacional preparado en el Partido Popular para asumir el liderazgo y deben buscar líderes en el pasado para arrasar en las urnas. Son muchos los que vieron en Ayuso el recambio imprescindible y la persona que podía aglutinar en ella “todas las derechas”, pero es la propia Ayuso la que está convencida de que su momento aún no ha llegado.
Pedro Sánchez ha llenado su agenda durante los próximos fines de semana de mítines que espera sean multitudinarios en distintas ciudades españolas, Sevilla, Santiago de Compostela o Barcelona entre ellas, todos lugares estratégicos donde pretende dar a la opinión pública la imagen de un líder fuerte dentro del PSOE en feudos del PP o de los separatistas. Muchos auguran que más que una demostración de poder para los suyos es precampaña electoral porque se teme una repetición electoral. Sánchez ha participado en cinco convocatorias electorales de las que ha ganado tres y su manual de resistencia espera que le perpetúe en el poder como mínimo cuatro años más a cualquier precio. Es ridículo que sus voceros como Isabel Rodríguez repitan las consignas de Moncloa, calificando como “golpista” a Aznar, mientras negocian con un golpista prófugo de la justicia como Puigdemont e indultan a un golpista condenado a 13 años de cárcel como Junqueras.
La pelota está en el tejado de la dirección de Génova y en manos de sus barones, Aznar está calentando en la banda y dispuesto a recorrerse España llenando estadios y devolviendo la ilusión a los suyos, que han visto cómo Feijóo se desvanecía como alternativa casi antes de empezar a serlo. Muchos ya dicen en privado y bajito por los pasillos: “La única esperanza es Aznar”.
La declaración contundente del ex presidente Aznar utilizando el eslogan de las víctimas de ETA “¡Basta ya!” no fue un discurso más, sino que fue su primer acto de campaña. Feijóo esta semana se llevó a los barones de su partido a un almuerzo privado en Génova al que acudió Ayuso; en él pidió confianza y les indicó que todo seguía siendo posible, hasta su investidura. Confía el líder del PP en una repetición electoral para enero y que la amnistía aprobada antes, por exigencias de Puigdemont, le aúpe a Moncloa, aunque la mayoría de las encuestas del partido aseguran a día de hoy que las cosas seguirán como están, con mayoría Frankenstein a la que se sumarían algunos escaños más como los de Coalición Canaria a cambio del cheque adecuado.
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