Lo de Pedro Sánchez llamando a Oriol Junqueras es impresionante por lo que tiene de renuncia a las más elementales precauciones que un presidente del Gobierno, y da igual que esté en funciones que que no lo esté, debería observar para mantener el respeto de la mayoría de españoles.
Pero a este señor todo le da igual si de lo que se trata es de mantenerse aferrado al cargo: hablar con un inhabilitado, previamente sentenciado por el Tribunal Supremo, ya que un indulto a los autores del golpe de Estado desde dentro del Estado libró de la cárcel pero no de la inhabilitación, por más que la intención de Sánchez y su coro de aduladores era librarle de esa pena. Pero la interpretación hecha por el Supremo de la rebaja del delito de malversación impidió que la voluntad de Sánchez se cumpliera.
Y ahora se entrevista con él por teléfono. Mantiene una conversación de media hora con el líder de ERC previa a su encuentro con el portavoz parlamentario de ese partido, Gabriel Rufián. Y, naturalmente, Oriol Junqueras, agradecido por tanta distinción, hace un comunicado prácticamente idéntico en sus términos con el emitido por el PSOE.
Pero lo que Sánchez persigue es otra cosa: es fundamental conseguir no solo la investidura, sino también un acuerdo de legislatura que le garantice una cierta tranquilidad, ya que la composición de mayorías es esta vez mucho más complicada, y sin posibilidades de geometría variable, a diferencia del mandato anterior.
Ahora, solo cabe una salida, la de la alianza constante y permanente del PSOE con Sumar y ERC, EH Bildu, PNV, BNGa y Junts. Es decir, lo mejor de cada casa, una asociación compuesta por todos aquellos, PNV incluido, a los que España les importa "menos que un comino" en expresión de la hermana de Dolors Bassa en una de sus comparecencias en la tribuna del Congreso en la legislatura anterior.
Por eso tiene sentido que Sánchez hable por teléfono con Oriol Junqueras, porque él es el factotum de todo lo que se mueve dentro de ERC y si hay que amarrar la legislatura tiene que ser con él y con nadie más.
Aquí entramos en la fase decisiva de la ley de amnistía, en la que están interesados tanto Junqueras como Carles Puigdemont. No creo, sin embargo, que Sánchez se vaya a ver con el jefe de Junts por la misma razón por la que ha preferido conversar por teléfono con Junqueras: porque esa foto no la podría soportar el presidente del Gobierno en funciones.
Por lo tanto, va a huir de la fotografía pero no de los contactos con el líder de Junts, que se celebrarán más pronto que tarde, amnistía mediante, que es lo que interesa a todos estos señores que han cometido un delito gravísimo pero que han sido indultados y ahora van a resultar exonerados del delito cometido.
Pedro Sánchez se cuidará muy mucho de que no se le vea conversando con Otegi
Pero Pedro Sánchez necesita que antes de eso se comprometan ambos a apoyar todas las iniciativas que el PSOE presente ante las Cortes. De otro modo, no habrá amnistía que valga. Y en eso están las conversaciones con los dos líderes separatistas catalanes, en decir qué viene antes, si el compromiso de votar todo lo que venga del Gobierno o del Partido Socialista o de Sumar o la amnistía prometida.
Sumar es una formación política que está pegada al PSOE porque es un partido que no tiene de momento ninguna estructura operativa pero sin el cual no podría Pedro Sánchez presentarse como candidato a una investidura y que ha empezado por irritar a los militantes socialistas porque les parece que se comporta la señora Yolanda Díaz como Pablo Iglesias en sus momentos más estelares.
Pero a lo que íbamos. Las conversaciones están en poner el límite en la amnistía prometida o ampliarla hasta el referéndum de autodeterminación y ya se inventará Sánchez alguna fórmula para que una parte de los españoles, los que están ciegos de sumisión a su líder, trague también con eso. Poco a poco, nos va metiendo en este callejón en el que algunos de nosotros no le vemos salida.
Pero que habrá conversaciones directas con Puigdemont, de eso no puede caber ninguna duda. La cuestión es cuándo. Y a continuación una conversación con Arnaldo Otegi, quizá por vía interpuesta, pero esa conversación se dará con seguridad total.
Aunque, del mismo modo que sobre el encuentro con Puigdemont, Pedro Sánchez se cuidará muy mucho de que no se le vea conversando con él, del mismo modo intentará que con Otegi no se vea la foto.
Pero hablarán porque él es el líder auténtico de EH Bildu, cosa que Puigdemont no es aunque maneje los hilos de su partido como si realmente estuviera en la cúpula de la formación.
Y luego pretende que no le piten.
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