Ya con el encargo del Rey, Pedro Sánchez se apresta a sumar apoyos para lograr la investidura. El presidente en funciones anunció en su comparecencia tras salir del Palacio de la Zarzuela que se reuniría con todos los partidos políticos, excepto con Vox.
La semana pasada, ante sus colegas del Grupo Socialdemócrata de la Eurocámara, Sánchez presumió de haber “frenado a la ultraderecha” en Europa. Reviste así su investidura de misión transnacional, reservando para sí el papel de baluarte de la democracia frente al avance ultra. Ese relato le permite justificar la creación de una gran coalición, a la que califica de “progresista”, en la que caben todos los demás partidos, a excepción de Vox y del PP.
El diálogo y la convivencia son la vaselina que sirve a Moncloa para motivar las negociaciones con partidos como Junts y Bildu. A los que critican esas alianzas contra natura se les califica de “antiguos”, o “faltos de generosidad”, cuando no directamente de “fachas”.
En una democracia, los cordones sanitarios sólo se justifican por dos motivos: bien porque los partidos a los que se somete al cortocircuito bordean la legalidad; o bien por razones políticas o éticas.
Vox, que se sepa, se mantiene en los límites de la Constitución y no ha planteado en ningún momento la utilización de instrumentos antidemocráticos para reformar leyes con las que no comulga. Pero es comprensible que algunos partidos rechacen su negacionismo respecto a la violencia machista, su alergia a la inmigración o su visión recentralizadora del Estado. Se entienden las reservas respecto a un partido que quiere replantear uno de los anclajes de la Constitución del 78.
Lo que no tiene justificación es que el mismo presidente que margina al tercer grupo de la Cámara, se siente sin rubor a negociar con un partido que intentó un golpe institucional en Cataluña, y cuyo líder sigue huido de España, o con un grupo que todavía no ha condenado el terrorismo de ETA.
Esa doble vara de medir no tiene una explicación racional, aunque sí política: el PSOE de Sánchez tiene un techo muy bajo y su única forma para ganar a la derecha es sumar a todos los demás. Al precio que sea.
Los cordones sanitarios sirven de poco: sólo hay que ver el ascenso de la ultraderecha en Italia, Francia y Alemania. Pero en España, Vox le sirve de excusa al presidente para evitar pactar con el PP y justificar, de paso, la reedición del gobierno Frankenstein
Sánchez no ha utilizado aún la fórmula “frente amplio”, que abanderó en su día Pablo Iglesias, pero la ha ha llevado a la práctica, situando al PSOE como “nave nodriza”. El presidente en funciones actúa, de hecho, desde 2019 no como líder del Partido Socialista, sino como el jefe de una gran coalición en la que se integran partidos de todo pelaje, desde la derecha nacionalista de Junts o el PNV a la extrema izquierda de Podemos -aún integrado en Sumar- o los independentistas herederos de ETA.
La teoría de ahogar a Vox puede sonar bien, pero la realidad es que los cordones sanitarios sirven de muy poco. En Italia, por ejemplo, gobierna un partido (Fratelli d’Italia), hermano de Vox, cuya líder y ahora primera ministra, Giorgia Meloni, participó activamente en la campaña de Vox en las elecciones andaluzas. Ahora Sánchez se tiene que sentar con ella en las cumbres europeas e incluso le sonríe cuando se saludan.
En Francia, el partido de Le Pen es el favorito para ganar las próximas elecciones europeas. Y, lo más importante, en Alemania, AfD, partido ultra que propone una revisión histórica del nazismo, supera en las últimas encuestas al Partido Socialdemócrata (SPD) y, en algunos estados, como Turingia, Sajonia y Brandemburgo, adelanta incluso a la CDU. Veremos lo que pasa este domingo en las elecciones en estados tan importantes como Baviera y Hesse.
El primer partido que formalmente ha roto el cordón sanitario respecto a AfD ha sido precisamente la CDU, que pactó con el partido que lidera Alice Weidel un recorte de impuestos en Turingia. Tras cerrar dicho acuerdo, Weidel alardeó en Twitter (ahora X): “The ‘Firewall’ es history -and Turingia is just the beginning”.
Décadas de cordón sanitario (o cortafuegos) sólo han servido para que AfD sea hoy una alternativa de poder real en Alemania.
El peligro del ascenso de la ultraderecha existe, pero para Sánchez Vox es tan sólo la excusa para no llegar a acuerdos con el PP. Es más, la caída del partido de Abascal en las elecciones de julio (pasando de los 52 escaños que tuvo en 2019 a 33) no tiene nada que ver con la subida de la izquierda, que cayó en escaños y votos respecto a hace cuatro años, sino con el ascenso del PP (que pasó de 89 escaños a 137).
Al presidente en funciones Vox le ha venido muy bien, porque su existencia le sirve de coartada para eludir pactar con el principal partido de la oposición y justificar, de paso, su frente amplio, también llamado gobierno Frankenstein.
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hace 1 año
El sanchismo ha aprendido y llevado a sus últimas consecuencias la parasitacion política a todos los niveles, desde que arremetió con las primarias de un PSOE descastado.
Y esa misma táctica es la empleada después por el sanchismo en el poder, incluyendo la ocupación ideológica y clientelar de sectores y capas sociales y amplio funcionarado.
Desde las instituciones hasta los organismos subvencionados pasando por organizaciones mediáticas, culturales y territoriales. Todo ello con un mantra plurinacional y revanchismo de izquierdas basado en el no es no , a cualquier otro pacto que no sea el unilateral populista de izquierdas.
Y eso cuando menos, es marginar a medio país de cualquier decisión política que afecte a todos. El.proyecto que empezó discreta pero contumazmente con Zapatero , Sanchez no sólo lo apoya sino lo amplia ejecutivamente.
No sabemos cuál será el final del proceso del sanchismo, pero puede que ya esté programado a no muy largo plazo. Contando con la anestesiante inacción de la mayoría ciudadana que pasa de asumir los principios constitucionales como si fuesen tierra mojada.
El discurso de Felipe VI el 3/10/ 2017, fue oportuno en aquel momento del infausto proceso unilateral catalán de independencia como acción fuera del Estado de Derecho. Y ocurre que una próxima ley de amnistia por aquellos sucesos y posteriores, puede blanquear todos los delitos que con arreglo a la ley vigente se hicieron.
Y lo que es más grave reformando la ley ad hoc de unos intereses espureos de una investidura presidencial que posiblemente , si no se hubiesen dado los resultados del 23-J, dando 14 votos de oro a aquellos mismo infractores, nunca se hubiese tramitado como se va a hacer.
La oposición intentará parar esa deriva pero los resortes del poder colonizados por el sanchismo es posible anulen cualquier objeción a sus planes, no solo políticos sino jurídicos. Los ciudadanos que aún conserven criterios críticos contra ese estado de cosas quedarán sin tutela política efectiva diseminados entre la pasividad democrática de la mayoría que ni ve, ni oye, ni escucha porque por si acaso más vale pasar y dejar pasar.
Todo un proceso de adoctrinamiento incisivo ha desvirtuado de valores y principios a unas generaciones nacidas en democracia , en una desmemoria larvada partidista, camuflada como una nueva modernidad. Puro revanchismo del que el sanchismo populista de izquierdas se ha erigido en santo y seña identitario.
El mantra propagandístico del miedo a la derecha y su extrema derecha populista, ha sido el lema y el «leivmotiv» de sus campañas para amedrentar a miles de ciudadanos ayunos de base y motivaciones. Y afectos a que sea el estado paternalista el que les provea de esa su indigencia.
Y este gobierno aún en funciones pero dentro de poco efectivo , es la consecuencia más clara de esa dejación y condescendencia, ampliada y sostenida por amplios sectores de decisión institucional también aposentada en esa colonización partidista.
Y todo ello durará mientras se sigan controlando a manos llenas unos recursos europeos que lo faciliten en detrimento de su eficacia y oportunidad , manipuladas según las oportunidades políticas del sanchismo. La economía tiene ciclos expansivas y de contracción, que exigen guardar recursos para contrarrestar las bajas de actividad. Y si no se han creado esos fondos se producen los ajustes presupuestarios y las crisis.
Lo que puede ocurrir entonces es que el sistema politico y el modelo institucional hayan sido desmembrados en su cohesión interna, social, territorial e incluso política, con un vacío institucional e incluso constitucional que dejaría al Estado al albur de una deslegitimacion real y de desmembración política de territorios, sociedades históricas y economías. Sin capacidad se poderse reconstruir solidariamente.
Este es el reto y el futuro que una deriva populista de izquierdas debería sopesar y contener , apelando a unos principios y valores que parece haber olvidado, cabalgando un tigre utópico de progresias e idealismos más tercermundistas que europeos.
El trauma europeo conectado a las derivas totalitarias de izquierdas y derechas del siglo XX, quizás consideren necesario volver a prevenir autotarismos , auspiciando unas políticas que olviden las raíces fundadoras de la Europa Comunitaria actual, democristianas y socialdemócratas en pos de un nuevo postliberalismo aseptico, de aquellos principios que le han propiciado el período más largo de prosperidad en siglos.
Y debería darse cuenta que una deriva populista en su flanco sur es una sentencia desintegradora en los demás lados perifericos incluidas sus viejas sociedades burguesas mayoritarias nucleares alemanas o francesas.
Porque si algo está claro es que el peligro no es ideológico sino populista autoritario de nuevo cuño intervencionista financiero, político y económico con coacción de libertades individuales y sociales, anulando uno de los principios definidores de la impronta occidental, el individuo como sujeto de la libertad y la democracia real como su sistema identitario universal.
Y este y no otro , es lo que nos jugamos en nuestro pequeño estado europeo nacional como Estado de Derecho si permitimos una deriva institucional populista de nuevo cuño que quiere el poder por el poder aliandose con aquellos de los que pretendidamente dice defenderse. Y eso no es progresia del siglo XXI sino viejo populismo barato de bajos vuelos.
hace 1 año
Pues nada… votemos todos a VOX .A fin de cuentas es la misma m—– que el PP pero sin careta. Palabra de periodista que ignora los vétos informativos de la ultaderecha.
hace 1 año
Tampoco tiene justificación pactar con Bildu
hace 1 año
Su alergia a la inmigración no regulada, diga la verdad. ¿Y quien tiene que regularla?, supongo que el gobierno de turno. La inmigración, regulada que cotiza, será quien nos salve, dada la natalidad autóctona.
hace 1 año
Sr.G. Abadillo,
Dice «el Psoe de Sanchez tiene un techo muy bajo» Pues bien el 23J la diferencia de votos con el Pp triunfador fue de 300.000 apenas un 1,5%. Después de ser el malo malísimo presidente del gobierno social/comunista/bolivariano/bilduetarra/separatista. No me parece muy grande la diferencia respecto al gran Pp.
Mas si tenemos en cuenta que Feijoo, Ayuso y otros dirigentes del Pp habían desafiado a los ciudadanos a elegir el 23J entre «Sanchez o España»
Menos mal que el Pp recogió los 20 de bajada de Vox y los 10 de ciudadanos, si le restas 30 hubiera tenido 107 y habria quedado muy por debajo del maligno Sanchez
hace 1 año
El cordón sanitario es aplicado por ese rencor que anida aún en ciertos sectores particularmente extrema izquierda e Independentistas xenófobos (Bildu y Junts principalmente). Lo que no acababa de entender es que el PSOE se aviniese a ello, pero lo he entendido con la frase del artículo que es que “tiene el techo muy bajo” y para gobernar necesita de todo ese sector rencoroso y creo yo también envidioso,
Lo que aún no entiendo es que como siga esta deriva y España sea algo diferente a lo actual ( con PV y CAT en un status particular) a nivel nacional gobierne alguna vez más el PSOE ( ya que si bien se mantiene fuerte en ambas CCAA , no es así en el resto que gobierna con cierta facilidad el PP).
Se estaría hipotecando su futuro como partido de gobierno y alternancia solo por 4 años más??