En una rápida operación militar que ha durado aproximadamente 24 horas, el gobierno azerí ha disuelto la autoproclamada república de Artsaj, en la región azerí del Karabaj. Se ha puesto fin a un conflicto que ha durado 35 años, que ha costado la vida a miles de personas y desplazado a cientos de miles. Ahora la comunidad internacional tiene un papel relevante: supervisar que el gobierno azerí cumple su palabra que tratará en igualdad a los ciudadanos armenios de la autoproclamada república, aproximadamente 120.000, y que estos no serán forzosamente desplazados, ni sus derechos vulnerados.
Pero más allá de la cuestión política y humanitaria, estas horas de guerra han acabado al mismo tiempo con la influencia rusa en el Cáucaso Sur. Es más, se ha acabado de un plumazo la relación entre Rusia y Armenia, país que estaba en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO), con Rusia, y ahora hace maniobras militares con Estados Unidos. De la misma manera que la presencia de las fuerzas de paz rusas desplegadas a lo largo del Karabaj se ha visto ineficiente y sin recursos.
Para muchos, la autoproclamada república no dejaba de ser una especie de Gibraltar ruso en el Cáucaso, y tal como demostraron las declaraciones del primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan, es un asunto que no les compete, demostrando que las cosas han cambiado, y mucho, desde la segunda guerra del Karabaj en 2020.
A pesar de que Rusia sigue teniendo presencia en las autoproclamadas repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur, la situación en ellas es crítica debido al reclutamiento para el frente ucraniano. De la misma manera, el gobierno georgiano, a última hora, después de sabotear ellos mismos las políticas de acercamiento a la Unión Europea, pues Sueño Georgiano está controlado por el oligarca prorruso Bidzina Ivanishvili, acató lo que les recomendó Josep Borrell, Alto Representante para la Política Exterior y de Segurida de la UE, para no poner en juego su objetivo de formar parte de la UE. Se podría decir que el último elemento que simpatiza con Rusia que hay en el Cáucaso Sur es el gobierno georgiano. El resto de los actores, Azerbaiyán y Armenia, se están distancian cada vez más del Kremlin.
Azerbaiyán es uno de los impulsores de los corredores energéticos que comunicarán Asia Central y la UE
Azerbaiyán es uno de los impulsores de los corredores energéticos que comunicarán Asia Central con la Unión Europea para depender lo menos posible del gas y petróleo rusos. De la misma manera que el gobierno azerí se está acercando a la esfera occidental a través de Turquía, y cada vez tiene acuerdos comerciales y diplomáticos con más estados europeos.
Y por otro lado Armenia, si el primer ministro Pashinyan sobrevive a las protestas contra el gobierno por no defender la autoproclamada de Artsaj, se está acercando a Estados Unidos y a la OTAN. De hecho, muchas de las protestas en Ereván son contra Rusia, pues se había erigido garante de la seguridad de la República de Artsaj, cosa que no ha hecho y ha estado ausente hasta después de la operación militar.
Tenemos que ser conscientes de que la superioridad militar azerí respecto la de los secesionistas de Artsaj y la de la república de Armenia hacía improbable cualquier otro resultado. Por eso el hecho de que Pashinyan se haya desentendido, y su gobierno haya abierto la puerta a acoger a cualquier armenio que quiera irse del Karabaj es un relevante paso hacia la paz regional. Así se acaba con uno de los principales impedimentos que permitían a Bakú y Ereván llegar a un acuerdo de paz: el apoyo armenio al secesionismo karabají.
Parece ser que la primera reunión entre representantes armenios secesionistas y el gobierno azerí ha sido satisfactoria, y tendremos muchas más sobre cómo se procederá a la reinserción del territorio y su gente. Del mismo modo que la base aérea rusa de Jojaly, nombre por el cual es conocido el aeropuerto de Jankendi (Stepanakert para los secesionistas), pasará de ser ruso-secesionista a azerí. Es un importante enclave en el Cáucaso Sur que Rusia pierde. Tendremos que estar atentos a las diferentes rondas de negociación, y sobre todo, al bienestar de la comunidad armenia del Karabaj.
Guillem Pursals es doctorando en Derecho, máster en Seguridad, especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Puede leer aquí sus artículos en www.elindependiente.com
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